Gehard Cartay Ramírez: “La fuerza es la unión”

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La frase que le sirve de título a esta nota forma parte de la letra de nuestro Himno Nacional.





Por eso también debería formar parte del ideario venezolano. Y debería formar parte, así mismo, del ideario de la oposición democrática que lucha para sacar al país de la pesadilla chavomadurista que sufrimos desde 1999.

Sin embargo, todavía en ciertos sectores opositores hay resistencias absurdas frente al tema de la unión y de su fuerza táctica y estratégica. Tal vez se deba a que todavía pareciera que somos aquel país “de reputaciones consagradas y vanidades engreídas”, que describió algún escritor del siglo XIX. Y es que no faltan ambas, así como individualismos exacerbados que siempre se consideran por encima de los intereses colectivos, una vieja tara en el liderazgo venezolano de casi siempre.

La MUD ha ensayado, con tino e inteligencia, la elección de sus candidatos por el sistema de elecciones primarias, lo que ha permitido escoger sus candidatos a gobernadores y medir el liderazgo de los aspirantes. Se trata de una fotografía que deben estudiar con cuidado quienes han resultado ganadores, si es que, en verdad, quieren también ganar las elecciones del próximo 15 de octubre.

Porque de lo que se trata es de unir el esfuerzo de todos aquellos factores de la MUD que compitieron y realizar un sólo esfuerzo que conjugue todos los liderazgos para alcanzar la victoria. Y hay que ir más allá todavía. Hay que sumar a quienes no participaron en ese proceso y a quienes no forman parte de la MUD. Hay que sumar incluso a chavistas disidentes y a todos aquellos que creen en la necesidad de un cambio verdadero en el país y en las regiones.

Hay que desterrar también el triunfalismo y no caer en la estupidez de subestimar al adversario, pues ambos elementos son gravísimos peligros para quien pretenda ganar una elección. Las elecciones se ganan el mismo día en que se realizan, no antes. Pero una estrategia acertada, basada en este caso en la unidad de todos quienes adversamos al régimen madurista, y un trabajo de contacto con todos los sectores, con un mensaje que emocione realmente, son elementos claves para una victoria segura. Lo otro es medir realmente la fuerza del adversario y no menospreciarla, si queremos derrotarla.

En Venezuela hay una lógica animadversión y un profundo rechazo a Maduro y su régimen. Se siente en todos lados y ha terminado inundando la geografía nacional. No es para menos. Esta manga de ineptos y corruptos, que acabaron con el país en estos 18 años y lo siguen saqueando para hacerse cada vez más ricos mientras los venezolanos son cada vez más pobres, no merecen sino el rechazo colectivo y la lucha tenaz para sacarlos del poder.

Esta realidad deben subrayarla los candidatos a gobernadores y sus comandos, porque tiene que ser encausada debidamente. Si así se hace, la oposición avanzará con más fuerza, derrotando de antemano al abstencionismo amenazante desde sus propias filas, y acorralando aún más  los candidatos del régimen, a quienes muy pocos les creen así  prometan el paraíso terrenal pues no tienen ya como responderle al pueblo, luego del desastre que ellos mismos han provocado en estos fatídicos 18 años.

Insisto, sí, en la fuerza de la unión. Distraernos en divisiones absurdas sólo demostraría mediocridad y mezquindad, que en nada coadyuvan al ideario de unidad que nos reclama el momento presente. Por ello hay que dejar de lado las diferencias que puedan poner en peligro el objetivo de derrotar la régimen. Las otras diferencias, las que dictan el pluralismo y la democracia entre las fuerzas opositoras, esas siguen siendo necesarias y sanas, entre otras cosas porque son su mayor mérito a la hora de unirse.

No hay que olvidar, como lo afirmara recientemente el Grupo Santo Domingo en su III Manifiesto, que “la elección de gobernadores es otra oportunidad para derrotar al régimen”. Por lo tanto, hay que hacer un llamado a todos los demócratas para que participen, porque sólo quienes no tienen votos son los que no quieren que los demás voten.

No permitamos que el abstencionismo se convierta en un aliado del madurismo.

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