Fausto Masó: Los dueños de la calle

Fausto Masó: Los dueños de la calle

Si Maduro lo piensa dos veces, mejor se anda  con cuidado con los motorizados, los personajes más peligrosos de Caracas. Debe tratarlos con guantes de seda, no molestarlos, complacerlos. Lo está haciendo. En esta lastimosa dictadura, todos hacen lo que les da la gana, pero en medio de la anarquía generalizada nadie supera a los dueños de la calle, capaces hasta de moverse por las aceras, burlarse de cualquier alcabala. Ellos son el símbolo de la revolución, y a los automovilistas les conviene arrodillarse frente a un bárbaro sobre dos ruedas. A sus peligrosas tribus las teme la propia la Guardia Nacional Bolivariana.

En una ceremonia primitiva, los motorizados despiden a sus muertos disparando al aire y robando a los infelices atrapados en una cola. Los programas que informan sobre el tráfico advierten alarmados cuando se dirigen al cementerio. Hay que abrirles paso, llegó el poder. Si a usted le patean el carro, presente la otra mejilla. No se exponga a que le metan un tiro. Los motorizados forman las tropas de asalto revolucionarias. No tienen  cuentas bancarias con millones de dólares, pero mandan en las calles.

En tiempos de la República Civil no circulaban por las autopistas. De noche les impedían andar en pareja. Ahora, el Gobierno prefiere olvidar que de día la inmensa mayoría de los delitos se cometen utilizando motos. En aquellos tiempos (¿oprobiosos?) criticaban a un ministro por tener guardaespaldas. Ahora, cualquier funcionario cuenta con espaderos, a los que vemos frente a los restaurantes, alimentándose con un perro caliente. En este socialismo, algunos venezolanos son más iguales que otros.





¿Para qué se roba dinero? ¿Para esconderlo debajo de una piedra? ¡Qué va! Andar con guardaespaldas y en una camioneta BMW es una muestra de status revolucionario. Los guardaespaldas en Venezuela se han multiplicado por diez. No basta con andar con uno solo, se necesitan cuatro, que acompañen a los privilegiados las 24 horas del día y escolten a sus mujeres a las tiendas. El oficio de guardaespaldas es el gran aporte del socialismo del siglo XXI a la lucha contra el desempleo. Los millonarios de verdad y los enchufados andan por la ciudad con un pequeño ejército que se mueve en motos.

El socialismo ha democratizado el uso de los guardaespaldas. A cualquier funcionario medio igual que a un general los motorizados le abren camino por el tráfico. Nicolás Maduro advierte que el chavismo acaba con la corrupción, o la corrupción acabará con la revolución. No pierdan las esperanzas. No está disminuyendo la corrupción.

Al Gobierno le queda culpar de la inflación y el desabastecimiento a un increíble plan de la oposición, como si Maduro fuera un segundo Allende. Amenaza a sus enemigos con un segundo 27 de febrero. Mete miedo, pero no aparece el azúcar ni la harina pan. ¿Hablarán en serio? En realidad el Gobierno confía en el dólar permuta y colocar bonos en el mercado, pero intenta también desesperadamente reavivar el espíritu revolucionario de sus seguidores.

Juegan con fuego. Un día, el ejército de motorizados se volverá contra el Gobierno, que por ahora piensa terminar de apoderarse de las estaciones de radio y los periódicos.

En la campaña electoral hacia el 8 de diciembre la oposición tendrá una oportunidad de llevar un mensaje a todos los rincones, de movilizar al país. A partir del 9 de diciembre, el país enfrentará un nuevo panorama político o sufriremos la consolidación de Maduro.