Peluquera sorprende con peinados arqueológicos


De día, Janet Stephens corta y tiñe cabelleras en un salón de belleza en Baltimore, cerca de la capital estadounidense; por la noche, recrea los peinados de las doncellas y emperatrices romanas, con una precisión y técnica elogiadas incluso por los propios arqueólogos.

“Esto es un estilo diosa Vesta, esto es un emperatriz Plotina, esposa de Trajano. Tenía un corte de pelo muy especial”, dice la peluquera, delante de cabezas de maniquíes con múltiples bucles y complicadas trenzas en el garaje de su casa en Baltimore, en Maryland (este).

Stephens, una elegante pelirroja de 54 años, es peluquera desde los 22 y ha tenido desde siempre una pasión: la historia antigua del peinado. Es también uno de los pocos no expertos que publicó en el Journal of Roman Archeology (JRA), una revista para especialistas en arqueología romana.





Allí Stephens expuso su teoría, completamente original y que le llevó años demostrar con evidencia científica.

“Desde siempre se ha dicho que los peinados romanos eran pelucas o un invento de los escultores”, dice a la AFP.

Pero para esta arqueóloga aficionada, los peinados se hacían con pelo verdadero, con las muy largas cabelleras de nobles damas. El armado, compuesto por múltiples trenzas, moños o rulos, no se sostenía con pasadores sino que se cosía para que aguantara bien, afirma.

“Tuve esa intuición”, cuenta, “y me di cuenta de que usar una aguja e hilo” para sostener, por ejemplo, los cabellos de un moño, “funcionaba para todos los peinados”.

El peinado, elaborado por la esclava, bien sujeto gracias a los hilos, podía permanecer intacto durante varios días, asegura Stephens. Las pelucas, según esta peluquera, eran demasiado complicadas de hacer. Y “era pelo de verdad”, dice al rechazar la idea de que los peinados hayan sido inventados por los escultores.

“¡No latín!”

Janet Stephens se obsesionó con los museos, pasaba largas horas en las bibliotecas, aprendió alemán -“¡a Dios gracias, no latín, solo necesitaba saber unas pocas palabras!”- para sustentar su teoría y presentar al público un documento convincente.

Así demostró, “basada en el gramático del siglo II Sexto Pompeyo Festo”, que una palabra en latín, “acus”, siempre traducida como “broche”, en un contexto de peluquería significa “aguja”.

“Los intelectuales no trabajan con las manos y los estudiosos de la antigüedad probablemente nunca se hicieron un penado”, explica. “Yo llegué sin ideas preconcebidas, como una peluquera, y conozco bien el pelo”.

Stephens tiene una cuenta en YouTube, donde presenta una veintena de peinados, realizados únicamente con instrumentos documentados, como agujas de hueso, goma de acacia, o rizadores rudimentarios.

Esta peluquera no busca vender su talento, pero invita a “Hollywood a ir a YouTube para ver cómo hacerlo”.

Todavía se ríe cuando ve en “I Claudius” (Yo, Claudio), la serie británica de la década de 1970 sobre el Imperio Romano, a las actrices con raya al costado. “¡Esos peinados eran muy años 1970! Ninguna mujer de la antigüedad romana tenía raya al costado, iban de raya al medio, siempre simétricas”, dice.

Stephens, cuyo esposo es profesor universitario de literatura del Renacimiento italiano, quiere ahora abordar ese período, intrigada por los bucles del pintor Botticelli.

“Es una pasión”, afirma. “Pienso en esto todo el tiempo. Leo la prensa del corazón, veo los peinados de moda. Para relajarme, leo revistas científicas”.u