Nelson A. Pérez: Choque de trenes

Nelson A. Pérez: Choque de trenes

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Desde que el chavismo se posesionó en la vida política de Venezuela (1.999) para imponer su socialismo comunal, réplica actualizada del régimen castro comunista, las aguas de la política venezolana se entre mezclaron tornándose turbias como el encuentro entre el Orinoco y el Caroní en tierra guayanesa.





Dos modelos de sociedad antagónicos chocan. El Primero, rentísmo petrolero, con una secuela de crisis económica y financiera recurrente. El otro, socialismo del siglo XXI, modelo estatista y confiscatorio de las libertades democrática.

Entre los años 50, 60 y70 del siglo pasado, producto del auge petrolero, hubo una gran movilidad de clases sociales de abajo hacia arriba en la sociedad venezolana y surge la pujante clase media, desarrollo de las grandes ciudades y entre lazamiento de todos los pueblos del país por medio de vialidades: autopistas, trocales inter urbanas, urbanas y rurales. La educación pública entretejida: primaria, secundaria y universitaria. Grandes hospitales generales y espacialidades, etc. También surge una clase social alta ligada a la riqueza petrolera localizada, fundamentalmente, en la actividad terciaria de la economía, así como un pujante pero débil sector agroindustrial y manufacturero. El país deja de ser rural para ser urbano y las grandes ciudades impulsan el nuevo desarrollo nacional.

Juan Pablo Pérez Alfonso, uno de los padres de la OPEP, señalaba que Venezuela era como una pirámide invertida Es decir, Una especie de zaranda económica cuya base de sustentación es la industria petrolera y el resto de la pirámide invertida una sociedad, fundamentalmente, rentista que dependía de esa frágil base económico financiera, reducida a 40.000 (años 70 y 80) trabajadores petroleros que generaba la máxima riqueza para que el resto de la población existiera.

Una economía rentista con esas características, que él la asociaba con una zaranda, para girar sobre su eje requiere de una cabuya larga pues mientras más gire más estable es.

Esa cabuya no es más que el ingreso petrolero en dólares que entra en las arcas de PDVSA y se transfiere a las finanzas públicas. Dependiendo del largo de la cabuya el trompo o zaranda gira firme o tataratea como decimos en criollo.

Bueno, el largo de la cabuya financiera depende de dos variables fundamentales, una: la sanidad económica, productiva y financiera de la industria petrolera, y dos: los niveles de los precios de los hidrocarburos a nivel internacional. Todas las crisis socioeconómicas del país están íntimamente ligas a estas dos variables. El petróleo venezolano es de naturaleza pesado y extra pesado en un 80%. No comercializable con facilidad en el mundo petrolero pues requiere de refinarías muy especializadas para procesar este recurso. Por otra parte, los ingresos provenientes de la venta de nuestros hidrocarburos, más que una renta, representan la liquidación del activo nacional más importante con que contamos y es de naturaleza no renovable.

De los años 50 a los 80 la zaranda económica y financiera del país, estaba atada a buen puerto con la paridad cambiaria fija y baja (3,30 Bs/$ y luego 4,50 Bs/$) hasta que en 1.983 con una profunda crisis financiera e inflacionaria, rompe la atadura del puerto y el barco económico queda a la deriva, con el fantasma de la inflación sentado en primera fila. De allí en adelante la cabuya financiera se estira y encoje, dependiendo de la circunstancia petrolera, y la zaranda económica comienza a tataratear recurrentemente.

Queda entonces a partir del viernes negro (1.983) una economía que se agita con un sector petrolero al vaivén de los precios internacionales de los hidrocarburos, un sector agro industrial y manufacturero escaso, un poderoso sector terciario importador y financiero sujeto a los vaivenes de la cabuya larga o corta de las finanzas públicas. La movilidad social se estanca, la exclusión y los cinturones de miseria se apoderan de la periferia en las más importantes ciudades del país.

Las grandes crisis económicas de la mal llamada cuarta república se dieron entre: 1970, 1974, 1983, 1994 y 1998. Todas con las siguientes características:
• Incremento del gasto público.
• Déficit fiscal cubierto con créditos adicionales, es decir, dinero inorgánico.
• Oferta de bienes y servicios insuficiente.
• Incremento de las importaciones.
• Déficit en tesorería.
• Fuerte deuda externa.
• Inflación y devaluación con creación de dinero inorgánico.
• Fuga de capitales.
• Control de cambio.
• Surgimiento del mercado negro de divisas.
• Caída del aparato productivo.
• Deterioro generalizado de los servicios públicos.
• Crisis políticas y alzamientos militares.
• Depauperación progresiva de la sociedad.

Estas son las bases socio económicas donde surge Chávez en 1992 con el fracasado golpe militar y Lugo un éxito electoral del 1.999 con posteriores reelecciones hasta su desaparición física y el ascenso de Maduro al poder.

El socialismo del siglo XXI con Chávez en el poder, plantea en el fondo, una economía fundamentada en un Estado Comunal, cuya realización y ejecutoria está planteada en varias fases, según lo permita el devenir político, económico y social en la siembra de su estrategia.

