Gustavo Coronel: Nicolás, hundido hasta la nariz en el pantano de la corrupción

Gustavo Coronel: Nicolás, hundido hasta la nariz en el pantano de la corrupción

Nicolás: Por cada sardina de la corrupción que aparece en la prensa como ejemplo de la “lucha” contra ese problema mortal, andan nadando tranquilamente, ante tus narices, varias ballenas relacionadas con el control de cambios.

Una es la que tiene que ver con las importaciones. El régimen acaba de dar unos $20 millones para importar equipos médicos a empresas fantasmas. Ninguna de las empresas favorecidas pertenece al gremio, son empresas de amigotes. Y si lo sabemos nosotros, como no lo vas a saber tú, Nicolás?

La otra tiene que ver con los pasajes aéreos. Todos los boletos para viajar al exterior están comprados pero los aviones vuelan medio vacíos. Por qué? Porque la compra de boletos es la excusa para obtener dólares baratos. Viajar no es prioridad. Y si las líneas aéreas te lo dicen, por qué no haces nada, Nicolás?





Roban en la CVG, roban en PDVSA, roba la Fuerza Armada, roba Pedro Carreño, roba el enviado de Dios, los contratistas, los banqueros amigos, roba este y roba aquel. El pantano de la corrupción te llega hasta la nariz, Nicolás, pero permaneces inmutable porque toda tu vida has estado acostumbrado a los peores olores.

Que haces? Inauguras una red anti-aérea, que llamas la mejor del mundo, como si ello respondiera a la la necesidad de los venezolanos. Lástima que los operadores de tu red no puedan limpiarse el fundillo y tengan que comer pollo importado semi-podrido. Gritas la consigna: no hay papel tualé pero hay patria, rodeado de moscas.

Patria comprada por China y manejada por Cuba, Nicolás. La casi infinita paciencia de los venezolanos estallará un día, como el Krakatoa estalló en Indonesia, y arrasará con todo lo que encuentre a su paso. No tendrás donde esconderte.
Y entonces los cobardes, los vendidos, los corruptos, los indiferentes, dirán:
Que lástima, por qué ha sucedido esto, por qué ha tenido que correr la sangre?

Nunca lo entenderán, como tu no lo entiendes, Nicolás.

Gustavo Coronel