Kay Montiel: El Ministro del Papel Toilet

Kay Montiel: El Ministro del Papel Toilet

En eso de buscar fórmulas a los verdaderos problemas de los venezolanos, el gobierno nacional compite con la inventiva de un Albert Einsten. Crea fábulas, excusas y falsas ilusiones pero la más ingeniosa de todas es, quizás, esa idea de fabricar ministerios al estilo de la producción, en serie, de salchichas de carne, pollo, cerdo o combinadas.

La receta mágica de Chávez, seguida ahora por Maduro, son los Ministerios. Nuevos, diversos pero, eso sí, ajustados a la medida del asunto del momento. Es decir: tienen la etiqueta del problema en cuestión para afrontarlo y “resolverlo”, como gustan de justificar cada vez que anuncian un Ministerio más con el agregado del Poder Popular, para diferenciarlos de aquellos Ministerios de hace 14 años.

Son tantos los Ministerios que aún para los Ministros resulta difícil identificar a sus homólogos cuyo número crece intempestivamente, sobre todo cuando aparece un grave problema difícil de resolver por el Ejecutivo nacional.





Porque, al igual que un mago sacando conejos del sombrero, los Ministerios se crean como por arte de magia o, mejor dicho, por arte del fracaso gubernamental.

 

En la actualidad, en medio de una Venezuela sufriendo una terrible escasez de alimentos, con aumento mensual de crímenes e inflación, el gobierno nacional se jacta de tener nada más y nada menos que 32 ministerios (www.gobiernoenlinea.gob.ve) con sus flamantes ministros provistos de carros, escoltas, multimillonarios presupuestos y medios de comunicación gubernamentales para declarar sobre anuncios tras anuncios en una eterna verborrea oficialista, mientras el país se cae a pedazos.

Sus titulares son, en su mayor parte, una especie de Ministros reciclados porque han ejercido diversas carteras, cada uno con la destacada experiencia de una gestión fracasada dado que, para ser Ministro en Venezuela, nada mejor que la fórmula del ensayo y error, sobre todo de éste último aspecto, el error traducido en fracaso.

Pero eso es un asuntillo irrelevante para los altos funcionarios porque lo importante (para ellos) es que son Ministros de sus respectivos Ministerios. Y Ministro es Ministro.

Sino no, pregúntenle al Giordani quien bajó de las Grandes Ligas, del Ministerio de Planificación y Desarrollo, para ubicarse ahora en Clase A, en el Ministerio de Planificación, a secas, dado que el Desarrollo de su cartera se quedó estancado en el siglo XIX, período de carestías y necesidades que, gracias a él, al célebre profesor de economía,  reaparecieron, tomados de la mano y en pleno siglo XXI, el atraso y el subdesarrollo.

A los persistentes problemas de las etnias venezolanas, desasistidas, olvidadas y con el más más bajo de esperanza de vida en el país, se les dotó de normas constitucionales y de su merecido Ministerio de Los Pueblos Indígenas, el cual nada hace por mejorarle las condiciones a los wayuu, pemones, baríes, etc, confinados a vivir en la más pura miseria. Ahora siguen viviendo sus respectivos dramas… pero, eso sí, nadie puede negarles que tienen su Ministerio, con puesto y todo asignado en el Consejo de Ministros.

Luego, al surgir los verdaderos problemones nacieron como respuestas el Ministerio de Industrias, en medio de la aplicación de políticas contra, precisamente, las industrias del sector privado, cuyo número descendió drásticamente; y después vino el Ministerio de Educación Superior (separado del Ministerio de Educación), para agravar los problemas de las universidades mediante la disminución del presupuesto y el congelamiento de los salarios de los profesores.

Ante la calamidad de las carreteras del país el gobierno decidió aplicar la sabia receta médica: el Ministerio de Transporte Terrestre, un apéndice del extinto Ministerio de Transporte y Comunicaciones y el cual poco o nada hace por mejorar las vías de la nación. A los problemas del sector bancario, producto de las expropiaciones de los bancos y del exagerado crecimiento de las instituciones oficiales, igualmente la varita mágica gubernamental parió el Ministerio de Banca Pública.

Dentro de la misma onda de la ecuación problema – ministerio crearon los despachos ministeriales para Las Comunas y de Transporte Acuático Aéreo. Al problema del hacinamiento y constantes muertes en las cárceles del país le salió su Ministerio de Asuntos Penitenciarios, el cual debe ostentar un verdadero récord en cuanto a enfrentamientos y fallecimientos violentos intra cárceles, así su titular ande por allí despotricando contra los medios.

Cuando el el déficit de viviendas llegó a su punto más álgido, abrieron la gaveta de los inventos y, de primero, relució con fuerza la teoría del Ministerio y ¡hágase la luz! se creó el Ministerio de Vivienda y Hábitat, una institución tan innecesaria como todas los anteriores.

El nuevo despacho dirigido a atender el deterioro de las ciudades, convertidas en grandes centros de economía informal, es el Ministerio de Estado para Transformación Urbana el cual, como todo, nada cambiará sino, al contrario, tenderá a empeorar las cosas.

En medio de la contienda electoral presidencial de octubre pasado, arremetieron con fuerza los apagones en todo el país y ¿adivinen qué? Surgió el  Ministerio de Energía Eléctrica que no pega una y sus titulares andan de gresca en gresca mientras la oscuridad reina en el país.

Así que ante el grave desabastecimiento de papel sanitario muy seguramente que habrá de emerger, al estilo de todos los anteriores, el Ministerio del Papel Toilet con todo y nombre francés sólo que será difícil establecer con claridad cuál será su verdadera misión que, de perfume bonito, nada tendrá ese próximo despacho gubernamental.