Los últimos momentos de libertad de los cardenales antes del cónclave

Los últimos momentos de libertad de los cardenales antes del cónclave

(Foto Afp)

Con un poco de turismo y buena mesa, los cardenales electores aprovechaban sus últimos momentos de libertad antes de entrar el martes en cónclave, donde estarán aislados del mundo exterior hasta la elección del nuevo papa, el número 266 de la historia de la Iglesia católica.

Cardenales estadounidenses y británicos fueron vistos en los restaurantes de la capital italiana, durante las pausas que les dejan las congregaciones generales (reuniones previas al cónclave) que sirven para definir el perfil del próximo pontífice y discutir los problemas y desafíos de la Iglesia.

“Es muy difícil no comer bien en Roma”, aseguró el arzobispo de Boston, Sean O’Malley, unos de los 115 cardenales con derecho a voto (por tener menos de 80 años) que entrarán en la Capilla Sixtina para designar al sucesor de Benedicto XVI.





El martes por la mañana todos los cardenales se instalarán en la Casa Santa Marta, su residencia durante el cónclave, donde estarán aislados del mundo para respetar el secreto que exige la elección de un papa.

Los célebres ‘paparazzi’ de Roma se han olvidado por unos días de las estrellas del cine y los jugadores de fútbol para ir a “cazar” a los cardenales que circulan por la ciudad.

La última edición de la revista del corazón italiana “Chi”, conocida en todo el mundo por haber publicado el año pasado las fotos de la duquesa de Cambridge en ‘topless’, dedicó dos páginas al cardenal estadounidense Roger Mahony, en las que se le ve bebiendo vino en un restaurante.

Este purpurado es uno de los que está en el punto de mira de las asociaciones por haber encubierto presuntamente casos de abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia.

Turismo en la ciudad eterna

Otro cardenal, el francés Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, se ha convertido en una estrella mediática en los últimos días gracias a su bicicleta, con la que se desplaza a toda velocidad por las estrechas calles de Roma.

Por su parte el británico Cormac Murphy O’Connor, exarzobispo de Westminster, evocó en términos poéticos la ciudad recordando su primera visita en 1950 cuando Roma era “un pueblo eclesiástico encantador”.

Su colega estadounidense, el arzobispo de Washington Donald Wuerl, que vivió varios años en Roma y habla muy bien italiano, fue fotografiado dando las gracias a un cocinero de un restaurante de cocina tradicional italiana cerca del Vaticano.

El arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, envió una carta a sus feligreses explicando sus rutas gastronómicas en Roma.

“Hasta ahora no he encontrado pan integral irlandés, corned-beef o whisky. Pero no me malinterpreten ¡Me encanta la comida y el vino aquí en Roma!”, asegura.

El cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis y el mexicano Norberto Rivera Carrera incluso encontraron tiempo para una visita a la ciudad de Viterbo, 100 kilómetros al norte de Roma, donde en el siglo XIII tuvo lugar el cónclave más largo de la historia (33 meses).

En aquella ocasión, los habitantes de la ciudad encerraron a los cardenales bajo llave (“cum clave”, la expresión latina que derivó luego en la palabra cónclave) para obligarlos a elegir nuevo papa.

El cardenal sudafricano Wilfrid Napier, arzobispo de Durban, que ya lleva varios días en Roma y participó en 2005 en la elección de Benedicto XVI, prefirió el humor para explicar qué es un cónclave en el siglo XXI.

“¿A qué se parece estar en el cónclave? Aparte de NO tener radio ni televisión, NO tener periódicos, llamadas telefónicas, correos electrónicos o sms y NO tener acceso a Twitter ni a Facebook, todo lo demás es normal”, escribió en su cuenta de Twitter.

En la Casa Santa Marta “tampoco hay ninguna conexión”, observa el cardenal.

Afp