Rafael Piña Pérez: Instigación al odio

Rafael Piña Pérez: Instigación al odio

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Desde sus inicios de este régimen en 1999, El Sr. Hugo Chávez Frías utilizó un lenguaje denigrante de la majestad presidencial que se fue acentuando en el tiempo y repetido por la nomenclatura que se ha ido enquistando en el poder. A medida que se fue concentrando el gobierno hacia la unificación de los poderes en torno a Miraflores, se avanzó en el desconocimiento y descalificación de la oposición. Se institucionalizaron insultos y epítetos de diferentes tonos agresivos como eso de llamar escuálidos, apátridas, pitiyanki, etc a todos los que se oponen al denominado socialismo del siglo XXI. Esta descalificación con un lenguaje soez se extendió a dignatarios de otros países, basta recordar la refutación del Rey de España (¿Y por qué no te callas?) en un acto con el presidente del gobierno español, en el cual el finado Hugo Chávez estaba insultando al expresidente Aznar.

    Los antecedentes de este tipo de conducta con un lenguaje descalificador hacia la disidencia, lo encontramos en la extinta Unión Soviética, donde la nomenclatura dominante descalificaba y perseguía a todos los que se oponen a la dictadura comunista, extendiéndolo también hacia dignatarios extranjeros. Aquí muy cerca tenemos el caso de los Castro que llaman gusanos a todos los que se oponen a la “revolución”. Este tipo de régimen de extrema izquierda con partido único, sin ningún tipo de libertad, utiliza la descalificación para culpar a  los oponentes del fracaso de un sistema económico social y político que no ha tenido éxito en ninguna parte del planeta donde se haya  aplicado. En los regímenes de extrema derecha como el nazi fascismo, se utiliza también con más furor este tipo de trato a los contrarios. Los campos de concentración nazi fuero replicados por el régimen soviético en la época de Stalin con la colectivización forzada en los años treinta del siglo XX, incluso antes de Hitler.





    En Venezuela, gracias a Dios y a un pueblo con cultura democrática, no hemos llegado a esos extremos, ni vamos a llegar. La inmensa mayoría, más del 90% de la población rechaza las atrocidades de este régimen reaccionario que ha destrozado la economía, la democracia y ha endeudado a la nación teniendo en estos años la mayor bonanza petrolera del país. Hoy no tenemos divisas (fueron saqueadas) para atender las importaciones de alimentos, medicinas, materias primas y demás insumos que demanda el aparato productivo que nos queda después de la irracional expropiación y confiscación de miles de empresas en todas las ramas de la economía. Una proporción importante de esas empresas no  están funcionando o lo están en precarias condiciones. Productos que antes exportábamos o nos  autoabastecíamos , hoy los estamos importando como el café, azúcar, arroz, maíz, aluminio, gasolina, fertilizantes, etc.  Como se produce menos en el país, hay que importar más, pero no hay divisas para cubrirlas y las pocas que hay las están regalando a 10 bs a un grupito que se ha enriquecido súbitamente, con la corrupción más espantosa que se haya conocido con total impunidad. Es más, la corrupción está protegida por los poderes adláteres de Miraflores. Siguen con más ímpetu la instigación al odio en procura de esconder tan estruendoso fracaso en lo económico, social y político.

*Economista, profesor universitario, miembro de Venezuela Positiva.