Alberto Franceschi: Ni lo traigan ni lo dejen allá

Alberto Franceschi: Ni lo traigan ni lo dejen allá

1 de Enero de 2013

Los cohetes y  los rumores propalados por una nueva gama de un millón de espontáneos  de la política,  haciendo de internistas, terapeutas intensivistas  y  oncólogos, queriendo dar “tubazos” informativos, con  “datos”  filtrados desde La Habana por el G 2  a su conveniencia,   para generar posicionamientos, dejar escapar presiones, moldear matrices de opinión y sobre todo para alinear adversarios nuevos y viejos,  están  saturando  un ambiente que presagia  profundos  realineamientos ya en curso entre los factores de poder dominantes, donde los de la llamada oposición  cuentan poco o nada, puesto que sus supuestos voceros son apenas  segundones en plan de  pescar figuraciones, aunque sea para colocarse en el aparato de futuras alternabilidades, siempre en el  entendido que en el post-chavismo siga tolerándolos o incluso auspiciando.

Mientras se aclara el panorama,   hay toda clase de asomados  en el actual debate  que sigue siendo  surrealista,  porque todos fingen ser algo distinto a  sus  reales intensiones o naturalezas.





Lo más patético es ver a prominentes derechistas jugando a que la mejor alternativa es la de Diosdado,   sin percatarse que  si esto fuese cierto, están sirviéndole en bandeja de plata a los enemigos de este “hombre fuerte  a  la sucesión”   los mejores pretextos para descalificarle,  como aliado de la derecha pro yanqui.

Son tan “vivos” que  queriendo ayudar a Diosdado le generan adversarios dentro del campo chavista donde, hasta nuevo aviso, tiene el 99% de sus apoyos potenciales para disputarle a Maduro el poder real dentro de algunos meses.

Y digo meses porque si Diosdado saliera de inmediato a campo descubierto,  a  desafiar el testamento de Chávez, favorable a Maduro  como muchacho de mandado de los Castro, sencillamente  sería suicida o debería dar un viraje tan fuerte  hacia la derecha política y sobre todo económica,  que  tendría que   auspiciar un gobierno de  fuerte base militar y autoritaria.

Esta última hipótesis no se crea  que carecería de fuertes apoyos sociales,   si tiene como promesa efectiva la de elevar drásticamente los niveles de seguridad personal  y  jurídica, y empezar a poner orden en el caos  económico y político,  acentuado  por el desgobierno  de Chávez-Maduro en el último  año.

La gran rochela nacional puede durar supuestamente todo lo que toleren o  quieran dejar correr los factores de poder fundamentales,  pero deberán  recordar que mientras más  se  abra el espacio del caos institucional,  de la inseguridad y la pulverización del valor  convertible de la moneda,   más fuerte deberá ser  el viraje autoritario para parar  la tendencias centrifugas que amenazan todo el edificio social  y  del estado todo.

Hemos llegado a un punto donde no podemos sino  sentir una consternación profunda ante  el muestrario de mediocridad de nuestro liderazgo  de oposición  que en realidad apenas representan proyectos de pillaje clientelar de distinto signo ideológico,  porque es para eso que se  han preparado estos patiquines de la política, que solo se expresan en términos de frivolidad  vergonzosa  o de  inicua complicidad con  factores del chavismo en patética agonía, que de paso se permiten enrostrarnos de retruque  lo ramplón de nuestros supuestos representantes.

Quisiera insistir en el argumento sobre que la prueba más palpable que en verdad estamos cerca del fin del régimen chavista,  es que ha quedado casi pulverizada  la oposición  mediatizada, la  de todos estos años de cohabitación,  que había ejercido como el infaltable sostén de legitimidad  electoral y de “pera de boxeo”  para el chavismo arrogante  del gran jefe, ahora en posición de salida del cuadrilátero después de su último round.

Yo no sé, ni puedo dar garantías que  Diosdado  Cabello tenga en verdad, como dicen,  un plan de “desenganche”  respecto a la tiranía castrista.    Si fuese cierto que  él como Presidente de la A.N,  del PSUV y como factor militar de primer orden está apostando  a esa tesis de ruptura con la cubanización  extrema,  a la que nos llevó Chávez,  entonces  es un  hecho que si podría  convertirse en el amo  absoluto del poder político y militar,  por todo el tiempo que  necesite el reordenamiento  económico y político que esto implica, y  que pasa por abolir al propio tiempo  las aristas más nefastas del  colonialismo cubano castrista,  sobre todo su estatismo y regulaciones absurdas en  la economía que  nos están llevando a la parálisis.

Pasado el tiempo de los velorios y los duelos,  lo más importante que quedara en pie  es la urgente necesidad de remodelar el régimen político  sobre un nuevo eje.  Eso no lo puede asumir Maduro a no ser que  nos conviertan  en colonia cubana  sin ningún disimulo,  y con nuestra  aquiescencia  y  jolgorio aprobatorio.

El gobierno Maduro NO ES VIABLE  porque el mismo es  la suma de todas las  inercias de las incapacidades que ya están  aflorando explosivamente,  sin que él tenga la autoridad  para  arbitrar  el gigantesco desorden heredado de la republiqueta de Chávez.

Y el gobierno Diosdado TAMPOCO ES VIABLE  a no ser  que proponga  y  ejecute  un  profundo reordenamiento político y económico,   que impliquela ruptura con el estatuto  colonial cubano.

Como vemos,  la oposición no pinta  sino de testigo insignificante de estos duelos  de gran calibre. A  eso nos redujo el liderazgo sifrino que lo mejor que puede hacer es desaparecer y disfrutar de sus cotos de caza clientelar  que le quedan,  tras solo dejarnos  como espectadores inermes de esta crisis terminal del régimen que tanto adversamos y despreciamos pero ante el cual nos han prosternado sus conveniencias y bastardías.

Cuando titulo: “Ni lo Traigan Ni lo dejen Allá”, es una manera de describir que  el país no merece  esta situación  de impasse absoluto de sus instituciones,   todas moldeadas para ser arbitradas por el  ahora moribundo. Maduro dice que Chávez le apretó la mano con “una fuerza gigantesca”. Le tengo la mala noticia que le demostró un gran afecto…pero de despedida definitiva.