Dámaso Jiménez: El ciclón del dinero en efectivo en Venezuela

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Este jueves 21 de septiembre será pospuesto por décima vez el billete de 100 bolívares por órdenes fallidas del propio jefe de gobierno, quien no puede aniquilarlo a pesar del decreto de su eliminación que sometió al país a la más grande burla monetaria. La situación del manejo de efectivo promete complicarse aún más durante las próximas semanas.

Cuando creímos que lo habíamos visto todo y dimos por supuesto que la economía era un simple asunto complejo de ofertas y demandas, los pocos billetes que aún reteníamos en la cartera se convirtieron en mercancía.





Desde diciembre de 2016 la economía del venezolano entró en una nueva dimensión desconocida en materia de efectivo para cumplir con las necesidades mínimas cotidianas de compra y venta. El papel moneda de cambio cotidiano con el que los venezolanos hacen sus transacciones con total normalidad, fue convertido en un asunto de contrabando, material indispensable para el lavado de dinero y mercancía para el mercado negro.

El bolívar no solo perdió toda su fuerza y capacidad adquisitiva como consecuencia de la implacable y dura hiperinflación -2.258% desde que entró en circulación los experimentos de nuevos conos monetarios en enero de 2008 y hasta diciembre de 2015-, sino que a esta fórmula de miseria habría que agregar unas infortunadas medidas que han convertido la moneda en mercancía sutil en los mismos mercados donde se realiza el contrabando de combustible y alimentos, el narcotráfico y el lavado de dinero donde se pesa el “billetaje” por toneladas.

Cuando el presidente Maduro tomó la decisión “soberana” de declarar extinto el billete de 100 bolívares por considerarlo parte de un complot de la guerra económica contra su gobierno, satanizó de inmediato una pieza importante del dinero en efectivo sin mediar las consecuencias. El escarnio público generó una histeria donde millones de personas desesperadas buscaban salir de su existencia.

A juicio de Maduro, con ese billete y su secuaz el verdecito de 50 bolívares, se cometían los delitos más escabrosos, “desde las fronteras venezolanas hasta los sótanos más oscuros de algún warehouse inglés, o alemán”. El billete de 100 fue condenado a la extinción, pero no desapareció. Lo que vino a continuación fue el hundimiento del titanic de una sólida economía petrolera. La conspiración de los billetes había comenzado.

El poder de la escasez de billetes

Hoy circula en Venezuela una cantidad insuficiente de piezas del nuevo cono monetario que no logra dar abasto a  la demanda de efectivo que la inflación constante y creciente ha ocasionado.

Este jueves 21 de septiembre será pospuesto por décima vez el billete de 100 bolívares por órdenes fallidas del propio jefe de gobierno, quien no pudo aniquilarlo a pesar del decreto de su eliminación que sometió al país a la más grande burla monetaria.

La crisis de efectivo se ha agudizado de tal manera que expertos economistas comentan que en “cuestión de semanas” la oferta de efectivo impedirá cualquier tipo de transacciones naturales en el mercado venezolano

¿Pero, quienes desaparecieron tanto efectivo como para dañar tan súbitamente la economía venezolana?

La economía formal de empleo directo para trabajadores y profesionales utiliza por lo general dinero plástico para cancelar el triste salario que devengan los venezolanos.

La nueva economía informal por el contrario es la nueva clase pudiente del país, que a pesar de la crisis logra llenar los restaurantes de lujo y los sitios prohibitivos para el común del 85 % del país empobrecido. Esta nueva clase goza de la práctica usurera de cobrar un porcentaje por efectivo debido a la desesperación de la gente que no haya como pagar las menudencias cotidianas, pero está también el lavado internacional.

El Lava Evo

A finales de febrero de 2017 un cargamento de 30 toneladas de billetes de bolívares desviados por una fuerza de Estado se cambiaría por cerca de 150 millones de dólares en el mercado boliviano.

La policía de Paraguay fue el ente encargado de capturar las 30 toneladas de billetes de la moneda venezolana, punto de partida para la investigación de un nuevo modelo de lavado dinero manejado por el narcotráfico.

Un trabajo de Leonardo Coutinho para la revista Veja da cuenta de la carga compuesta por billetes de 100 y 50 bolívares, no registrados oficialmente, retirados clandestinamente de Venezuela y llevados a Bolivia para ser convertidos en dólares en las casas de cambio locales.

