Venezolanos sienten que comer balanceado devora el salario

Venezolanos sienten que comer balanceado devora el salario

AVN

Desde este 1° de mayo el salario mínimo en Venezuela pasó de Bs 2.047 a Bs 2.457,02, luego del aumento de 20% que decretó el Gobierno nacional. A pesar del ajuste, los ingresos en muchos hogares anzoatiguenses no son suficientes para cubrir los gastos mensuales tomando en cuenta que la Canasta Básica Familiar (CBF) de marzo pasado se ubicó en Bs 9.883,61.

Para costear la CBF se necesitan poco más de cuatro sueldos mínimos en el país. Donde más se siente la carencia presupuestaria de los ciudadanos es en la alimentación diaria que también se ve afectada por la inflación, escasez de varios rubros, sobreprecio y el incremento de 20% al precio del kilo de pollo, carne, leche y queso.

El reto más grande que enfrentan de las amas de casa es rendir los ingresos para tratar de llevar menús sanos y saludables a la mesa.





¿Qué comer?

La dieta del venezolano está basada fundamentalmente en el consumo de carbohidratos aportados por la arepa, pasta y arroz, según el médico internista con especialidad en nutrición, Joaquín Hidalgo.

El especialista recomienda una alimentación basada en mucha proteína (carne, pollo, pescado, huevos) y vegetales (la mayoría crudos) para cumplir con las 2.100 kilocalorías (Kcal) que se requieren para el funcionamiento del organismo de una persona sana. Sin embargo, las kilocalorías varían de acuerdo a las necesidades y las condiciones de cada ciudadano.

Explicó que las personas deben hacer tres comidas diaria (desayuno, almuerzo y cena) y dos meriendas (entre 9:30 am y 10:00 am y las 3:30 y 4:00 pm). Los carbohidratos deben consumirse antes de las 3:00 pm y las frutas sólo durante el día.

Para el desayuno lo ideal es una arepa pequeña (dos veces a la semana) con jamón, además de un vaso de jugo natural o la fruta picada y media taza de café con leche descremada. “Otro menú es sustituir la arepa por una panqueca o por un sándwich con vegetales (tomate, lechuga o alfalfa)”.

El almuerzo debe llevar una buena cantidad de proteína (carne, pollo o pescado) a la plancha o al vapor, con abundante ensalada cruda y una porción pequeña de carbohidratos: media taza de arroz (dos veces a la semana), pasta (una vez por semana), medio plátano, una papa mediana o un trozo de ocumo o auyama.

HIdalgo sostiene que en la casa sólo debe ingerir proteínas. Propone preparar tortillas con jamón, huevos sancochados (sin la amarilla), atún y vegetales.

Entre las comidas se pueden hacer meriendas como gelatinas, frutas, yogurt, infusiones calientes y semillas. Si después de cenar la persona tiene ansiedad, puede comer una manzana (por cada 100 gramos 52 Kcla) que es conocida también como “la reina de la noche” por su moderado contenido calórico o medio vaso de leche descremada, apuntó el doctor.

Las amas de casa Lorena Méndez y Carmen Elena Díaz, no sólo tienen que “estirar” muy bien sus salarios (Bs 2.457,02 y Bs 3.200), sino que además deben correr con suerte para encontrar los alimentos que consumen en sus hogares.

“Comer sano se ha vuelto un sueño para nosotros. Somos mi esposo que gana casi Bs 3 mil, tres hijos y yo. Es difícil comer como dicen los especialistas. Ahorita no hay sueldo que aguante eso”, señaló la recepcionista Lorena Méndez.

Díaz, quien labora en la administración de un condominio, no corre con mejor suerte. “En mi casa vive mi mamá que es diabética y requiere una alimentación especial. Mis dos hijos y mi esposo que gana casi lo mismo que yo. La pensión de mi mamá se va casi toda en sus medicinas”.

En la casa de Díaz el mercado mensual supera los Bs 3 mil. Dice que de ese monto mil bolívares se le van en la carnicería.

“A veces sale más económica la comida chatarra que la balanceada porque muchos tenemos para una hamburguesa (desde Bs 30) o un perrocaliente (desde Bs 10) que para ir a un restaurante”.

