El caso de la escasez de leche es quizás uno de los más preocupantes. Hace semanas que la leche desapareció de los detales y no se consigue en ninguna forma. Como alimento esencial de la dieta humana, la leche no debería faltar en Venezuela, pero falta. Los despojos de fincas que luego se extendieron a la industria láctea estatizándola, más los controles de precios ignorando los costos, siguen en efecto a la fecha, al tiempo que las importaciones también fallan, haciendo imposible la solución del desabastecimiento de leche que seguirá faltando.
Mientras crece el descontento entre la población debido a la escasez de alimentos, y se suma al generado por las acostumbradas faltas de luz, de agua, de aseo urbano, de salud, de seguridad, etc. Al ignorarse la emergencia alimentaria nacional se vislumbra el peligro de una explosión social. Para ello procede el más inmediato cambio de todas las políticas que hoy afectan la producción, industria, comercio, distribución y venta libre de alimentos en Venezuela. Ciertamente, tal como dice la FAO: “los avances de la tecnología y los recursos han convertido el hambre en un mal evitable y, por lo tanto, más intolerable”.