Aún hay reclusos que no aparecen en las listas de Uribana

En la entrada principal del Centro Penitenciario de Centro Occidente, mejor conocido como Uribana, en Lara, se rememora casi exactamente lo que fue el conflicto de Rodeo I y II en 2011, y La Planta en 2012: montones de angustiadas mujeres por conocer el paradero de sus esposos e hijos después de la incursión de la Guardia Nacional en el penal el viernes pasado.

THABATA MOLINA / El Nacional

Muchas ya saben que sus hombres están en otros retenes; otras están tranquilas porque les dijeron que están aún en Uribana, pero hay un pequeño grupo que no sabe adónde fueron a parar sus presos después de cinco días porque no aparecen en las listas de trasladados, muertos ni heridos. Dicen que permanecerán ahí, bajo el sol, en medio del tierrero y la pudrición que sale de la cloaca que viene del penal, a la espera de que alguna autoridad les diga dónde están sus familiares.





Ellas elaboraron su propia lista. En la última que se hizo ayer antes del mediodía eran, por los menos, 35 los desaparecidos. Los han buscado en las morgues tanto del Hospital Militar como en la del Hospital Central de Barquisimeto.

“Nos han dicho tantas cosas. Los que ya salieron trasladados dicen que fueron mucho más de 58 muertos; ellos tuvieron que cargarlos. Lo que nos dicen es que deben estar enterrándolos dentro del penal, pero suponemos que jamás lo sabremos”, dijo Ingrid García, hermana de un recluso.

El personal del Ministerio del Servicio Penitenciario y la GN dejaron pasar agua y comida a los 300 presos que quedan en el área de Rodeíto, ayer después del mediodía. Después de que pasaron los paquetes, Nelson Bracca, director de Uribana, les anunció desde la cerca de la entrada que el jueves posiblemente puedan ingresar al galpón en el que están los presos.

“A los heridos les van a dar medidas humanitarias para que se los lleven a sus casas. Aquí se acabaron las armas. La ministra –Iris Varela– me dio tres meses para la restauración de esta cárcel y se van a construir tres fábricas para que ellos trabajen”, dijo Bracca a los familiares.

 

Se lavaron las manos

Rosa Colmenárez no sabe del paradero de su hijo desde el sábado. El nombre de Víctor Manuel Colmenárez, de 20 años de edad, es uno de los que no aparece en ninguna de las listas publicadas por el Ministerio del Servicio Penitenciario.

“Uno de los muchachos que estaba con él me dijo a mí que cuando iban saliendo le dieron un tiro en la cabeza, pero es lo único que sé. Ya lo busqué en la morgue y he revisado mil veces todas las listas, pero no aparece. El director y la ministra se lavaron las manos con la masacre que aquí ocurrió”, relató la mujer, con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas. Alrededor de ella otro grupo de mujeres le daba apoyo moral y aseguraban que era preferible saber que el recluso estaba muerto y que apareciera el cadáver, que continuar con la angustia de saberlo desaparecido.

 

Que sigan esperando

Otro de los reclusos que no aparece es Miguel Ángel Álvarez Ruiz, de 18 años de edad, que apenas tenía tres meses dentro de la cárcel. Su madre prefiere no identificarse pues teme que las autoridades desestimen su llamado de apoyo si da su testimonio. Cada cierto tiempo la mujer se acercó al autobús destartalado en el que fueron adheridas las listas, pero con cada acercamiento crecía su angustia. “Nos dicen que sigamos esperando; dicen que falta una lista de gente que llevaron a Trujillo, que hay otras en los hospitales, pero ya buscamos y nada. ¿Cuánto tiempo más tenemos que estar aquí sin que nos hagan caso? El director nos amenaza; no quieren que se sepa lo que realmente pasó allá adentro y mientras seguimos aquí afuera sin saber nada de nuestros hijos”, dijo la madre de Álvarez.