Matazón en Egipto: Casi 300 muertos tras dispersión de partidarios de Mursi

Por lo menos 278 personas, entre ellas 43 policías, perecieron el miércoles en Egipto en la dispersión en El Cairo de las manifestaciones que reclamaban el retorno del presidente islamista Mohamed Mursi, así como en los disturbios que se propagaron a todo el país.

Al detallar el balance de víctimas, el portavoz del ministerio Mohamed Fathalá precisó que 61 personas perecieron en la plaza Rabaa al Adawiya, principal congregación de los partidarios de Mursi, y 21 en la plaza Al Nahda.





Además murieron 43 policías, según el ministerio del Interior.

El balance de víctimas es probablemente superior. Un periodista de la AFP contó 124 cadáveres únicamente en la plaza Rabaa al Adawiya, cuartel general de los partidarios de Mursi en El Cairo, donde el ministerio de Salud afirmaba que hubo 61 muertos.

El gobierno egipcio decretó el estado de emergencia nacional y un toque de queda regional.

Una hora después de la entrada en vigencia de ese toque de queda, responsables de la seguridad indicaron a la AFP que el país estaba de nuevo en calma.

Una calma que podría no obstante solo ser temporal, ya que la tensión sigue siendo muy fuerte en todo el país.

El primer ministro nombrado por los militares, Hazem Beblawi, destacó la “gran moderación” de la policía.

Los islamistas llamaron a nuevas manifestaciones mientras que las fuerzas del orden advertían que no aceptarían ninguna otra ocupación, tras haber tomado el control de dos plazas del Cairo donde los partidarios de Mursi acampaban desde hacía un mes y medio.

El baño de sangre provocó una crisis gubernamental, con la renuncia del vicepresidente Mohamed ElBaradei, y fue condenado por la ONU y por países occidentales y musulmanes.

Las autoridades habían prometido un desalojo “gradual” de las plazas cairotas de Rabaa al Adawiya y Al Nahda, ocupadas desde hace un mes y medio por miles de partidarios de Mursi, derrrocado el 3 de julio por los militares y detenido desde entonces.

Pero las tropas policiales y militares rodearon por sorpresa al amanecer los dos parques y empezaron a avanzar con topadoras y disparando gases lacrimógenos contra las tiendas de campaña, que albergaban a numerosos mujeres y niños.

El gobierno anunció que el desalojo de Al Nahda concluyó por la mañana. En Rabaa, la policía garantizó la salida de cientos de manifestantes que querían evacuar el lugar, mostró la televisión estatal. Pero un grupo de irreductibles permanecía atrincherado y continuaba enfrentando a las fuerzas de seguridad en otra punta de la plaza.

El ministerio de Salud indicó por la tarde que en la operación murieron 149 personas, aunque solo en la morgue improvisada junto a la plaza Rabaa un periodista de la AFP había contado unas horas antes 124 cadáveres.

En ese hospital de campaña, los médicos se veían desbordados y abandonaban los casos más desesperados para ocuparse de los heridos con más posibilidades de sobrevivir.

Los Hermanos Musulmanes, el movimiento de Mursi, afirman que la represión dejó 2.200 muertos y más de 10.000 heridos.

Otras regiones fueron escenario de incidentes, con enfrentamientos en Alejandría (norte) y el incendio de tres iglesias cristianas coptas en el centro del país.

El gobierno declaró el estado de emergencia nacional y un toque de queda en El Cairo y otras 11 provincias desde las siete de la tarde hasta las seis de la mañana (17H00 GMT a 04H00 GMT). Ambas medidas regirán durante un mes.

Peviamente suspendió todas las conexiones ferroviarias con El Cairo para dificultar las movilizaciones.

Crisis gubernamental

La represión desató una crisis gubernamental y dividió a los amplios sectores civiles y religiosos que habían apoyado el golpe contra Mursi.

El vicepresidente Mohamed ElBaradei presentó su renuncia en una carta dirigida al presidente interino, Adly Mansur.

“Se ha vuelto difícil para mí seguir asumiendo la responsabilidad de decisiones con las que no estoy de acuerdo”, escribió el Premio Nobel de la Paz. “Desgraciadamente, quienes van a ganar con lo ocurrido hoy son los grupos extremistas, que llaman a la violencia y el terror”, agregó.

La mezquita Al Azhar de El Cairo, principal autoridad mundial de los sunitas (una rama del islam), también lamentó la represión. “El uso de la violencia nunca ha sido una alternativa a una solución política”, dijo el gran imán de Al Azhar, Ahmed al Tayyeb, en una declaración televisiva.

Los Hermanos Musulmanes llamaron a una movilización general para “detener la masacre”.

“Esto no es un intento de dispersión, sino una sangrienta tentativa de aplastar todas las voces de oposición al golpe militar” que derrocó a Mursi, escribió en Twitter el portavoz de la cofradía, Gehad al Haddad.

La violencia política ya había dejado más de 250 muertos desde finales de junio hasta antes de la represión de este miércoles.

Condenas internacionales

La represión fue condenada por numerosos países y causó alarma internacional por el futuro de Egipto, el más poblado de los países árabes.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, deploró que las autoridades egipcias “hayan decidido usar la fuerza”.

Turquía, potencia clave en la región, que se había opuesto al golpe contra Mursi, consideró “inaceptable” la represión y urgió al Consejo de Seguridad de la ONU y a la Liga Árabe a “pasar a los hechos de inmediato para detener la masacre”.

Catar, principal apoyo de los Hermanos Musulmanes, también denunció “el método utilizado contra manifestantes pacíficos”.

Estados Unidos, que otorga a Egipto unos 1.500 millones de dólares anuales de ayuda, principalmente militar, criticó la represión y las medidas de excepción.

“Estados Unidos condena con fuerza el uso de la violencia contra los manifestantes en Egipto” y se opone “al retorno al estado de emergencia”, declaró el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.

El estado de emergencia fue casi permanente durante las tres décadas del gobierno de Hosni Mubarak, derrocado en 2011 por una insurrección popular, en el punto culminante de la Primavera Árabe que acabó con los regímenes autoritarios de Túnez, Egipto y Libia.

AFP