Antonio De La Cruz: Nicolás Maduro, la apuesta de los Castro

Antonio De La Cruz: Nicolás Maduro, la apuesta de los Castro

Nicolás Maduro es el instrumento del régimen cubano que asegura la relación que Chávez desarrolló con los hermanos Castro, en la cual Venezuela financia la economía cubana, entre un 8 al 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que Cuba asegura la hegemonía en el poder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) -los últimos nueve años de gobierno chavista-.

El principio es sencillo. Venezuela entrega alrededor de 100 mil barriles de crudo diarios y el régimen cubano articula el apoyo en la sumisión de la población y la cooperación de los países de la región que son necesarias para la sobrevivencia del régimen; a través del diseño y desarrollo de la creencia que el régimen de Maduro es legítimo, y que tienen el deber moral de obedecerlo y reconocerlo. De lo contrario, los disidentes recibirán castigos y los Estados serán sancionados con el subsidio petrolero o con el pago de la deuda por concepto de importaciones – caso Colombia-.

Durante el período comprendido entre el 2004 hasta octubre 2012, el régimen apalanca la continuidad del PSUV en el poder a través de la celebración de elecciones – cada vez más difíciles de manejar- con una frecuencia interanual, que van desde el referéndum presidencial (2004), elecciones regionales (2004, 2008, 2012), municipales y parlamentarias (2005, 2010) y presidenciales (2006, 2012), hasta dos referéndums constitucional (2007, 2009). (Gráfico 1 Referéndum y elección presidencial)






Gráfico 1

En lo político, la propuesta ha sido un sistema autoritario en el que hay una total dependencia de los poderes públicos del poder ejecutivo, donde el estado de derecho es altamente maleable, existe cero diversidad de pensamiento y unaalta capacidad de huída hacia delante para adaptarse a las nuevas situaciones. Son elementos que integran un sistema complejo que ha logrado encontrar un punto de equilibrio, a través de una conciencia social tipo teflón –todo resbala-, en el cual la sociedad está cohesionada por el miedo a la perdida para poder subsistir el día a día.

A finales del 2012 , ante la muerte inminente del líder fundamental del PSUV, se da la sucesión en el poder de la figura que los hermanos Castro consideran el mejor representante para sus intereses; desplazando al “heredero” que fue formado desde que llegó a la academia militar y quien fuera el presidente de la Asamblea Nacional Legislativa. Por lo que la facción que integró el 4F-movimiento fundamental del PSUV que intento tomar el poder a través de un golpe de estado en 1992, ver lista integrantes– entraría en un período de incertidumbre en la nueva conformación del poder, a pesar de haber gobernado y administrado los recursos de la nación durante 14 años.

Dentro de la estrategia para mantener el nuevo poder político se utiliza el poder judicial, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), quien despejaría el camino constitucional para que Maduro pudiese gobernar durante la transición hasta la nueva elección presidencial de abril 2013 y el poder electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE), quien haría su parte al darle un carácter de reelección. Sin embargo, el resultado del proceso electoral es muy cerrado e impugnado por el candidato opositor, desconociendo el triunfo de Maduro en las urnas. Es la primera vez que ocurre y genera una situación de ilegitimidad de origen al nuevo poder político.

Ante ésta situación, el régimen cubano requiere afianzar el poder político de Maduro por lo cual planifica y recomienda las acciones para volver a obtener el poder absoluto, que entre otras son:

  • Recurrir al escenario de violencia o represión contra las protestas de calle que piden realizar la auditoria ciudadana del proceso electoral presidencial y en una huída hacia adelante el régimen responsabiliza a la oposición de los hechos violentos y amenaza a la dirigencia con la justicia maleable. Así mismo lo hace en la Asamblea Nacional –espacio para la discusión de las ideas- al dar un combate de manos y puntapiés –el oficialismo- para poder señalar a la oposición como violenta. Con las protestas de calle logran el cometido, detenerlas, mientras que en la Asamblea obtienen la condena de los Parlamentos a nivel mundial,
  • Allanar los argumentos de la impugnación del proceso electoral presidencial a través del poder judicial, el TSJ, con “no detalló los hechos en los cuales se registraron las irregularidades”, lo que mantiene el resultado que da ganador a Maduro del proceso comicial. Igualmente castigar al querellante con una multa y solicitar ante la Fiscalía la apertura de un juicio penal por vilipendio. Esta acción busca estabilizar el régimen e intimidar a la oposición,
  • Silenciar el poder legislativo con la solicitud de una ley habilitante para luchar contra la corrupción. Se inicia con el allanamiento de la inmunidad a un diputado de la oposición –no administra dineros públicos- en la Asamblea Nacional; violando el reglamento interno de debates. Así mismo, capturar a funcionarios públicos -niveles bajos en la jerarquía- involucrados en actos de corrupción. En la practica es la vía para hacer la purga dentro del PSUV, específicamente el ala del 4F, quien fue la que administró los grandes recursos en 14 años. Esta acción coloca entre dicho el legado del gran líder al reconocer que fue una gestión con una alta malversación de fondos,
  • Crear un estado de excepción con los eventos de un magnicidio y saboteo a la industrias de los sectores básicos, tales como crudo y electricidad. En la primera acción involucrar actores internacionales para establecer un foco externo y en la segunda comprometer a diputados de la asamblea nacional y trabajadores para señalar a la oposición de “golpista e insurrecta”.

Por lo tanto, la narrativa que se construye es para que el poder ejecutivo logre afirmar el poder absoluto sobre el resto de los poderes públicos, especialmente el legislativo, para lo cual requiere obtener una ley habilitante o crear un estado de excepción. Igualmente, subyugar los factores disidentes comprometiéndolos en actos de “corrupción”, “magnicidio” y “sabotaje”. Y a lo interno del PSUV iniciar la purga de la facción del 4F por casos de corrupción.

Es un sistema complejo donde los nuevos actores se adaptan a las particularidades del terreno. Equivocarse en el manejo de cada hilo de la marioneta que maneja el poder podría resultar en un estado caótico por lo extremadamente sensible de las condiciones sociales que vive el país, que afectaría el desempeño del sistema autoritario competitivo.

Los Castro han jugado su mano, les toca ahora al resto de la sociedad venezolana.

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Antonio De La Cruz es Director Ejecutivo de Inter American Trends