Hoy más que nunca me siento orgulloso de pertenecer a una organización política que me dio la oportunidad de entender que para cambiar las cosas debíamos participar, una organización política que apostó por la juventud como camino a la renovación y que ha promulgado el valor de la justicia como su principal bandera. Estoy orgulloso de ser justiciero, de pertenecer a las filas de un partido que ha ido creciendo por el trabajo de su militancia y no a costa de los dineros del Estado. Creemos en una nueva manera de hacer política, esa que pone al partido al servicio de la gente y no a la gente a servirle a un partido que se confunde con el Estado.
Para ganar votos nuestra mejor carta es que la gente conozca las gestiones exitosas que desarrollan miembros de Primero Justicia en todo el país. Gobernantes que no necesitan vestirse de amarillo todos los días para que su pueblo los identifique. Son reconocidos por su eficiencia, su capacidad para incluir sin discriminación y por creer en la educación como camino al progreso. Tampoco necesitamos meternos en el lodo de la descalificación y la injuria para demostrar fuerza, no hay nada que demuestre más debilidad que el ataque. La desesperación es mala consejera y de desesperados está lleno el cementerio de los políticos.
El show de la Asamblea Nacional no debería merecer mayor atención, tamaña payasada en medio de la incertidumbre de no tener presidente en ejercicio en el país lo único que genera es sospecha. Sobre todo porque para denunciar hay que tener autoridad moral y en el PSUV eso está tan escaso como la azúcar y la harina de maíz. Se paran con la prepotencia acostumbrada elevando el dedo acusador, sin saber que cuatro dedos los señalan.
No entraré aquí a condenar a nadie, ese trabajo solo le corresponde a la justicia y a nadie más que la justicia. Pero el pueblo los conoce, sabe quiénes son, identifica sus propiedades, sus chanchullos, sus testaferros, sabe que antes vivían en Catia y que ahora se mudaron al country. La gente habla de ellos como los boliburgueses, los llamados “nuevos ricos”, pero paradójicamente los vemos tratando de dar cursos de moralidad y buenas costumbres.
Cuando vemos a alias “pimentón” y alias “Louis Vuitton” denunciando supuestos actos de corrupción, lo primero que la gente se pregunta es ¿Dónde quedó la carretilla de denuncias que se consignó contra Diosdado Cabello en la contraloría? También nos preguntamos ¿Será que Pedro Carreño obtuvo las pruebas a través de las antenas de televisión satelital? Nada más risible que escuchar a estos señores dándose golpes de pecho y verlos rodeados de privilegios.
Ellos solo se reflejan en sus acusaciones y el tiempo se encargó de demostrarlo. En la campaña presidencial vimos como invirtieron una chorrera de plata en una campaña sucia contra Henrique Capriles, diciendo que era un neoliberal que aplicaría un paquetazo económico. Pero son ellos los que lanzan un paquetazo económico un viernes de carnaval, ahora no dudo en pensar que las denuncias contra Primero Justicia buscaban distraerlo para que usted no se diera cuenta que el único que lo roba es el gobierno: Hoy somos 46% más pobres porque se gastaron toda la plata en una campaña para acusar al contrario de lo que ellos harían.
La justicia es equidad, por eso lo menos que esperamos de los órganos del Estado es que si han decidido investigar a miembros de Primero Justicia, desempolven las decenas de denuncias que se han presentando contra funcionarios del gobierno. Al menos para disimular que la lucha contra la corrupción es verdadera, desde este lado de la acera hemos aceptado el reto, aún cuando sabemos la subordinación de los jueces al poder. Mientras ellos siguen su show, nosotros seguimos trabajando por la gente ¡Justicia está en la calle y no tenemos miedo!
@Brianfincheltub