Alberto Franceschi: La familia militar

Alberto Franceschi: La familia militar

“Entre nosotros los militares muchas veces no necesitamos hablar para entendernos”, me decía un amigo general: “te encuentras al paso con un alto oficial que fue alumno tuyo y te saluda con gran respeto…y ya supones el resto…tu sabes que yo sé, que tú sabes…”

Toda definición basada en absolutos debe ser automáticamente desechable por ser prisionera de concepciones dogmáticas.

En religión eso está bien para los fieles, también en materia de principios inalienables que informan los más elevados proyectos del altruismo humano, donde es correcto manejarse con una alta rigidez ética, pero cuando se juzgan instituciones, organizaciones e ideas políticas, no hay nada peor que el dogmatismo, por la sencilla razón que están imbuidos de la defensa de intereses inconfesables o de cinismo cuando no de simple ingenuidad.





Usemos un ejemplo muy polémico, seas o no creyente y en dirección a un miembro de la Iglesia católica, tú dices: “la iglesia es una institución sumida en la depravación generalizada…mira como está llena de curas y hasta obispos y monjas pederastas”, harías un juicio temerario, absolutamente irresponsable, que cierra de inmediato todo dialogo. Porque lo cierto es que difícilmente la taza de prelados incursos en esas prácticas, sobre todo las de abuso sexual de menores, no excede el 2%, es decir una cuota más que suficiente para manchar el prestigio de toda la grey, pero profundamente injusta con el 98% restante, que repudia esos morbos y dedica su vida al servicio y a prácticas de virtud, o por lo menos de acciones y docencia que redundan en gran utilidad a las almas que lo así requieren.

¿Cuántos médicos peseteros, embaucadores, irresponsables, desalmados e indolentes existen? ¿uno, dos, 5 % ? Lo que no puede negarse entonces es que el 95 % o más restante, no merecen el agravio que denigra al conjunto de estos profesionales.

A propósito, pensar sin dogmatismo debe llevar implícito incluso escoger casos aún más afectados por los prejuicios políticos. ¿Cuántos médicos de la misión cubana Barrio Adentro son piratas y deben ser considerados además esbirros del aparato de seguridad cubano? En verdad no sé cuántos se adscriben a conductas dictadas por el aparato policial del G2 castrista, que más temprano que tarde deberán abandonar de ifso facto el territorio nacional, pero queda vigente la interrogante ¿cuántos de ellos son MUY útiles en la apartadas comunidades pobres de las barriadas y que en verdad realizan su tarea sin propósitos siniestros, como el de querer convertirnos en un país bajo régimen de ocupación castrista?

Este ejercicio puede hacerse con cualquier gremio y los resultados no pueden arrojar nunca cifras de total desecho de sus miembros, salvo para juzgar esbirros, mafias, etc.

Si analizamos al funcionariado de Estado, de cada Ministerio y de cada nivel vamos a encontrar igual dificultad para dogmatizar lo que ha de hacerse.

Es propio de nazis o de estalinistas, propio de castristas, maoistas o de polpotianos, de fascistas en una palabra, de cualquier color con uniforme de bandoleros, meter en un mismo saco a TODOS los que adversamos, a todos los que identificamos como “enemigos” de nuestra visión…remember Chávez pero habría que empezar a distinguir entre los dirigentes y beneficiarios de estas ideologías con sus oficiantes del rito y sus burocracias por un lado y el pueblo llano o los militante de base por otro, que defienden esos postulados, porque demasiados actúan de buena fe, aunque intoxicados por el dogma sectario.

En el caso de nuestras FFAA, querámoslo o no, su desprestigio viene de haber sido asociados, en sus niveles cupulares, primero con los vicios y corruptelas de la llamada Cuarta República y en particular con las mafias adecas y copeyanas y sus innumerables casos de corrupción jamás resueltos, y en la época reciente, al haber sido las FFAA un soporte fundamental del chavismo en el poder, es un hecho más que notorio que el presidente usó y abusó de su primacía institucional, para subordinarse los mandos militares e identificarlos ideológicamente con su proyecto despótico.

Es también un hecho que en los últimos años se generalizó entre las altas capas de oficiales, de todos los componentes, fenómenos de corrupción, por el irresponsable manejo de ingentes sumas de dinero en efectivo, sin control alguno, que propició Chávez mismo, como instrumento de manipulación.

Si estabas en su nómina de oficiales, manejando esos dineros, podías considerarte tentado sin riesgos a agarrar lo que quisieras, pero el precio se pagaba y se paga en incondicionalismos a las tropelías del ejecutivo.

Esa corrupción existió y existe, pero también abunda la subordinación asumida como lógica aunque de práctica reprochable en el indignante “cuide”, que te obliga hasta tolerar el delito en tus superiores, e incluso fingir esa incondicionalidad para no verte marginado, cuando no mandado a tu casa a ganar un sueldo sin tener siquiera la satisfacción de ser útil al país en algo.

Pero lo que comúnmente no se sabe, porque no toma estado público, es la enorme repulsa que existe en las FFAA contra los corruptos y la indignación que ya está por desbordarse, porque le conocen su fuente de masiva perversión en el alto mando político del poder rojo que agencia a los Castro.

¿Cuál es hoy el porcentaje de oficiales corruptos? No me queda la menor duda que es sensiblemente mayor que bajo el régimen anterior, pero es insensato concluir en juicios como el de creer que son mayoría quienes hayan sucumbido a prácticas hasta de pertenencia a banda armada de secuestradores y cobradores de chantajes, de tráfico de drogas, latrocinios masivos, etc.