Tratar de comer en la casa y evitar hacerlo en la calle es otra de las recomendaciones del doctor Machado para tener una alimentación saludable y no aumentar tanto de peso.
La comida chatarra, los guisos y las fritangas deben ser eliminados de la dieta diaria.

Los González Méndez destinan casi todo su sueldo al mercado

En el hogar de los González Méndez ubicado en el casco central de Barcelona, perciben al mes poco más de tres salarios mínimos (Bs 2.457,02). Los cabeza de familia Luis José González y Yesenia Méndez reciben este pago por trabajar como personal de seguridad y limpieza en una contratista. Su hijo mayor es colector y gana un poco más que ellos (Bs 2.800).

Los tres aportan para hacer el mercado mensual y para pagar los servicios de la casa. “Pero en realidad necesitamos como cinco o seis sueldos mínimos para comer bien y pagar las cuentas. Ahora comemos lo que se consigue porque todo está caro y escaso”, señala Yesenia Méndez.

La también ama de casa contó que han reducido muchos gastos para que no falten las tres comidas (desayuno, almuerzo y cena) y disminuyeron las reuniones familiares y con amigos los fines de semana. “Tú de verdad crees que con estos sueldos se puede hacer mucho, comer bien, divertirse sanamente y estar sin preocupaciones. No, verdad. Esto es muy duro”.

En este núcleo familiar que hasta hace tres años vivió alquilado en una habitación en el centro capitalino, destinan casi todo su salario para la alimentación. “Poco a poco fuimos construyendo nuestra casita. Tardamos años”.

El resto de los ingresos lo deben distribuir “muy bien” para que rinda todo el mes, porque deben cubrir el pasaje de los otros dos integrantes que son estudiante, servicios y artículos de aseo personal.

De compras

Salir a comprar los productos de la cesta básica con Méndez es recorrer los mercados de Barcelona y a veces hasta el de Puerto La Cruz, abastos, supermercados y en las redes de alimentación del Gobierno como Mercal y Pdval. “De comercio en comercio vamos comprando”.

La mayor parte los que destinan para hacer el mercado se va en las proteínas (carne, pollo y a veces pescado), el resto en vegetales y carbohidratos (harina de maíz precocida, de trigo, arroz, pan, pastas y otros). Es poco lo que le queda para las frutas.

Mensualmente, en esta casa compran entre seis y ocho pollos (el kilo está regulado en Bs 18,73), seis a ocho kilos de carne (Bs 27,29), queso duro blanco (Bs 38,35), huevos, jamón y enlatados.

Son muy pocos los establecimientos donde Yesenia Méndez lograr conseguir estos rubros al precio regulado, porque en la mayoría de los expendios no se consiguen y donde hay están hasta al doble del costo oficial.

“No todas las semanas me dan permiso en el trabajo para ir a comprar pollo y carne a los supermercados cuando llega que es donde lo venden regulado porque se forman largas colas. Y a veces los fines de semana voy a operativos de Mercal y Pdval donde te venden uno o dos pollos o dos piezas pequeñas de carne”.

Sólo en comprar las proteínas gastan más de Bs 1.300 porque muchas veces adquieren el kilogramo del ave beneficiada a Bs 40 o más, el de res hasta en Bs 90, el de queso hasta en Bs 95. “Un kilo de queso no alcanza ni para dos semanas y son dos o tres cartones de huevos al mes que son más de Bs 200 y el kilo de jamón pasa de Bs 140”.
Al final de la entrevista, la ama de casa reflexionó. “Ya ni enfermarse ni ahorrar se puede, porque no queda dinero”.

La clave es no comprar nada que tenga sobreprecio

El bolsillo de los trabajadores que ganan salario mínimo (Bs 2.457,02) seguirán sin percibir el ajuste de 20% a sus salarios que entró en vigencia el 1° de mayo, ya que es el mismo porcentaje de incremento en los precios de la carne, el pollo, la leche y el queso que autorizó a mediados de mes el Ejecutivo nacional.

Para algunos expertos en la materia económica este aumento de sueldo se “diluyó” antes de ser recibido por la alta inflación (4,3% en abril) y la devaluación de 46,5% que aplicó en febrero el Ejecutivo.

