Rafael Muci-Mendoza: Elogio de la tragedia

Rafael Muci-Mendoza: Elogio de la tragedia

Una muerte: tragedia, millares de ella: estadística… ello vale para la epidemia de influenza que nos azota ante la impasividad ministerial, como para esa otra de magnas proporciones que se gesta con alevosía, envidia y ventaja para destruir la medicina privada y sus instituciones; lo único que nos queda porque ya destruyeron la red hospitalaria, otrora orgullo nuestro y consuelo de los excluidos. Ahogarla, humillarla, aniquilarla, ver a todos aquellos médicos que han envidiado por su transitar exitoso, por sus conocimientos y competencias ganados con sudores, irse a la quiebra insomnes y pasando penurias. Como Pangloss, el personaje del Cándido de Voltaire, son optimistas y justifican la tragedia que están perpetrando, donde ellos, sus hijos o sus nietos, al momento de una verdadera emergencia no hallarán quien les haga un cateterismo cardíaco, dispongan de una unidad de neonatos, consigan la insulina para su diabetes o morfina para su dolor, o tengan que parir o ponerse unas lolas a palo seco.

Esos hombrecitos recuerdan el pasaje donde Cándido, Pangloss y Santiago el anabaptista fletan con destino a Lisboa: una tormenta los zarandea y el último cae por la borda. Cuando se dispone a saltar al mar para salvarlo, Pangloss detiene a Cándido aduciendo que esa bahía fue creada expresamente para que Santiago se ahogara en ella… Pues bien, la involución bolivariana ha sido creada para que el país y su contenido se hundan y ellos festejen con sus dineros mal habidos, con su insaciable envidia, con su medianía insoportable, con su pestilente actitud.

No protegieron los hospitales ni ahora la medicina privada; su norte el robo, la prebenda; los directores de hospital, monigotes presenciales del desastre, mientas la inseguridad se ceba con enfermos y médicos. 





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