Francisco ve de cerca la pobreza de la turística Cartagena de Indias

Pope Francis greets people in a neighbourhood in Cartagena, Colombia September 10, 2017.   REUTERS/Stefano Rellandini
Pope Francis greets people in a neighbourhood in Cartagena, Colombia September 10, 2017. REUTERS/Stefano Rellandini

El papa Francisco palpó hoy la pobreza de la otra Cartagena, la que no aparece en las guías turísticas, al visitar el barrio San Francisco de Asís, uno de los más deprimidos de esta ciudad caribeña colombiana, para llevarle a su gente una voz de aliento.

EFE

San Francisco comenzó a formarse en 1963 al borde de una ciénaga, en la parte de atrás del aeropuerto internacional Rafael Núñez, y desde entonces sus habitantes no han conocido más que la pobreza y la tragedia, pero hoy vivieron el día más esperado de sus vidas por la visita del obispo de Roma.





En el barrio este domingo fue de fiesta por la presencia del papa que lleva el mismo nombre de su comunidad, donde permaneció por espacio de media hora para llevarles su bendición y palabras de aliento.

“Bendito seas, Señor, Dios de misericordia, que en tu Hijo nos has dado un admirable ejemplo de caridad y por Él nos has recomendado vivamente el mandato del amor”, dijo el pontífice después de conocer en esa barriada dos programas sociales que tienen el apoyo de la iglesia, el Talitha Qum y el María Revive.

El primero ayuda a blindar desde la fe a niñas pequeñas en riesgo por la violencia, la prostitución, las drogas y el abandono, y el segundo es una misión cuyos miembros recorren diariamente calles de la Cartagena no turística para dar un abrazo y un plato de comida a más de un centenar de habitantes de la calle.

En su oración, el papa que más sensibilidad muestra hacia los más pobres y necesitados, pidió además bendiciones para quienes viven en la miseria y para aquellos que, como los miembros de estas obras sociales, los ayudan a llevar una vida más digna.

“Dígnate colmar de tus bendiciones a estos servidores tuyos que quieren dedicarse generosamente a la ayuda de los hermanos; haz que, en las necesidades urgentes, te sirvan fielmente con una entrega total en la persona del prójimo”, agregó.

Francisco también se detuvo en la casa de la señora Lorenza Pérez Barrios, una mujer de 77 años que cada día atiende en un comedor comunitario a cerca de 85 niños a quienes brinda el almuerzo.

Pérez, oriunda de María La Baja, localidad distante unos 75 kilómetros de Cartagena, recibió todavía con gesto de incredulidad al papa, a quien abrazó en la sala de su humilde vivienda, donde el pontífice también saludó a decenas de niños que se benefician de la caridad de la mujer.

En la visita, Francisco llevaba todavía en la esclavina o muceta unas gotas de sangre, consecuencia del golpe sufrido minutos antes en las calles del barrio cuando chocó la ceja y el pómulo izquierdos contra el cristal del papamóvil al agacharse para saludar a un niño que le acercaron en la multitud.

El incidente no pasó a mayores y después de recibir una breve curación y una pequeña venda, el pontífice siguió con sus actividades en Cartagena, llamada “La Ciudad Heroica”.

Para los habitantes de San Francisco, a pesar de lo corto que fue el esperado momento, el solo hecho de tener al jefe de la Iglesia católica en su vecindario fue un bálsamo en medio de las penurias diarias.

Cartagena, la meca del turismo en Colombia, es también una de las ciudades más desiguales y con mayores índices de pobreza, que ronda el 60 %, del país.

Según un reciente informe del Departamento Nacional de Planeación (DNP), Cartagena es la segunda en pobreza monetaria entre las principales ciudades de Colombia, y el barrio de San Francisco hace parte de esos indicadores.

Como si sus penurias fueran pocas, San Francisco fue escenario el 13 de agosto de 2011 de una tragedia colectiva cuando una falla geológica destruyó o afectó cerca de 2.400 casas, dejando en la ruina a numerosas familias.

Por eso sus habitantes celebraron hoy que, gracias a la visita del pontífice, el país recordó que existe el barrio de San Francisco y se obró el milagro de que les asfaltaran una de las calles principales, que se extiende a un costado de la iglesia.

EFE