Araminta González cuenta las desgarradoras torturas que sufrió detenida por participar en protestas de 2014

Araminta González cuenta las desgarradoras torturas que sufrió detenida por participar en protestas de 2014

Foto ABC
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El pasado seis de diciembre, Araminta González, química venezolana de 35 años, quién fue detenida y torturada por funcionarios del Cicpc, por participar en protestas pacíficas del 2014 contra el régimen de Nicolás Maduro, llegó a España luego de superar la “pesadilla” que vivió por más de tres años en Venezuela.

La joven fue encarcelada torturada de forma cruel  y estuvo internada en un psiquiátrico a consecuencia de los tormentos sufridos, cuyo recuerdo todavía la asalta por las noches. Ahora cuenta a ABC su penosa experiencia y habla de la situación en Venezuela.





La joven, que en 2014 trabajaba en un laboratorio farmacéutico, participaba en protestas contra el régimen y ayudaba con medicamentos y alimentos a los estudiantes que estaban acampados. El 24 de julio de ese año tomaba café con un amigo, Libert Díaz, en un centro comercial de Chacaíto, en Caracas, cuando un grupo de hombres de paisano se llevaron a ambos a punta de pistola. «No sabía si era una detención o un secuestro, dónde estaba ni adónde iba», recuerda. «Me quitaron mis pertenencias, mi teléfono, la cédula (de identidad), me encapucharon y empezaron a golpearme y a preguntarme quién me financiaba».

Más adelante supo que aquello eran las instalaciones del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC)de la avenida Urdaneta. González detalla las torturas que padeció allí: «Me asfixiaban con bolsas de plástico y me hacían “el helicóptero”, que es tomarte del cabello y lanzarte contra las paredes». «Aún no lo he podido superar, tengo sueños con eso», confiesa.

Sus verdugos buscaban así que incriminara a otros opositores. A base de violencia, consiguieron arrancarle algún nombre, algo con lo que además la han hecho sentir culpable «hasta el día de hoy, aunque gracias a Dios los perjudicados están libres», suspira.

«Me asfixiaban con bolsas de plástico y me hacían “el “helicóptero, cogerte del pelo y tirarte contra la pared».

 

Cuenta que a los pocos días “me sacan a las cinco de la mañana y me dicen que vamos al tribunal, pero en el expediente estaba con otras personas y, al ir sola, sospeché que no íbamos a ningún lugar”.

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