El jefe del gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, salió a flote con un certero discurso sobre las acusaciones de corrupción y una firme negativa a dimitir, pero queda “tocado” por un escándalo que no ha terminado, consideraban este viernes analistas y prensa.
Tras meses evitando hablar del tema e incluso pronunciar el nombre de Luis Bárcenas, extesorero de su partido imputado por corrupción que le implicó personalmente, Rajoy tomó el jueves ante el Parlamento “el toro por los cuernos”, como a él le gusta decir.
Admitió haberse equivocado confiando en Bárcenas, un colaborador muy cercano que le “engañó”, y reconoció que su partido pagó sobresueldos a sus dirigentes pero aseguró que se hizo de forma totalmente legal.
El mandatario aseveró que no es culpable de corrupción y dejó muy claro que no tiene ninguna intención de dimitir como le exige la oposición.
“Es un discurso muy contundente. Parlamentariamente es un discurso muy bien enhebrado”, consideraba el politólogo Fernando Vallespín, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid.
En opinión de este analista, la intervención sirvió a Rajoy para “levantar los ánimos” de sus partidarios en un escándalo que está hundiendo la imagen del Partido Popular (PP) entre una población asfixiada por las políticas de austeridad e indignada por los casos de corrupción en el país.
“En cuanto nombró a Bárcenas y dijo que era malo, se oyó un respiro en los bancos del PP”, afirmaba el diario de izquierdas El País citando a un diputado del partido.
A Rajoy “no le preocupa la oposición ni la movilización de la izquierda” porque dispone de mayoría absoluta en el Parlamento, consideraba este diario. “Solo dos fuerzas podrían echarle. Una es la presión internacional y de los mercados (…) y otra es la presión dentro del PP”, agregaba.
Sin embargo, según Vallespín, fuera de su partido “no se ha convencido a nadie” y aunque Rajoy “puede aguantar esta legislatura, seguramente ya su carrera política está tocada”.
“No creo que este debate haga que se modifique en el exterior la imagen existente”, estimaba por su parte Cristóbal Herrera, experto de la consultoría de comunicación política Llorente & Cuenca, reconociendo que a nivel internacional hay una “imagen negativa” sobre “la corrupción política en España”.
No obstante, según Herrera, “Rajoy ha salido reforzado” en España. “No en el sentido de que haya más confianza hacia su actuación en el caso Bárcenas que creo que sigue igual”, sino porque rompió su imagen de “una persona que no quería dar la cara”.
“Rajoy fue convincente, taxativo y directo”, estimaba el diario conservador ABC, subrayando que tras el debate parlamentario no hubo ni “atisbo de temor en el mercado”: la bolsa de Madrid subió 1,27% y la prima de riesgo española cayó un 0,94% a 296 puntos básicos.
Una de las principales preocupaciones de Rajoy es garantizar al exterior la estabilidad política mientras la cuarta economía de la Eurozona lucha por salir de la crisis económica.
“Una dimisión no se espera en un horizonte cercano”, subrayaba Herrera, aunque sin embargo “todo depende del proceso judicial” en el caso Bárcenas.
En prisión provisional por fraude fiscal y blanqueo, el extesorero, al que se le descubrieron 47 millones de euros en Suiza y que afirma haber llevado durante años una contabilidad oculta en el PP, todavía tiene que ser juzgado.
El juez instructor Pablo Ruz ya citó como testigo a la número dos del PP, María Dolores de Cospedal, y más adelante podría convocar a Rajoy, considera Vallespín.
En este caso todavía “pueden salir muchas cosas” y Rajoy “está expuesto a otras revelaciones” del cáustico extesorero, considera.
“Este es un lastre del que ya no se va a librar. Un lastre que va condicionar su acción de gobierno y su biografía política”, consideraba el diario conservador El Mundo, que había destapado el escándalo. AFP