Damián Prat: ¿Y los jubilados de Sidor?

Son alrededor de 3 mil trabajadores que se jubilaron como sidoristas y que alguna vez y por muchos años entregaron su vida y su esfuerzo a Sidor y la producción siderúrgica nacional. Como sucede con casi todos los jubilados, el gobierno se ocupa muy poco, les retrasa los beneficios justos como las homologaciones salariales, pero tampoco encuentran respuestas ni en la empresa ni en las organizaciones gremiales cuando éstas anteponen sus simpatías e intereses partidistas con el gobierno antes que la defensa de sus agremiados.

Me escriben varios jubilados. Hablo con otros. Su relato-denuncia indica que la última vez que les homologaron los salarios fue en 2011. “En una reunión nos prometieron un ajuste hasta alcanzar la homologación al sueldo mínimo del activo que realiza actualmente nuestro trabajo”, explican y al mismo tiempo advierten que nada se cumple.

La mayoría de estos sidoristas jubilados tuvieron desde 2005 a 2008 el ingreso extra y sustancial que producían sus acciones como co-propietarios de Sidor. Son “accionistas B”. Era una gran ayuda para pasar los años del retiro en condiciones más justas y dignas. En los primeros años de la transnacional, las pensiones de jubilación eran muy injustas. Tras la estatización y la lamentable ruina consiguiente por la irresponsable forma como el gobierno manejó y maneja a Sidor (nunca, en su antigua época estatal, fue tan mal manejada ni el Estado la arruinó como ahora) más nunca recibieron esas ganancias. Y, ya sabemos, el gobierno se ha negado sistemáticamente a reconocer el pago de esas acciones pero en cambio sí le pagó generosamente a la transnacional. Cosas de la anti patria y el anti obrerismo del gobierno que hace bla bla de “revolución y soberanía” mientras practica lo contrario.





Me explican que en la última reunión entre la Empresa y la Asociación de Jubilados de Sidor, la empresa informó que los ajustes pendientes serían dados cuando la empresa tuviera dinero, tuviera ganancias. El problema, claro, es que el mismo gobierno arruina a Sidor con el abandono de las inversiones, el abandono del mantenimiento. Y por tanto, la condena a estar peor cada día en producción y por tanto en posibles ganancias. Peor aún, las pérdidas aumentan. Los jubilados, entonces, pagan los platos rotos de la incapacidad rojita. Solo la lucha y el hacerse sentir, los puede ayudar. Esta columna trata de ser un punto de apoyo.

TIP 1: Curioso “patriotismo”. Ahora hay banderas de Cuba, junto a la de Venezuela, en varias instituciones oficiales. ¿A cuenta de que? El cogollo partidista del gobierno viaja a Cuba, pero solo Nicolás Maduro puede ver a Chávez en su lecho de enfermo. Los demás, junto con Maduro, solo van a reunirse con Raúl Castro en lo que ellos mismos califican de “reuniones políticas”. ¿Por qué las decisiones políticas del alto nivel gubernamental deben discutirse con el gobernante de otro país?

TIP 2: El fanatismo irracional. Leo a algunos militantes oficialistas que con un supuesto patriotismo exacerbado, reclaman que “todos debemos apoyar el discurso del embajador (el ex copeyano) Chaderton porque el embajador de Panamá insulta a nuestra patria”. Esos mismos militantes aplaudían a rabiar al mandatario de Nicaragua cuando en suelo caraqueño se dedicaba a insultar a la mitad de los venezolanos y a la casi mitad de los diputados venezolanos. ¿Puede el fanatismo cegar a esos oficialistas como para no ver la inaceptable conducta de Ortega?

TIP 3: Nueva York. Leo el informe presentado por las autoridades de la ciudad de Nueva York como balance sobre seguridad ciudadana en 2012. Es impresionante. Ocurrieron tan solo 414 homicidios en todo el año y en una ciudad que tiene casi la mitad de habitantes que toda Venezuela. En 2012 en Venezuela ocurrieron más de 20 mil crímenes. Solo en Ciudad Guayana hubo muchos más homicidios que en New York, diez veces más poblada. Los estudios indican que la de NY es la cifra más baja en 40 años. La “fama” de ciudad violenta parece haber sido derrotada por un plan bien llevado por sus autoridades. ¿Por qué en Nueva York, como en Medellín, Bogotá e incluso Río de Janeiro han logrado revertir una realidad tan triste y negativa? ¿Por qué aquí el gobierno jamás ha intentado nada?

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