La mujer que sonroja al Papa

La mujer que sonroja al Papa

Francesca Chaouqui, en la imagen de su perfil de Google Plus

El lavado de cara que el papa Francisco ha puesto en marcha para la curia romana cuenta con un arma que no podría ser más mediática: una joven laica, de apenas 27 años, italiana de padre marroquí, que entra en los Sagrados Palacios en calidad de superasesora. Francesca Immacolata Chaouqui es una de los ocho sabios a quienes el pontífice encargó el pasado 18 de julio la tarea de investigar y pulir la estructura económica y administrativa de la Santa Sede. Un buen salto en la carrera de una relaciones públicas. Sin embargo, las amistades y el desenfreno en las redes sociales de la nueva colaboradora han provocado algún que otro bochorno en el Vaticano.

/Roma/ El País de España

“Mi corazón, mi fe, mi empeño, mi profesionalidad están al servicio de la Iglesia y del santo padre, siempre”, tuiteaba, feliz por su nuevo empleo la única mujer y única italiana llamada a reformar las finanzas eclesiásticas. Sin pensar que la misma cuenta desde donde se felicitaba le causaría tantos problemas. Y es que, en los meses previos a ser nombrada asesora del Papa, Chaouqui no se cortaba a la hora de opinar a través de Twitter en torno a los temas que más preocupaban al Vaticano. “Menos mal que existes”, le escribió, por ejemplo, a Gianluigi Nuzzi, el periodista que publicó en el libro Su Santidad los documentos robados a Benedicto XVI por el mayordomo Paolo Gabriele. “Bravo, a esto es a lo que se llama hacer buena información. Orgullosa de ti”, continuó.





@FrancyChaouqui, su antigua cuenta de Twitter, está ahora convenientemente cerrada. Pero a los medios italianos les faltó tiempo para copiar y pegar los mensajes más polémicos antes de que su urgente clausura. El 25 de febrero, por ejemplo, Chaouqui escribía: “Creo en la iglesia: una, santa, católica y apostólica. Quizás alguien debería recordárselo a Bertone”, refiriéndose al secretario de Estado del Vaticano, a quien en otro tuit tilda directamente de “corrupto”. Cuando el 11 de marzo el mundo entero fue sorprendido por la renuncia de Joseph Ratzinger al pontificado, Chaouqui volvió a disparar contra el cardenal: “Ha ganado Bertone. Estaba segura de que no lo haría, pero ha tirado la toalla. Como creyente estoy simplemente decepcionada”. Poco antes, había soplado: “El Papa tiene leucemia”, así, sin más.

Pero sus indiscreciones no se quedan en el ámbito del Vaticano. En su época de tuitera, también enfundaba sus palabras contra los políticos. “Tremonti es gay”, disparó en un tuit que le valió la denuncia por parte del exministro de Economía de Berlusconi. Con ese historial, resulta raro que nadie haya advertido al papa Francisco de la facilidad de palabra de su nueva asesora antes de ser elegida.

“El nombramiento de Chaouqui está levantando fuertes polémicas dentro y fuera del Vaticano”, sostiene Sandro Magister, el veterano analista de la Santa Sede que reveló en el semanal L’Espresso que monseñor Battista Ricca, nombrado a dedo por el pontífice poco antes de su viaje a Brasil, mantuvo relaciones homosexuales cuando era nuncio apostólico en Montevideo. “El Papa negó saber nada de eso. Dijo que en el expediente que le facilitaron sobre el prelado no aparecían estas informaciones. Pero no desmintió que fueran ciertas. Es un caso de manual que muestra cómo actúan los lobbies en el Vaticano: ocultando informaciones para dejar en evidencia a los del bando opuesto”, comenta, dejando entender que la Operación Ricca fue una zancadilla a Bergoglio, supuestamente, por parte del viejo bloque de poder, centrado en el antaño todopoderoso secretario de Estado Tarcisio Bertone. En esta perspectiva de enfrentamientos no resulta difícil pensar que lo mismo pudo haber pasado con la elección de Chaouqui.

“Los cercanos a Bertone están utilizando a Francesca como herramienta para defender sus propios intereses”, opina Nuzzi en el periódico británico The Sunday Times. “A la curia no le gusta que el Papa esté dejándolos fuera en su toma de decisiones”.

Por su parte, Francesca Chaouqui demuestra tranquilidad. “No estoy preocupada porque el santo padre no lo está”, ha declarado. Puede que su actual silencio forzado baste para acallar el revuelo mediático de la comunicadora cazada. Hasta ahora, el Papa se ha mantenido firme ante el nombramiento de su asesora.