Feligreses veneran a la Divina Pastora

Feligreses veneran a la Divina Pastora

Una multitudinaria procesión de cantos, alabanzas y plegarias acompañarán este 14 de enero la imagen de la Divina Pastora, desde su santuario, la iglesia de Santa Rosa, hasta la Catedral de Barquisimeto, en un peregrinaje de 7,5 kilómetros de recorrido de la virgen sobre los hombros de su pueblo.

Unos caminarán toda la procesión en pago de una promesa, otros recorrerán un tramo. Algunos de los devotos recorren parte del trayecto de rodillas, otros esperarán la sagrada imagen en algún tramo de la vía que comprende las avenidas Lara, Morán y Venezuela de Barquisimeto.





En este tradicional acto de fe algunas madres visten a sus hijos de pastorcitos o pastorcitas, como pago de una promesa por salud, otros usan indumentarias de color púrpura, emulando las vestiduras del Nazareno con la cruz de madera incluida y la caminando descalzos buena parte del peregrinaje.

Este último es el caso de César Adam, barquisimetano que padece de una extraña enfermedad, con la que ha ido perdiendo su capacidad auditiva paulatinamente. Adam dijo: “He perdido 56 decibeles del oído izquierdo y 58 del derecho. Le he pedido a la Divina Pastora que me ayude a sanarme”.

Para estos fines le ha prometido a la virgen realizar la procesión descalzo desde el pueblo de Santa Rosa hasta la Catedral de Barquisimeto.

“Éste es el segundo año que lo hago. La Divina Pastora es milagrosa y sé que me ayudará”, indicó Adam, que prepara sus pies para este nueva caminata descalzo sobre el asfalto caliente de calles y avenidas barquisimetanas.

La historia del culto a la Divina Pastora

El párroco de la iglesia de Santa Rosa, Pablo Fidel González, recordó que este culto por la Divina Pastora se inició en Sevilla, España, hace más de 300 años.

Recordó que una madrugada de 1703 Fray Isidoro, un sacerdote capuchino de esta localidad española, tuvo un sueño, en el que aparecía una virgen sentada sobre una piedra, vestida con un largo traje, un sombrero y un bastón.

Fray Isidoro, que era uno de los más fervientes seguidores de la congregación mariana: La hermandad caracterizada por la adoración por la Virgen María, contó que la virgen cargaba un niño en su regazo y estaba rodeada de ovejas.

Dicen que el sacerdote se levantó aquella mañana y se dirigió a casa de un amigo, el pintor Miguel Alonso de Tovar, a quien le contó el sueño y le pidió que le pintara en un lienzo la imagen de esta virgen, tal y como se le había aparecido en el sueño providencial y divino.

En la fiesta de la Natividad de la Virgen María de aquel año, el sacerdote sacó el lienzo como estandarte en la procesión que se realizaba desde la Parroquia Santa Gil hasta la alameda de Sevilla, “causando una grata impresión entre los feligreses”, dijo González.

Desde aquel día nació la devoción por la Divina Pastora de las Almas, como se le conoció originalmente a esta imagen que evoca a la Virgen María, la madre de Jesús. Esta devoción se extendió por el mundo cristiano occidental, consiguiendo en Barquisimeto, en el estado Lara, una de sus más fervientes expresiones de fe religiosa.

Santa Rosa: Una confusión milagrosa

A principios del siglo XVIII llegó a la iglesia del pueblo Santa Rosa de Los Cerritos, cerca de Barquisimeto, un sacerdote de nombre Sebastián Bernal, con la misión de seguir el proceso de evangelización.

El actual párroco de la iglesia de Santa Rosa, Pablo Fidel González, agregó que en 1736 el sacerdote Bernal encargó a un reconocido escultor español una réplica de la Virgen Inmaculada Concepción para la iglesia de Santa Rosa.

El vicario de la iglesia Concepción de Barquisimeto, a su vez, había encargado al mismo escultor hacer una imagen de la Divina Pastora para este templo, catedral de la ciudad en aquella época.

El escultor se equivocó y envió la imagen de la Inmaculada Concepción a la iglesia de Barquisimeto y la imagen de la Divina Pastora a la iglesia del pueblo Santa Rosa de Los Cerritos, ubicado en las afueras de la ciudad. Cuando el sacerdote Bernal se percató del error, ordenó que la imagen de la Divina Pastora fuese llevada a Barquisimeto.

No obstante, cuando los indígenas encargados de llevar la virgen intentaron levantar el cajón en el que se encontraba la imagen de la Divina Pastora, la estructura de madera pesaba en extremo, al punto que indígenas y españoles no pudieron alzarla del piso.

El sorprendido padre Bernal comunicó la noticia al vicario de Barquisimeto. Éste ordenó que la imagen de la Divina Pastora permaneciera en Santa Rosa, “interpretando este acto como la voluntad de la virgen de permanecer en este pueblo”, señaló González.

Agregó que el terremoto de Barquisimeto, del 26 de marzo de 1812, es uno de los acontecimientos que contribuyó al crecimiento del culto de la Divina Pastora. Este fenómeno natural destruyó parcialmente al pueblo de Santa Rosa, incluida la iglesia.

Sólo el nicho en el que permanecía la imagen de la virgen quedó milagrosamente intacto, lo que contribuyó a reforzar la creencia de que la virgen deseaba quedarse en Santa Rosa para cuidar y para proteger a sus pobladores.

(foto Anakav74)

Un milagro emblemático de la virgen

El otro suceso histórico trascendental que catapultó el culto de la Divina Pastora aconteció en 1856, cuando una epidemia de cólera azotó a Barquisimeto, como sucedía en otras zonas de Venezuela y de otros países de América Latina en aquella época.

El cronista de Barquisimeto, Ramón Querales, señaló que la epidemia del cólera “acabó con miles de vidas sin que poder humano alguno pudiera impedir el desastre, por la pobre preparación médico-sanitaria de Venezuela de aquella época y la incapacidad de enfrentar emergencias de esa magnitud”.

Los habitantes y las autoridades de aquel tiempo, desesperados, trajeron en procesión a la Divina Pastora de Santa Rosa a Barquisimeto, como una súplica al Dios Supremo para que terminara la epidemia.

El historiador y sacerdote Nectario María relató que el párroco de la iglesia Claret de Barquisimeto, el presbítero Macario Yépez, imploró a la Divina Pastora que acabara con este sufrimiento del pueblo.

El sacerdote pidió convertirse en la última persona en morir de cólera en la ciudad. La promesa se cumplió. El padre Macario Yépez murió de cólera días más tarde y desde entonces la epidemia desapareció de la ciudad. La desaparición del cólera se le adjudicó a un milagro de la Divina Pastora.

Desde entonces, cada 14 de enero la Divina Pastora sale en procesión sobre los hombros del pueblo desde la iglesia de Santa Rosa hasta la Catedral de Barquisimeto.

Con cada nueva procesión aumenta la devoción por esta inmaculada imagen religiosa de sombrero, bastón, ovejas alrededor de su trono y que carga en su regazo a un pequeño que representa al Niño Jesús.

La veneración también aumenta en la misma proporción que la virgen cumple promesas de salud, paz, bienestar y otros favores, que estimulan al pueblo venezolano, cada vez más, a acompañarla cada 14 de enero en este multitudinario peregrinaje de 7,5 kilómetros de fe y devoción. AVN