Alberto Franceschi: Por fin bajará el telón

Alberto Franceschi: Por fin bajará el telón

La pestífera clase política del gobierno y su asociada alcahuete de la llamada oposición, conocerá, más pronto que tarde, la más esperada y temible de las noticias que de suyo van asociadas a episodios impostergables: mediante un corte quirúrgico militar- cívico, esta guachafita llega a su fin ineluctable. “Rien ne va plus”¡¡ no va más !! como dicen los croupier de los casinos, y es eso lo que explicaré.

Por si alguien lo dudada ya es hora de saber que cuando una sociedad ha sido sometida a la miríada de actos de corrupción y abusos de su casta gobernante y caen en barrena la credibilidad y confianza en las instituciones del Estado, sencillamente todo se tranca y el día menos pensado estallan los diques de contención de la rabia colectiva… y ojala nos salga todo barato, dada nuestra suerte habitual y esa reiterada conducta benevolente para digerir atropellos y olvidar los agravios con esa ausencia de fanatismos que nos caracteriza.

El dilema para quienes deban encabezar — desde los segmentos sanos de las instituciones del Estado, la regeneración política, económica y social del país– tan alto nivel de amenazas les coloca en el disparadero de asumir ellos el forjamiento de un Nuevo Orden, o verse desbordados por una rebelión de sus propios subordinados, que antes debieron exhibir conductas de paciencias y tragar humillaciones infinitas, además de simular connivencias, pero que ahora nada les hará retroceder si asumen la plena conciencia sobre que deben repararle a la Republica hasta sus propios pilares de sostén. El riesgo si no lo hicieren, es terminar de irnos, con el estamento militar incluido, al sumidero de la disolución nacional, y despedazados nos harían presa demasiado fácil de ambiciones de nuestros vecinos.





Al asumir el reto de darle por cadena de TV un amanecer distinto y contrastado al país, que no incluya a los actores actuales del desgobierno y de sus cómplices gallináceos de la MUD, veremos multiplicados los escenarios y reducido el tiempo en que se produzca, al menor costo posible, la regeneración institucional posibilitada por esa extirpación indolora (¿?) del cáncer masivo heredado de décadas, pero que hizo metástasis hasta niveles de alarmante putrefacción en los últimos años… y de agonía irremediable en los meses desde que Maduro debió hacerse cargo para intentar disimular todo, regando perfume sobre las pestilencias ya inaguantables.

El Estado clientelar populista e híper-corrupto ha quebrado y ya nada ni nadie puede evitar que deba amputársele infinidad de tentáculos gangrenados.
Hay que establecer e impulsar de emergencia el consenso por un Nuevo Orden que se hizo es impostergable. No se trata de forzar nada se trata de impedir el caos que ya asoma el hocico.

Intuimos que no se daría un cambio real y efectivo si no vamos a terapias intensivas, si no se incluyen cirugías de diversos tipos y tamaños, unas a muy corto plazo y otras apenas diferidas, esperando evitarlas con los tratamientos de shock preparatorios.

Si a quienes les toca cortar por lo sano y emprender un amanecer de Nuevo Orden, les faltara decisión y coraje además de bases de sólidos principios para este viraje absolutamente necesario e indispensable, es lógico que debieran entonces hacer frente a una rebelión múltiple en todos los frentes, empezando por los propios cuarteles.

En eso radica mi convicción que quienes asuman esos retos debe ser un gran núcleo de gente insobornable, muy seria y de gran calidad profesional, dando por descontado que sean guiados por grandes principios de modernización e irrenunciables propuestas de moralización de la gestión publica.

Es urgente antes que se produzcan males aun peores e irremediables, impedir que siga la prevaricación como modelo de gestión de gobierno, que acabó con el valor de moneda sólida, al repartir fortunas del ingreso petrolero entre gobiernos y cómplices del lumpenaje izquierdista latinoamericano y que le llevó a despilfarrar más de un trillón de dólares, mientras el país se hundía en el deterioro general en el crecimiento irresponsable y desordenado de la deuda interna y externa que hizo el resto.

Vivimos en una burbuja inflacionaria subsidiada masivamente con miseria maquillada y una enorme deuda creciente amenazada con un pinchazo por súbita insolvencia, que puede llegar en cualquier momento y llevarnos al caos y a la barbarie.

Al burlar todo control y así facilitar el trasiego masivo de los dineros públicos a los bolsillos de la boliburguesia, constituida ya por miles de miembros prevaricadores con fortunas obscenas, ellos lograron, al propio tiempo, pervertir el aparato judicial para convertirse en impunes, y por si fuera poco corrompieron también masivamente el alto funcionariado y comprar el liderazgo opositor financiándole sus viajes, comidas y queridas caras y por supuesto sus costosas campañas electorales eternas, que retroalimentan este stablissment de cómplices.

Por eso las soluciones no pueden asumirse teniendo como pirámide del poder un estamento social originado en la vieja burguesía venida a menos beneficiaria de viejas corruptelas proteccionistas, ni tampoco de esta boli-burguesía hecha a punta de asaltos a dineros públicos y qué agencia fondos de origen y fines delincuenciales.

Ha llegado la hora para impulsar una economía abierta, desregulada y sobre todo con un Estado que genere soportes masivos para la actividad privada, desde las obras de infraestructura y servicios públicos eficientes. Para empezar deberá brindarse SEGURIDAD para personas y bienes mientras se propicie la más intensiva y extensiva competencia y competitividad económica en lo productivo, en lo comercial y en lo tecnológico, abierto y global.

Con tesis como esas se arranca para resolver en tiempo récord cuestiones como el abastecimiento, la revalorización del ingreso familiar, la convertibilidad libre de nuestra moneda, el crecimiento productivo sólido y la expansión rápida en base a capitales en gran escala, que vengan a un país de máxima seguridad para las inversiones y por encima de todo donde se aprecie a simple vista que se reconstruye el Estado desbaratado.

Para los logros más enaltecidos hay que pagar por algunos años el precio de la primacía de deberes por una etapa y del desarrollo de derechos para el conjunto de la población y ello no puede lograrse sino a expensas de los supuestos derechos de elites y minorías, acostumbrados a influenciar el poder político mediante formalismos democráticos y la edificación de privilegios insolentes. Por ejemplo deberá generarse la elección de funcionarios cuando con base legal se dé cuerpo solido a unas instituciones donde cualquier venezolano capaz de ejercer un gran liderazgo, no deba depender de grupos y mecenas financieros o del ventajismo del gobierno de turno.

La República debe ser reedificada, sus instituciones deberán ser modelos de democracia, pero primero debemos merecerla con el respeto a principios fundacionales, a las leyes, a las garantías de probidad de los funcionarios y por encima de todo a la solides y permanencia de instituciones realmente representativas de la soberanía nacional, como fuente de igualdad de oportunidades, porque seamos primero realmente iguales ante la ley.

Por fin bajará el telón de esta tragicomedia bufa.