Cannes 2013 será recordado por robo de joyas y tiroteo

Cannes 2013 será recordado por robo de joyas y tiroteo

Más allá de la Palma de Oro a “La vie d’Adèle”, de Abdellatif Kechiche, la 66 edición del Festival de Cannes, que finalizó, se recordará por los robos de joyas, el tiroteo de un desequilibrado y la veteranía de sus invitados, como Jerry Lewis, Kim Novak, Robert Redford o Michael Douglas.

De los 68 años de un Douglas al borde de las lágrimas en su primer trabajo tras superar un cáncer de garganta, a las risas de un Lewis que a sus 87 desbordó vitalidad, se definió como un “payaso loco” y sentenció con una simple y rotunda definición del humor.





“El humor es humor. Las risas son risas. Si haces que el humor sea divertido, la gente se reirá”.

Y si Lewis divirtió, Novak enamoró con su melena rubia, un porte imponente y una gran sinceridad, subida en unas plataformas y soportando con elegancia el viento que soplaba en la terraza en la que apareció ante la prensa.

A sus 80 años, la que fuera musa de Alfred Hitchcock repasó su carrera y no se lamentó por haberse retirado pronto, en 1965: “No lo echo tanto de menos, pero a veces me siento culpable, culpable de haber desperdiciado ser famosa, de no haber estado para actuar en ciertos papeles”.

Lewis y Novak, junto a Alain Delon, de 77 años, recibieron homenajes por parte de un festival en el que la veteranía fue omnipresente.

En competición, además de Douglas, se pudo ver a Bruce Dern, protagonista con 76 años de “Nebraska”, de Alexander Payne. Y entre los directores Roman Polanski, que este llegará a los 80, polemizaba con sus declaraciones contra el feminismo tras llevar a competición “La Vènus a la fourrure”, una historia de dominación.

Mientras, Redford, también de 76, lanzaba un contundente alegato medioambiental y en contra del vértigo tecnológico al presentar una película en la que interpreta a un hombre que realiza una travesía en solitario por el Índico, “All is lost”.

Y Bernardo Bertolucci regresó a Cannes, en silla de ruedas, para asistir a la proyección de una versión en 3D de la épica “The Last Emperor” (“El último emperador”), y dejar claro que no mantiene la movilidad, pero sí la ilusión.

Veteranos y apasionados del cine, tanto como cineastas llegados entre muchas dificultades, como el iraní Mohammad Rasoulof con “Manuscripts don’t burn”, película que denuncia la censura política en Irán y que fue rodada en la clandestinidad, tras haber sido condenado en 2010 a 20 años de inhabilitación por conspiración y propaganda contra su Gobierno.

O actores pasados detrás de la cámara, como el estadounidense James Franco, el francés Guillaume Canet o la italiana Valeria Golino

Junto a ellos, algunas estrellas, aunque no demasiadas, como Leonardo DiCaprio, Carey Mulligan, Marion Cotillard, Justin Timberlake, Matt Damon, Benicio del Toro, Tilda Swinton o Emma Watson, que pasearon sus mejores trajes por la alfombra roja.

Aunque para glamour, la gala en la que cada año la asociación Amfar reúne a actores, artistas y modelos para recaudar fondos contra el sida, y que consiguió superar los 25 millones de dólares (19,4 millones de euros) en un acto que subastó un viaje al espacio con DiCaprio o la promesa de un retrato realizado por la fotógrafa Annie Leibovitz.

Sharon Stone la presentó y, entre los asistentes, Janet Jackson, Milla Jovovich, Heidi Klum, Eva Herzigova, Rosie Huntington, la española Eugenia Silva , Karolina Kurkova, Nicole Kidman, Adrien Brody, Goldie Hawn o Kristin Scott Thomas.

Pero si ha habido algo inesperado este año ha venido del lado criminal, que ha convertido a Cannes en el improvisado escenario de un thriller.

El pasado día 15, fecha de la apertura del certamen, se produjo en un céntrico hotel un robo de joyas de Chopard por valor de un millón de dólares (unos 776.000 euros), el primero de estas características en la historia del festival, y hasta entonces el de cuantía más elevada en la ciudad.

Pero poco iba a durar ese dato. Apenas una semana después, el día 21, era robado en una fiesta un collar valorado en unos dos millones de euros (2,5 millones de dólares), propiedad de la joyería suiza De Grisogono.

Y, entre robo y robo, un tiroteo. El día 16, en un plató instalado en la playa por Canal+ Francia, un desequilibrado interrumpió una emisión en la que participaba el actor Christoph Waltz, y lanzó dos disparos al aire.

Eran balas de fogueo, seguidas de una granada ficticia, pero en los primeros instantes nadie lo supo, lo que provocó una huida a toda prisa de quienes participaban en la grabación, interrumpida durante diez minutos.

Momentos de tensión que han hecho de Cannes no solo el escaparate mundial del cine, sino un gran escenario en el que ficción y realidad no han dejado de mezclarse.

EFE