Fausto Masó: Aprovechar la oportunidad

En otras partes del mundo la campaña continúa hasta el día de las elecciones, se permite la propaganda el mismo día de las elecciones y a ningún centro electoral lo vigilan soldados armados. El famoso Plan República fue una respuesta a la guerrilla de la época que había anunciado que impediría a sangre y fuego las elecciones convocadas por Rómulo Betancourt. Hoy, cuando se venera a los líderes de la violencia guerrillera y nadie amenaza los centros electorales, se continúa esa herencia de Betancourt, porque al Ejército le encanta desplegarse por todo el territorio, comportarse como si la celebración de elecciones dependiera de la voluntad militar más que de la voluntad popular. En realidad, un despliegue del Ejército similar sólo se ve en países como Afganistán que están en plena guerra civil.

Con Hugo Chávez los electores votan en masa, la abstención disminuye. El temor al comunismo, la certeza de que el bienestar propio se juega en cada elección, la polarización extrema, la lucha a muerte, aumenta la participación popular. Mientras más percibimos que en las elecciones nos jugamos el futuro votamos con mayor entusiasmo. En Venezuela, parece que el viejo dicho de que esta será la última oportunidad de la democracia se cumple ahora en cada elección, que cada vez parece menos democrática gracias al Consejo Nacional Electoral, cuyo comportamiento lamentable favorece al Gobierno. Votamos a pesar del CNE.

El país lleva 14 años de tensión, grandes marchas, discursos apasionados, violencia soterrada; hemos vivido al borde del abismo sin que nunca caigamos en una verdadera guerra civil, jugamos con fuego.





¿Entonces? Pues, a votar, porque votar es mejor que matarnos, votar sigue siendo una forma no violenta de resolver nuestras diferencias. ¿Son estas unas elecciones democráticas? No, más bien representan un formulismo, una comedia, para justificar que permanezcan los mismos en el poder por tiempo indefinido, ayudados, claro, por el abstencionismo de los ingenuos a los que desmoviliza el discurso oficial.

En el peor de los casos, bajo una dictadura real y opresiva, participar en las elecciones facilita enviar un mensaje al país, aprovechar un espacio que se abre para la propaganda, para poner en evidencia la verdad, para mostrar las desventajas de una democracia cada vez menos democrática, por lo que estamos obligados a participar siempre, como haremos mañana. Así ha ocurrido ahora en estos dramáticos diez días de campaña.

Hay que aprovechar la oportunidad, votar con los ojos abiertos y sin hacerse demasiadas ilusiones.

Según un autor querido por las actuales autoridades, el fundador del marxismo, cuando la historia se repite primero ocurre como tragedia y después como farsa. Nunca segundas partes fueron buenas, aunque por necesidades políticas se quiera imitar a Chávez, cuya época ya pasa a la historia. A partir del lunes Chávez no estará en la oposición ni en el gobierno. Es un gran cambio.