Venezolanos de Miami peregrinan para votar

Venezolanos de Miami peregrinan para votar

Casi todos emigración suele ser dura. Pero cuando es forzada por la política puede convertirse, además, en una pesadilla. Los venezolanos viven estos días el desasosiego en Miami, centro de tantos grupos expatriados. La muerte del presidente Hugo Chávez el pasado 5 de marzo no ha paliado los sentimientos del mayor núcleo de emigración fuera del país, sino todo lo contrario. La clara mayoría de su color antichavista sigue navegando entre la frustración y apenas una leve esperanza.

ElPaís.com





El Consulado de Venezuela en Miami fue cerrado por el Gobierno chavista hace más de un año, por lo que miles de venezolanos se preparan ya para una nueva peregrinación a Nueva Orleans, la oficina de votación más cercana, el próximo 14 de abril, como ya hicieron en las pasadas elecciones presidenciales del 7 de octubre. Aún esperan el lugar exacto para votar, pero ninguno confía en su reclamación a Caracas para la que se reabra la oficina de Miami, pese a las reiteradas denuncias de arbitrariedad.

El 13 de enero de 2012 Chávez ordenó el cierre de la sede consular venezolana en Miami, la más importante de Estados Unidos con 20.000 inscritos (la mitad de todos los venezolanos en el país). Fue la respuesta a la expulsión de la cónsul Livia Acosta, declarada persona non grata. Algunos vídeos y conversaciones revelaron públicamente su presunta intención de participar en una serie de ataques cibernéticos contra el sistema informático estadounidense. Acosta desapareció sigilosamente de Miami incluso antes de la decisión. Chávez, en uno de sus alardes frente al “Gobierno gringo”, consideró la medida como un ataque sin pruebas contra Venezuela. Por ello, dijo que se veía obligado a clausurar un consulado en el que ya se sucedían las quejas de usuarios rechazados, especialmente los asilados políticos.

A la postre, el cierre sirvió al Gobierno para dañar a una colonia molesta para sus intereses. Además de maltratarla en sus necesidades administrativas se ponía otra barrera a un buen puñado de votos claramente opositores cuando faltaban sólo nueve meses para su más difícil reto electoral. La oposición unida logró el 7 de octubre un inaudito resultado con un 45% de los votos (más de seis millones).

“Ir esta vez servirá menos aún, pero hay que luchar”, dice Alfredo, uno de los muchos venezolanos con voz propia, que ni siquiera está implicado especialmente en la oposición más militante de Florida. No vive en el Doral, por ejemplo, en cuya alcaldía no cesan los enfrentamientos personales, o en Weston, los mayores centros de compatriotas. Pero comulga con los planteamientos más democráticos. Reconoce también que el ascenso del chavismo es un claro fruto de la profunda desigualdad en su país y del pasado corrupto al que no se debería volver nunca.

En las anteriores elecciones votaron 10.000 personas, el 99% contra Chávez

La sensación de encerrona que supone todo el proceso actual es general entre los venezolanos emigrados. No hay apenas esperanzas de que el candidato opositor, Henrique Capriles, pueda siquiera repetir el ya notable resultado anterior. En los últimos comicios, casi 10.000 votantes, la mitad del censo que incluye Florida, más los residentes en Georgia, Carolina del Norte y del Sur, hicieron los 1.400 kilómetros hasta Nueva Orleans (entre 12 y 14 horas de viaje en coche) para emitir su sufragio. El 99,18% votó por Capriles. Para organizar el viaje ahora incluso existe una página web significativa, votodondesea.com.

“Es mejor que no presentarse”, señala Alfredo, que se lamenta: “¿Cuántas veces se han saltado la Constitución [el presidente interino] Nicolás Maduro y el resto? Y la comunidad internacional no dice nada. Es como dar un golpe de Estado para seguir justificando que se está en un proceso democrático. Pero el chavismo que empezó en 1999 como una democracia con visos de dictadura es ya una dictadura con visos de democracia”.

Como otros venezolanos, que dan por perdida la batalla electoral, sí confía, en cambio, en otras vías. La principal, que se produzcan divisiones internas dentro del chavismo. “A Maduro lo ha nombrado Chávez, pero es un incapaz. Siempre está ahí, agazapado, Diosdado Cabello, al que apoya el Ejército, y que no está de acuerdo con la venta del país a Cuba. Según la Constitución, era él quien debía estar ahora al mando como presidente de la Asamblea Nacional hasta que se celebren las elecciones, pero da la sensación de que hasta han tenido miedo de que luego no se quitara y se hiciera fuerte. Se da así el caso insólito, impensable en cualquier país serio, de que un candidato hace campaña como presidente. Realmente asombroso… o bochornoso. Pero en la Venezuela actual todo vale y se permite”.

“Ir esta vez servirá menos aún, pero hay que luchar”, dice un exiliado

Nada más producirse el fallecimiento de Chávez volvieron a Miami las protestas por el cierre del consulado, incluida una petición al Gobierno de EE UU de que cualquier contacto con Venezuela pasara por exigir la reapertura. En Venezuela, los emigrantes han presentado un recurso de amparo constitucional, pero convencidos de que prosperará. Un grupo de venezolanos nacionalizados estadounidenses o con residencia legal reclamó también una respuesta sobre la investigación que el Departamento de Estado prometió hacer sobre Acosta. Pidieron el cese de deportaciones de compatriotas en estos momentos, ante la incertidumbre política existente, y la protección para los legales que viajan con frecuencia porque conservan propiedades aún allí o por razones familiares.

Pero el único contacto entre los dos Gobiernos parece haber sido el comentario de Maduro sobre la “inoculación” imperialista del cáncer de Chávez y la aplicación habitual de reciprocidad al expulsar Estados Unidos a dos diplomáticos venezolanos después de que Caracas hiciera lo mismo con dos agregados militares estadounidenses. La decisión chavista pareció una señal clara para cortar cualquier acercamiento en unas relaciones ya distantes desde 2010, y que se mantienen sin embajadores desde que le fue negado el plácet en 2010 a Larry Palmer tras decir que la inteligencia cubana estaba infiltrada en la seguridad venezolana. Washington respondió declarando persona non grata también al diplomático Bernardo Álvarez.

Alfredo es otro de los muchos venezolanos en Miami que se encuentran en un limbo migratorio. Pocos han logrado el asilo político, porque el barniz democrático venezolano actual no permite tomar una decisión clara a las autoridades estadounidenses sobre tal condición a los que lo piden. De ahí que, salvo los que han conseguido la residencia por la visa de negocios, y no todos son millonarios para ello, muchos están en la misma espera que los millones de indocumentados de otros países.

Pero la situación política, junto a la capacitación e integración de los venezolanos, que suele ser del mejor nivel, ha propiciado una iniciativa a su favor. El congresista demócrata Joe García anunció hace dos semanas que tiene previsto presentar una enmienda a cualquiera de las reformas migratorias que prospere en el futuro para que se trate a los venezolanos de una forma especial y se les conceda la residencia permanente.

Sería algo parecido al caso de su origen cubano, una especie de “ley de ajuste venezolano”. Con ella, los ciudadanos de este país que hayan llegado a Estados Unidos en la etapa chavista, desde 1999, podrían regularizar su situación. Su nombre es ya significativo: Ley de Libertad Venezolana.

Una encuesta hecha el año pasado por la Mesa de la Unidad Democrática en Miami, antes de las pasadas elecciones, reveló que un 95% de los venezolanos en Florida no tiene intención de regresar a su país. Prefieren luchar por su vida donde creen tener futuro ya.