Damián Prat: Actuar, luchar, protestar…

Actuar, luchar, protestar…

¿acaso está reñido con hacerlo con inteligencia?
(…y II)

La Mesa de la Unidad (MUD) ha sido el logro más importante en muchos años de la oposición democrática, la que quiere cambio para el progreso, porque la ha dotado de unidad (se dice fácil pero es fantástico), la ha dotado de una dirección común, ha establecido “reglas y normas” que permitieron, por ejemplo, ese exitazo histórico de las primarias con participación de 3 millones de personas y a partir de allí una candidatura presidencial de Unidad que logró hacer crecer a la alternativa de cambio hasta casi 7 millones de votos aunque sin lograr el anhelado triunfo.





Esa Unidad y esa MUD, sin embargo, distan mucho de ser “perfectas”. Tiene unas cuantas flaquezas que debe superar y corregir. No sólo porque la integra gente “de carne y hueso” y organizaciones con virtudes y defectos. No debe ser fácil integrar a tantos diferentes, porque la oposición venezolana -igual que los ciudadanos- es diversa y plural. Y eso que, afortunadamente, no está llena de los “señorones” que dicen ser “notables” y se apropian de la “sociedad civil” aunque no tienen tras de sí ninguna organización ni labor política o social en comunidades y pueblos.

La MUD no es una especie de “gran partido político”, sino el sitio de encuentro de 20 o más organizaciones políticas con diversa implantación y fuerza. Mucho menos es un partido con “una voz de mando” al estilo de la que Chávez impuso en el PSUV. En la oposición hay que discutir, buscar consensos, articular entendimientos. En el chavismo, ya lo dice su nombre, una sola persona ordena y el resto obedece. Además, con el control absoluto de la gigantesca riqueza del petro estado. Y sin embargo, constantemente, tienen fricciones. Para buena suerte de esa mitad del pueblo venezolano que quiere cambio, el vocero principal de la MUD es alguien como Ramón Guillermo Aveledo, cuya capacidad política, no sólo de lograr acuerdos sino de reaccionar con posiciones de gran calidad política, con prontitud y oportunidad, ayudan a superar carencias. El tiempo juntos, además, parece que les ha ido dando mayor compenetración y por tanto más agilidad.

Una clave es la participación de las personas. Luchar, luchar y luchar, es indispensable. Hacerlo, no sólo con voluntad sino con habilidad e inteligencia también es fundamental. La conducción política firme e inteligente es decisiva. Embestir como toro enceguecido, cada vez que el gobierno atropella o viola la Constitución o cuando lanza “peines” provocadores, no sirve de nada. Hay que denunciar y luchar cada atropello, pero hacerlo siempre con el norte de sumar y ganar. Creer que cada tema es una batalla “al todo o nada” sólo nos lleva a las derrotas profundas y costosas de 2002 a 2005. Tan malo es ser indiferente o rendirse como pretender superar un muro a cabezazos.

La campaña de Capriles, por ejemplo, logró cosas muy exitosas. Por un lado con un impresionante esfuerzo personal pero sobre todo, con un discurso que intentaba -y en parte logró- quebrar la polarización histérica y manipuladora inducida desde el gobierno. El candidato puso un empeño de admirable disciplina, en hablarle “al centro”, al ciudadano que sin ser “opositor convencido” tampoco era “chavista fanatizado”. Si hubiera hecho un discurso “ultra” dirigido al opositor, habría logrado más aplausos pero menos votos. Muchos menos. Porque oposición que hace política dirigida sólo a sus grupitos más ultras, termina por aislarse y encogerse. Hace falta, pues, corazón pero también inteligencia. Unos cuantos cientos de miles de votos, quizás más, provinieron de allí.

Carencia clave. No obstante, por ejemplo, se avanzó poco, casi nada, en llegarle a la parte más pobre del pueblo. El mensaje no fue directo y contundente para aquellos que sobreviven con empleos precarios y dependiendo de las ayudas gubernamentales. Allí está el resultado. Tras 14 años, el volumen de gente que sobrevive sin empleos dignos y estables que lo independizarían son tantos o más que antes. La “revolución” se nutre de allí. Para ellos hubo escaso mensaje directo de la oposición, como hay poca participación activa en sus luchas sociales por parte de los activistas de los partidos. Corregir eso a fondo es clave. Decisivo.

Otra debilidad es organizativa y de relaciones estrechas, orgánicas con la gente. Lo sucedido con las elecciones de gobernador fue una muestra clara. La derrota del 7-O fatalmente debía causar desánimo. Eso es inevitable, pero en la insuficiente capacidad para recuperarse influyó mucho que las campañitas malsanas “frauduleras” (en parte estimuladas por el gobierno y en parte por los grupitos abstencionistas) fueron creídas por bastante gente. ¿Por qué se tragaron tantas mentiras e inventos? En parte porque faltan o son débiles los canales orgánicos y permanentes de interacción. Entonces sale un mitómano e inventa que “Fidel cambia los votos” o que “a Capriles lo apuntaron con un tanque de guerra” y hay quien lo cree.

Relanzar la MUD. El anuncio luce interesante. Estaremos pendientes. Será con un denso documento a ser presentado mañana miércoles 23 de enero en el acto que se hará en Caracas en Parque Miranda.

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