Las características fundamentales del Estado Comunal, contenidas en el socialismo del siglo XXI, son a grandes rasgos, las siguientes:

• En línea política vertical, el Presidente y el Poder Comunal sin intermediarios. Lo que implica desaparición paulatina de gobernaciones y alcaldías, que serían sustituida por la Asamblea Nacional Comunal desplazando a la Asamblea nacional democrática como representación política del pueblo.
• Poder cívico militar como herramienta de fuerza para sustentar el nuevo modelo. Con la consolidación de este nuevo poder bélico, desaparecería la Institución armada como la conocemos y será sustituida por las milicias populares.
• En lo económico sustitución de la economía de libre mercado y la sumisión de la producción, distribución y consumo de bienes y servicios al Poder Comunal del Estado. Los CLAP como bandera para la alimentación del pueblo y mantenerlo bajo control político.
• Educación ideologizada y controlada por el Estado en consonancia con el nuevo modelo político.
• Servicios públicos, banca y finanzas bajo el poder y control estatal.
• Eliminación de la propiedad privada y sustituida por propiedad comunal colectiva.
• Sumisión de todos los poderes públicos e Instituciones del Estado al poder Comunal.
• Control de la industria petrolera como arma económica en la nueva geopolítica del Estado Comunal. Etc.

La imposición de este modelo económico totalitario ha generado, desde 1999 hasta hoy, todo un desmadre económico signado por el desorden administrativo, la corrupción generalizada y el surgimiento del narco estado. Así como la intromisión directa del régimen castro comunista en la administración pública nacional y su total injerencia en el mando militar que hoy sustenta al régimen, un viejo anhelo de los castro desde 1959. Primero con la guerrilla y ahora directamente con el gobierno.

El régimen chavista asaltó al rentísmo petrolero y lo agotó. Hoy la cabuya financiera que otrora, mal que bien, sustentaba la economía rentista, es muy frágil y depende de los escasísimos ingresos petroleros y de la maquinita de hacer billete híper inflacionaria. La exclusión y el estancamiento social se apodero de toda la estructura orgánica de la sociedad venezolana. Miles de jóvenes huyen al exterior buscando nuevos horizontes de vida.

Todos los líderes políticos que han desfilado por la pasarela de la sociedad venezolana, están diseñados bajo estas dos corrientes ideológicas que hoy chocan cual trenes descarrilados. Luego, el encontronazo entre la corriente democrática y la totalitaria que, otrora, se desafiaban en embates entre partidos políticos, curules del antiguo Congreso Nacional y en la guerra de guerrillas de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, hoy son dos vertiginosas fuerzas que combaten por imponer su modelo. Esa es la triste realidad de una sociedad que no ha superado el rentísmo petrolero a pesar de los avances y retrocesos en sus crisis sistémicas.

Esta lucha histórica entre democracia y dictadura, hoy más que nunca, toma fuerza en las calles y espacios políticos de la vida republicana. Unos, señalan que estamos en presencia de un régimen dictatorial y el combate debe der frontal en las calles negando el escenario electoral. Otros, señalan que lo correcto, democráticamente, es ir al proceso electoral a pesar del control del régimen sobre el CNE.

Hay que recordar que Chávez fue derrotado en su intentona de golpe militar en el año 1992 y luego ascendió al poder por el voto popular en el año 1999. Es decir, el régimen tiene una legitimidad de origen electoral. Entonces, no se puede hablar de una dictadura abierta, sino de un régimen que manipula los instrumentos democráticos para sustentarse en el poder.

El pueblo venezolano es fundamentalmente demócrata, lo demostró el 15 de diciembre de 2015 en las elecciones parlamentarias, el 16 de julio en la consulta popular sobre su propio refrendo consultivo y el 30 de julio con el inmenso silencio en las urnas electorales para la ANC.

Ir al proceso electoral para gobernadores es fundamental, la abrumadora presencia del pueblo democrático en las urnas escogido sus gobernadores, demostrará que las votaciones para la ANC fue un asqueroso proceso fraudulento como lo señaló Smartmatic.

La inconstitucional ANC en su terror a la expresión popular en las urnas, cambia las elecciones de diciembre a octubre, en vista de que los partidos democráticos decidieron participar en el acto electoral, y congela las elecciones para los diputados legislativo regionales, con el objeto de tener poder de manipulación ante la asunción de políticos demócratas a las gobernaciones.

Ahora bien mientras más represivo y antidemocrático es el régimen, necesariamente, surgirán descontentos en las filas de la FANB, y brotará como verdolaga, una lucha armada en las calles y los cuarteles. Ello no debe sustituir ni confundir la lucha democrática del pueblo, es parte del proceso libertario.

Este es un régimen atrapado por los cuatro costados: internacionalmente aislado como nunca antes, sin pueblo, la ANC desconocida por propios y extraños, económicamente sin salida, amenazado con represalias económicas por el mundo democrático, etc. No debemos abandonar las calles, democráticamente, ahora hay más razones que nunca. Si la ANC es plenipotenciaria y todo lo puede, salgamos a la calle a que nos resuelva ¡ya!, el hambre, la inseguridad, la falta de medicinas, las libertades democráticas, etc. Eso es lo que el mundo quiere ver.

Las elecciones regionales impulsadas por la ANC y no el CEN, tiene como objetivo que reconozcamos ese adefesio, pues no lo reconocemos y vamos a las elecciones. Perderán en el mes que las pongan, el pueblo venezolano es fundamentalmente democrático, lo demostró el 15 de diciembre del 2015, 16 julio de 2017 en el referendo consultivo que el pueblo se dio y el 30 julio de 2017 con el impresionante silencio en las urnas electorales.

Marchemos libremente en grande manifestaciones, bien programadas, antes de octubre, eso es lo que el mundo y las instituciones internacionales democráticas nos piden a gritos.

Obliguémoslos a tomar la ruta democrática y no al atajo de la violencia.

Una vez que salgamos de esta tragedia luchemos ferozmente contra el rentísmo petrolero. El nuevo camino es la educación y el trabajo productivo, bien remunerado. “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, Simón Bolívar.

Econ. Nelson A. Pérez Valdivieso.
Miembro del Secretariado Político Nacional del Movimiento Progresista de Venezuela. MPV.
[email protected]
@nelsonperezv