Esa minoría delincuencial de oficiales no representa las FFAA venezolanas. Por cada oficial corrupto hay 24 que no los son. Entre los 15 o 20.000 efectivos del cuerpo de oficiales, sobredimensionado por cierto, mil corruptos dan la sensación que TODO el estamento militar está podrido.

También es cierto que como detentan el poder del monopolio de las armas y la nada desdeñable autoridad de mando automático sobre los civiles, las “tentaciones” y actos de latrocinios son de comisión más fácil y expedita.

Para abrir este debate frente al país, deberá conocerse y juzgarse, en el futuro inmediato, no pocos de los más sonados casos de corrupción que impliquen a funcionarios sean civiles o militares sin excepción. De no ocurrir esa ventilación publica que oxigene todo el ambiente político, de todas maneras no tarda, que manteniendo los derechos al debido proceso y a la presunción de inocencia, el país conozca una verdadera sacudida de saneamiento de sus estamentos dirigentes, que debería comenzar por una depuración drástica de tanto malandro pontificando virtudes.

Quisiera retener finalmente y esbozar algunas cuestiones de detalle pero que son de importancia para entender el ethos de la cultura militar, que es bueno que entendamos, sobre todo para los nuevos tiempos, donde tocará acompañarles en las rectificaciones de fondo que habrán de hacerse para reconstruir el Estado venezolano.

La primera es entender que sea por formación o deformación profesional, en sus meta-mensajes de inteligencia y contrainteligencia, se contempla como normal asumir, frente a quien se considera alguien que no merece nuestra confianza, el uso códigos de lenguaje que suponen, solo suponen, subordinación automática, pero no lealtad, que es usada y reservada solo a quien inspira en la jerarquía superior confianza total. Por eso nada es más relativo que la sinceridad de saludos ante las jerarquías civiles.

El “PATRIA SOCIALISMO O MUERTE” es la más usual y la menos sincera de todas las salutaciones que le fueron impuestas al cuerpo de oficiales, quienes más bien repudian en su fuero interno esos igualitarismos demagógicos, porque su vida entera esta signada más bien por valores tradicionales de clase media, que mide y celebra sus éxitos de ascenso social y teme los fracasos, con inapelable valoración a la calidad de vida de su entorno, de la educación libre de sus hijos, de su convivencia familiar, de sus creencias religiosas y muchos otros valores que son compartidos en común con el resto de sus compatriotas civiles.

Por eso es un hecho que existe lo que llama FAMILIA MILITAR, donde es usual que “sin hablar se entiendan” porque “el otro” sabe que está entre los suyos, y si bien es cierto no faltan, como en todo grupo humano, manifestaciones incluso enfermizas de intrigas, competitividad, manipulaciones etc, se es particularmente sensible y aflora la solidaridad automática con el miembro activo o en retiro de las instituciones militares.

Esto es importante para comprender no pocas razones sobre la supuesta “carencia absoluta de gónadas” que es común encontrarla como acusación hacia el gremio militar, entre el sifrinaje que quería, contra viento y marea, saltar por encima de un proceso muy laborioso de desgaste lento del liderazgo militar que encarnó Chávez, pero del que ya no queda el menor vestigio, salvo el que se empeñan en exhibir obscenamente, por estricto uso utilitario, desde el alto funcionariado del poder ejecutivo del madurismo.

Está en curso, de acuerdo a lo que se intuye, un proceso muy acelerado de reconstitución de la FAMILIA MILITAR, que va seguramente a reintegrase bajo el mando de sus mejores elementos, que en nada nos importa que hayan hecho profesiones de fe pública sobre lealtades a lemas de propaganda política del régimen, ahora en derrumbe, sabiendo que es perceptible que privan los principios fundamentales de la defensa del país y de su población sometida al escarnio de un gobierno de depredadores y que diseño un régimen absolutamente parasitario, porque nada producen sin un enorme despilfarro de recursos y que al propio tiempo se constituyeron en cónsules una potencia totalitaria que desvía y consume nuestros ingresos.

Este tema es más importante de lo que se cree, no solamente para zanjar entre criterios encontrados y evaluaciones sobre los pasivos de las FFAA, sino sobre todo porque somos muchos los que hemos llegado a la conclusión, que en medio de la miseria del partidismo y de las mezquindad de toda clase de logias clientelares, que ven la tarea de gobernar como oportunidades para el latrocinio de dineros públicos, solo las FFAA pueden constituir el eje en torno al cual el Estado y las instituciones puedan ser re articulados, porque necesitamos, por encima de todo, salir del caos ambiente en que la gestión de las últimas décadas nos dejó el país inerme y extenuado.

¿Alguien en su sano juicio puede creer que esa coleccioncita de aspirantes a figurines de la MUD o esos bicharracos ya resabiados en el manoseo del poder para lucrarse, como los del actual régimen puede sacar este país del marasmo?

Mi convicción más rotunda es que necesitamos UN NUEVO ORDEN, donde la FAMILIA MILITAR está obligada a dar un gran impulso de soluciones, un régimen articulado, estructurado por una nueva elite político – militar, que ponga la justicia en manos de hombres de leyes, la economía en manos de productores, las Relaciones Internacionales en manos expertas de diplomáticos, la educación en manos de los mejores docentes y así sigue hasta poner la moneda que es la medida de demasiadas cosas, en manos de quienes puedan hacer sentir hasta los tuétanos, por el imperio de la ley y la trasparencia de reglas claras, que por fin el país se estremecerá impulsado por un motor intangible que mueve montañas y sociedades: LA CONFIANZA.