Para tratar de estirar los ingresos mensuales y tener una mínima capacidad de ahorro, Carlos Rojas, presidente del Colegio de Economistas del estado Anzoátegui, recomendó a los consumidores no comprar nada de la canasta básica que tenga sobreprecio, aunque exista escasez en el mercado.

“Hay que hacer un sacrificio como consumidor y dejar de comprar productos con sobreprecio… La capacidad de ahorro de las personas, en especial las que ganan sueldo mínimo, depende de lo que consume porque si hace unos meses compraba seis paquetes de harina de maíz para la semana, ahora no debe adquirir más porque no se consigue todos los días”.

Rojas recomienda adquirir estrictamente lo necesario y evitar apoyar la especulación comprando los artículos que son comercializados a un precio superior al regulado, porque hay personas que se endeudan para llevar a sus hogares los rubros que faltan en los supermercados.
“No hay que caer en la trampa de la especulación y consumir lo normal. La mayoría de las personas que hacen las colas en los comercios gana sueldo mínimo”, agregó Rojas.

Planteó incluir en la dieta diaria sustitutos de los alimentos que están escasos.

En casa de los Díaz servir pescado se ha vuelto un lujo

La última vez que comieron pescado en la casa de los Díaz Marcano fue el fin de semana de abril. El alto costo de las especies marinas hace “muy difícil” que esté presente en la dieta diaria de esta familia que reside en el sector La Caraqueña de Puerto La Cruz, municipio Sotillo.

“En mi casa somos siete personas y para comer pescado hay que gastar más de Bs 100 y me estoy quedando corta, sin contar los demás ingredientes del plato. Además, tengo que adquirir varias especies porque a todos los miembros de la familia le gusta la misma”, dijo Ana María Díaz de Marcano.

Esta jubilada que al mes percibe casi Bs 3.500, señaló que es insuficiente lo que gana para hacer “un buen mercado” que dura todo el mes. En este núcleo familiar también es incluido el sueldo de su esposo Nicolás Díaz (Bs 3.100), el de su hija (Bs 2.500) y el de su pareja (Bs 3.800). Todos aportan para hacer las compras del hogar donde residen sus dos nietos.

Ana María Marcano dice que la inflación se lleva todo lo que se ganan mensualmente sus parientes. “Aquí somos dos personas mayores de 60 años y necesitamos una alimentación sana porque soy hipertensa y mi esposo sufre de gastritis. Además hay dos niños que requieren otras comidas”.

Tanto ella como su esposo deben consumir más pollo y pescado que carnes rojas y enlatados por sus condiciones de salud. Por ello, hacen un “gran sacrificio” para comprar estos rubros cuyos precios están muy elevados.

“Imagínate si todos ganáramos sueldo mínimo. Qué comeríamos. En el atún fresco y en otras especies del mar gastamos mucho dinero. Al mes son mucho más de mil bolívares”, se quejó.

Sin ofertas

El mercado municipal de Puerto La Cruz es uno de los establecimientos populares que visita casi todos los fines de semana esta familia para comprar los vegetales, el pollo y la carne. Allí al mes invierten más de dos mil bolívares porque, además, deben llevar frutas.

En su último recorrido a este centro de expendio el kilo de tomates estaba a Bs 56, el del ave beneficiada a partir de Bs 40 y el de pechuga entre Bs 60 y 70. “Ahora nada está en oferta, se compra lo que se pueda y al precio que te lo venda porque los supermercados están siempre vacíos”, relató el ama de casa.

Otra cantidad similar gastan en el supermercado o en los comercios informales donde compran el resto de los rubros alimenticios.

No hay más remedio

La jubilada contó que incluso ha tenido que comprarle a los buhoneros el paquete de cuatro rollos de papel higiénico a Bs 40 aunque esté regulado en Bs 17,81 porque no se consigue en los comercios.

Alega que ni ella ni su esposo pueden hacer largas colas en los supermercados cuando llega la harina de maíz precocida, el pollo, la leche, el azúcar y el aceite porque su salud no se los permite. Su hija y su pareja a veces lo hacen cuando salen de sus trabajos a almorzar.

Con la situación como está, dice, la familia sale muy poco de paseo, y a lo que han optado es a reunirse con sus parientes los fines de semana y preparar algo de comer, que puede ser pescado.

Con información de ElTiempo