Víctimas de prótesis PIP entre impaciencia, angustia y cólera

Víctimas de prótesis PIP entre impaciencia, angustia y cólera

(Foto Archivo)

Las mujeres portadoras de prótesis mamarias PIP presentes el miércoles en la apertura en Marsella del proceso del fundador de la firma, Jean-Claude Mas, manifestaban “impaciencia” por atestiguar, angustia ante la posibilidad de un aplazamiento y cólera contra quienes las toman por “histéricas”.

La exasperación se expresó no bien empezó la audiencia, cuando varias demandantes abuchearon el anuncio del monto de la jubilación de Mas.

Muchas de ellas esperaron desde primeras horas de la mañana la apertura del recinto del parque de exposiciones de Marsella, transformado en tribunal para este proceso, que cuenta 5.250 demandantes portadoras de prótesis de la empresa Poly Implant Prothèse (PIP) y en el que son inculpados de engaño agravado y estafa cinco directivos de la firma francesa, hoy liquidada.





“Lo que esperamos de este proceso es que los culpables tengan la sanción que merecen, aunque sabemos que no estarán a la altura de lo que han hecho”, afirmó Alexandre Blanchère, que preside la asociación PPP (portadoras de prótesis PIP).

Agrega que el proceso tiene que permitir también “un reconocimiento” de las víctimas, que “demasiado a menudo son señaladas con el dedo”. “Y evidentemente, esperamos una indemnización”, agregó Blanchère antes de entrar en la sala de audiencias.

El abogado de 2.800 víctimas, Philippe Courtois, afirmó que hoy sus defendidas “están a la vez ansiosas, porque desean que el proceso se realice” (fueron presentadas varias demandas de aplazamiento o anulación del procedimiento) “e impacientes porque tienen muchas cosas que decir”. Algunas quieren testificar porque “eso forma parte de la terapia, expresarse y evacuar tantos sufrimientos”, agregó.

Un poco más allá, un grupo de mujeres esperaba en compañía de su abogada, Sigrid Preissl, que defiende a 73 austríacas que presentaron demanda. También ellas “esperan que se haga justicia, porque sufrieron un perjuicio material y moral importante”, dijo la abogada.

Una de las víctimas, Isabelle Traeger, residente en París, cuenta su historia: en 1992, cuando tenía 35 años, le diagnosticaron un cáncer de seno, del que fue operada, tras lo cual fue inmediatamente sometida a una cirugía reparatoria.

Fue curada de la enfermedad, al punto de realizar carreras de largo recorrido, pero en 2004, su médico le anunció que su prótesis de suero fisiológico debía ser cambiada. Le implantaron entonces una prótesis PIP.

En 2010, al bajar de un avión sintió “como un tendón que cruje, algo muy fuerte” y un dolor intenso. La ecografía reveló que la prótesis se había roto y la silicona se había derramado, pero se le dijo que “no era grave, que podía vivir con eso”.

Debió insistir para que le retiraran el implante. La operación le costó 1.500 euros. Hoy, dice batirse para que “lo hagan todas las que no se han dado a conocer”, agregando que éstas son “todavía 15.000”.

Isabelle no oculta su ira: “Si se tratara de prótesis testiculares, ya estarían todas retiradas, pero se trata de mujeres y se nos considera a todas histéricas”. AFP