El caso revela una nueva forma compleja de “lavado de dinero” que envuelve organismos de Estado y se ampara en operaciones aparentemente legales para limpiar los recursos provenientes del crimen del narcotráfico.

En Paraguay, por ejemplo, donde se encontró el dinero, ninguna casa de cambio opera con la moneda venezolana por diferencias entre su valor real y oficial. Lo mismo pasa en los diferentes países Suramericanos.

Pero en Bolivia como en Venezuela prevaleció la ficción surrealista y allí la moneda venezolana fue, en secreto para los nacionales de este país, ampliamente aceptada y pagada a un valor cercano al precio oficial del gobierno.

Esto significa que poco a poco los 1.5 billones de bolívares correspondientes a 358 mil dólares, se convirtieron en 150 millones de dólares para sus tenedores. Una altísima sobrevaloración de 419 veces su valor, una centrífuga de dinero nunca antes vista ni explicada.

De esta forma un grupo privilegiado de Venezuela y Bolivia pudieron multiplicar su patrimonio en una única transacción de cambio. Lo más oscuro del saqueo del patrimonio venezolano es que se hizo enteramente dentro de la Ley. Según el Pentágono al tanto de esta operación, el crimen se encuentra en el tráfico de dinero no declarado y en el probable origen ilícito de los fondos: La corrupción y el tráfico de drogas.

“Fue dinero de corrupción lavado en casas de cambio de Bolivia con el aval del Estado boliviano y su presidente Evo Morales”, dijo el economista venezolano Antonio de La Cruz, director ejecutivo de Interamerican Trends, con sede en Washington.

Banca, efectivo y BCV

Según el economista Miguel Valverde, al gobierno aún le cuesta reconocer desde el punto de vista político el grave deterioro en que se encuentra nuestra economía, justamente porque el país se encuentra en una situación tan precaria como Haití o Ruanda, solo que Maduro y su gabinete económico prefieren no firmar lo que será para la posteridad la gran obra del chavismo de la historia: La miseria y la destrucción económica a la que condenaron a Venezuela.

Los ciudadanos deben cargar con grandes fajos de billetes que no compran casi nada para poder costear los servicios más básicos como es el transporte público, gasolina, estacionamiento, o la adquisición de algunos insumos o productos.

Actualmente la banca privada y pública busca la manera de hacer frente al colapso de efectivo que se nos viene encima y presenta unos números interesantes que podría darnos una idea sobre cómo está manejando el BCV el poco efectivo con la banca pública y privada.

Un informe filtrado de la banca indica que existen en el país unas  3.300 oficinas bancarias públicas y privadas y  9000 cajeros automáticos en todo el país.

Los 9.000 cajeros automáticos  consumen más 60MM de piezas diarias, cuando el consumo diario ideal sería entre Bs. 110.000MM y Bs. 125.000MM diarios, mientras lo ideal por taquilla sería de Bs. 30.000MM y Bs. 50.000MM diarios.

Desde la vigencia del nuevo cono, el BCV solo entrega efectivo a la banca cada 32 días, lo que cubre solo el 30% de la demanda real de la banca.

Las asignaciones de piezas del nuevo cono monetario no se entregan  de acuerdo a las necesidades de la banca en cada región.

La banca tiene que costear el traslado a las diferentes regiones. Un punto importante es que por cada Bs.100 que se entregan a través de retiros del público, solo regresan al sistema entre 20 y 30 bolívares.

La situación del manejo de efectivo promete complicarse aún más durante las próximas semanas.

El diputado José Guerra asegura que actualmente el BCV no cuenta con billetes para atender la demanda e instó al gobierno a implementar un plan antiinflacionario que frene la financiación del BCV al gobierno, renovar el viejo cono monetario con un billete de 50 mil y otro de 100 mil bolívares, imprimir más billetes para solucionar el la escasez de papel moneda y colocar un sello de seguridad a los billetes para ampliar su valor, “como lo habría hecho Nicaragua cuando quedó sumergido en la peor crisis económica de su historia”, lo que podría convertir al criminalizado billete de 100 bolívares en la tabla de salvación ante el hundimiento definitivo de la economía venezolana.

@damasojimenez