Juan Carlos Sosa Azpúrua: Jimmy CEO

SADIM C.A. hizo asamblea de accionistas y los votos de unos “jkrowlísticamente” valían más que los de otros; y de cien nombres, del sombrero sacaron trescientos. Paco fue electo CEO y Jimmy aceptó “la voz de la mayoría”. A pocos días, Paco se esfumó y los comités son dirigidos por Platanacio, el pichón de Harry Potter que afirma: “tranquilos, él está chévere, sigamos”. SADIM se amotinó. Con palos y piedras, desfila el sindicato. Los números rojos muestran las lenguas con sabor a despido, sueldos de arena y deudas “gallo pelón”; pero la pregunta sobre el paradero de Paco es la pelota de un frontón que lee: “calma, todo bajo control”. Los proveedores, prestamistas y socios de SADIM no duermen, tener a un espectro como garante de sus reclamos no sabe a leche tibia y sí asusta. Hasta que el sabor es tan rancio, que sin trucos repetidos Platanacio no hará el hechizo del poder eterno.  Los accionistas parecen entender que una cabeza competente invertiría las letras de SADIM; tienen que actuar.  Se reúnen y Luisito exige que, antes de celebrar la asamblea, se limpien las listas y las reglas de elección con una auditoría de verdad; y que Platanacio sea vetado. Pero Jimmy se opone: “sin Paco atravesado, yo ganaré”. Luisito implora que sea otro: “este Jimmy no defendió ni defenderá nuestros derechos”. Pero los fanáticos del terco aspirante lanzan tomates a Luisito, pateándole el trasero cuando grita: “Platanacio repetirá el truco y se adueñará de SADIM”. Jimmy y sus amigos corean: “no hay tiempo para exquisiteces”. Y así llegó el momento. Se consultó a los cien que los polvos mágicos vuelven trescientos, Jimmy felicitó a Platanacio: “porque usted ganó”. SADIM no se volteó y Luisito se largó. “Jimmy será CEO en seis años”, se escucha la voz que se escapa de las alcantarillas.

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