Favelas de Río con los precios por las nubes

Favelas de Río con los precios por las nubes

Hace cinco años, las favelas de las colinas de Río de Janeiro tenían tan mala fama que eran prácticamente una zona prohibida, controlada por traficantes de drogas y donde nadie ponía un pie si no era de la zona.

Desde del 2011, sin embargo, la policía asumió el control de decenas de favelas y las cosas han cambiado tan drásticamente que algunos de esos barrios se cotizan hoy a precios altísimos, tan altos que dos europeos recientemente entablaron una batalla legal por una desvencijada casucha en una favela.

(foto AP)

El “programa de pacificación” de las favelas es parte de una campaña para hacer de Río una ciudad segura con miras a la Copa Mundial del 2014 y a los Juegos Olímpicos del 2016. Las tasas de asesinatos han bajado y SecoviRio, agrupación que representa a los agentes de bienes raíces de la ciudad, calcula que 72 horas después de que la policía asumió el control de las primeras tres favelas, los precios de las propiedades subieron un 50%. Y no han dejado de trepar desde entonces.





En la favela de Vidigal, brasileños de clase media y extranjeros que no están en condiciones de comprar en los barrios caros se pelean por propiedades que se asoman sobre las playas de Copacabana e Ipanema.

“Antes uno pronunciaba la palabra ‘favela’ y la gente pensaba en tráfico de drogas, metrallas, granadas y secuestros”, comentó Anderson Ramos, agente de la Inmobiliaria V.D.G., la primera oficina inmobiliaria de Vidigal. “Pero ahora tú dices ‘favela’ y piensan en la pacificación y en buenos negocios inmobiliarios”.

“Vemos gente de clase alta, millonarios, músicos famosos que prácticamente hacen cola” para ver qué consiguen, agregó.

Andreas Wielend, uno de los dos europeos que se pelean por una propiedad en Vidigal, hizo tremendo negocio cuando compró una casa abandonada a un empresario alemán a fines del 2009. Tan bueno fue el negocio que el viejo propietario se arrepintió y cuando Wielend se fue de vacaciones en el otoño pasado, fue a la vivienda y le cambió las cerraduras.

“Fue increíble”, dijo Wielend. “Esta casa era mi bebé. Trabajé mucho para renovarla y van y me sacan de una patada con argumentos falsos. Fue algo surreal”.

Igual que Wieland, numerosos compradores acaudalados tratan de adquirir propiedades con vista al mar en Vidigal que son consideradas una bagatela en una ciudad donde los precios de las viviendas figuran entre los más altos de América Latina.

“Odio usar la palabra moda, pero las favelas están de moda. Es la primera vez que eso sucede”, comentó Leonardo Schneider, vicepresidente de SecoviRio.

Las favelas datan de fines del siglo XIX, cuando veteranos del ejército que buscaban viviendas baratas se instalaron allí. Los barrios comenzaron a expandirse de forma desorganizada, sin planificación, y en muchos todavía no hay cloacas ni electricidad. Por generaciones fueron el hogar de migrantes pobres y en los años 70 se instalaron allí bandas de narcotraficantes.

Cuando Wielend compró su vivienda, la casa había estado abandonada por mucho tiempo y no tenía baño, cocina ni puertas. Pero contaba con una vista espectacular de la selva de asfalto de Río y del océano Atlántico. El alemán que se le vendió, quien era propietario de decenas de casas en Vidigal, pedía 20.000 reales, o 10.000 dólares.

Wieland tenía visión y la compró a pesar de que sus vecinos eran delincuentes.

“Fue un poco como comprometerse a vivir a la ‘Robinson Crusoe’, en una isla remota donde todo es precario e improvisado”, manifestó el hombre de 35 años, un ingeniero de telecomunicaciones que vino a Brasil con la firma electrónica alemana Siemens. “Lo asumí como una inversión bien arriesgada”.

Pronto vino el gran cambio. Cientos de policías irrumpieron en Vidigal, expulsaron a los traficantes y establecieron una presencia permanente. Ya se han establecido 28 unidades pacificadoras en decenas de favelas y se esperan otras 12 unidades este año.

Hay estudios que indican que hay menos homicidios. En Vidigal anuncian la construcción de un hotel boutique de lujo con una piscina en el techo y la fabricante de neumáticos Pirelli filmó parte de su calendario de mujeres bonitas para el 2013 en Dona Marta, que en el 2008 pasó a ser la primera favela pacificada.

El Banco de la Reserva Federal de Nueva York estima que un 15% del aumento del 168% que hubo en los precios de las propiedades entre enero del 2008 y marzo del 2012 es atribuible a la pacificación y una merma en la delincuencia.

El agente inmobiliario Ramos dijo que hace poco vendió en 25.000 dólares varias viviendas por las que no hubieran dado ni 5.000 dólares hace unos pocos años.

“La gente se da cuenta de que las favelas son algo de moda y mucha gente quiere aprovecharlo”, expresó. “Para los residentes de la zona, el hecho de poder vender su pequeño departamentito de un ambiente en Vidigal y comprar una casa grande, de tres dormitorios y jardín, en otro sector de Río es como un sueño hecho realidad”.

No todos piensan lo mismo. Hay quienes dicen que los pobres pueden verse obligados a irse de la favela por el alza de los precios y por las presiones de las empresas de construcción que quieren comprar sus casas.

Schneider, de SecoviRio, reconoció que la composición demográfica de la ciudad puede cambiar. Una cuarta parte de los 6 millones de personas que viven en Río habitan en 1.071 favelas.

“En los próximos 15 años, la gente rica va a comprar casas y las empresas de construcción van a construir condominios en algunas favelas bien ubicadas, con buenas vistas”, expresó Schneider. “Naturalmente, los pobres van a tener que irse a otro sitio y ciertas favelas, como Vidigal, van a convertirse en barrios de lujo”.

Wielend, entre tanto, ganó un recurso judicial para que le devuelvan su propiedad. Dice que remodelará el recinto y reabrirá el hostal y salón de fiestas que alquilaba ahí.

O, quizás, lo venderá. Dice que le han ofrecido 300.000 dólares, 30 veces lo que pagó, pero que no aceptará nada menos de 750.000.

“Suena quizás como mucho, pero en realidad podría ser una ganga”, comentó Wielend, mientras miraba hacia el mar desde su terraza rayada y agrietada. “Quién sabe y en diez años esto será la propiedad más valiosa de Rio de Janeiro”. AP