José Toro Hardy: La oportunidad la pintan calva

Mucha gente se queja de que la oposición luce desmotivada y confundida. Sin embargo, quisiera analizar la otra cara de la moneda. Lejos de estar desmotivada, la oposición debería estar en su mejor momento. Nunca a lo largo de los últimos quince años, se le ha presentado una ocasión como esta. Veamos:

Sin duda, el presidente Chávez ha establecido una suerte de conexión mágico-religiosa-santera con algunos sectores de la población venezolana. Ese vínculo lo ha logrado gracias a que ha sido uno de los más extraordinarios oradores que se recuerda en la historia de Latinoamérica. Fue capaz de hipnotizar multitudes con un discurso vibrante, populista y lleno de patrioterismo. Distribuyó los recursos en forma de dádivas, tanto en el país como en el exterior. Esos recursos, bien invertidos, se hubiesen podido traducir en crecimiento económico y bienestar social sustentable, en lugar de un carnaval de consumo que está llegando a su fin.

Cabe preguntarse, ¿cuál es ahora la situación?





Pues bien, ese Presidente dotado por el TSJ de un cuestionable permiso indefinido, no luce en condiciones de asumir sus funciones por el resto del período para el cual fue elegido. Su imagen, endiosada por el pueblo, difícilmente estará en capacidad de enfrentar el gobierno. El vozarrón que seducía a las masas será ahora un chorrito de voz, después del largo período en terapia intensiva y de la traqueotomía que se dice le practicaron.

No existe en el PSUV ninguna figura que pueda reemplazar al líder porque a lo largo de tres lustros éste no permitió que surgiera. Se trata de una situación muy similar a la que experimentaron AD y Copei en su momento cuando se le bloqueó el paso a las generaciones de relevo. Las divisiones, hasta ahora soterradas, comenzarán a estallar en el sector oficialista.

El ventajismo que ha caracterizado a ese sector también puede revertirse en su contra. Es una cuestión de percepciones. Los abusos del CNE modificando circunscripciones electorales, cambiando fechas de elecciones a su antojo y negando una completa auditoría del padrón electoral, terminarán por minar al régimen, que ya está cuestionado ante la ausencia de equilibrio de los poderes públicos. Las cadenas de Maduro no tendrán el mismo efecto que las de Chávez. Casos como el de la jueza Afiuni, el comisario Simonovis, el desconocimiento de decisiones en materias de DDHH y tantos otros, están mostrando la cara ácida del régimen. La falta de legitimidad de desempeño, sumada a las dudas sobre la legitimidad de origen -que retumba en el país ante la decisión de la Sala Constitucional del 10E- terminarán por desencadenar un reflujo en la opinión pública. Así funciona la historia, en base a flujos y reflujos del favoritismo popular.

Más allá de eso, los intentos por imponer un modelo económico que fracasó en todos los lugares del mundo donde se intentó, están rindiendo sus frutos; pero serán frutos de amargura.

Enfrentaremos una crisis económica que Moisés Naím ha calificado de “épica” y que se caracterizará por una inflación mayor a la que ya padecemos, una escasez sin precedentes y un desempleo que ni siquiera las máscaras oficiales podrán esconder. El aparato productivo del país, destrozado por las distorsiones que le han impuesto todo tipo de controles (incluyendo los de cambio y precios) difícilmente será capaz de responder ante la insuficiencia de divisas que le permita importar los insumos que requiere. Tampoco alcanzarán los dólares.

Una caída en los niveles de bienestar llevará también a la población a cuestionar la entrega de recursos a otros países. La generosidad empieza por casa y cuando las dificultades arrecien, ya nadie verá con simpatía las larguezas con las cuales el gobernante ha comprado el apoyo de otras naciones.

Como si fuera poco hay la percepción generalizada de que decisiones que tienen que ver con nuestra defensa, seguridad, justicia, educación y salud se están tomando desde el exterior en una suerte de “outsourcing” otorgado a otro gobierno de funciones públicas fundamentales.

Vienen, pues, tiempos de arrepentimiento. La sociedad exige un cambio de rumbo.

Quiero con esto hacer un llamado a los líderes de nuestra oposición. La unidad es imprescindible. Las condiciones están dadas. Llegó la hora. El adversario nunca había estado tan débil. El futuro depende de ustedes. Muchas veces los dichos populares están cargados de sabiduría: 

“La oportunidad la pintan calva”. 

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@josetorohardy