Carlos Zapata: Francisco conmueve al mundo e inicia su Pontificado rezando

Dios y la siempre Inmaculada Virgen María demuestran una vez más su profundo amor por la Iglesia al darle un Papa noble y humilde. ¿Su nombre? Francisco, el Sucesor de Pedro número 266.
Su primer y más hermoso gesto: rezar por el Papa emérito, Benedicto XVI, tras lo cual le bastó una frase para silenciar al mundo: “Oren por mí…” Así comenzamos juntos, con el Pontífice nacido en Argentina, un Padrenuestro y una Avemaría.
Inicia José Bergoglio su Pontificado uniendo al planeta en oración para que, como dijo: el camino de la Iglesia sea fructífero para la evangelización.
Bergoglio fue creado Cardenal por el Papa Juan Pablo II durante el Consistorio del 21 de febrero de 2001. Es el primer Papa latino, el primero Jesuita y el también primero en llamarse Francisco. Un cardenal austero a quien le agrada viajar en Metro.
El brevísimo Cónclave al cual le bastaron 2 días y 5 votaciones, y que además rompió con todo los pronósticos de los “expertos”, demuestra una vez más la plena unidad del Colegio Cardenalicio y de la Iglesia.
Su impecable atuendo blanco, lleno de belleza por su misma sencillez y simplicidad, se nos asemeja en demasía a la vestimenta del ahora Papa emérito. Juntos, Pedro y Pablo nos regalan una humildad inquebrantable que bendice al planeta.
Benedicto XVI y Francisco nos recuerdan una vez más que el nuestro es un Rey de reyes, pero no porque ostente una corona, sino porque “Cristo reina en los corazones de los hombres”.
El regalo que con este Papa nos conceden Dios y María Santísima, nos reitera que los cardenales siguieron –y seguirán- la inspiración del Espíritu Santo, bajo cuyo aliento se mueve la indestructible barca de la Iglesia.
También recordamos los católicos, con profunda emoción y alegría, que Jesús es Rey precisamente por su “supereminente caridad” (cf Ef 3,19).

Y muy especialmente porque, como nos contaba Juan Pablo II, “con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie -entre todos los nacidos- ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús”.
Que su reino de amor y humildad nos conmueva para que seamos un rebaño obediente, y nos unamos en oración con el Sucesor de Pedro en este rejuvenecimiento histórico que vive la Iglesia.

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