Fernando Luis Egaña: Colapso al cubo

Fernando Luis Egaña: Colapso al cubo

Se extiende la noción de que Venezuela está colapsando y es conveniente que así sea porque es verdad. La verdad nos hará libres, ¿o no? Es más, es una verdad por partida triple. Primero, porque el funcionamiento básico de la política, la economía y las relaciones sociales se encuentra en situación de colapso. Es decir, en situación de destrucción, de ruina, de postración.

Segundo, porque la interpretación de la realidad que hace el poder establecido refleja un colapso del más elemental sentido de respeto hacia el conjunto de los venezolanos. Y tercero, porque el creerse los cuentos de esas interpretaciones oficialistas, pone en evidencia un estruendoso colapso de la capacidad de entender y valorar la realidad y sus posibilidades.

Y no otro que Nicolás Maduro es quien le ha dado fuerza a la idea del colapso venezolano. Claro, él lo trata de hacer a manera de denuncia contra el “imperio” por la pretendida existencia de un plan para generar el colapso gubernamental el venidero mes de octubre… La misma excusa, el mismo pretexto, la misma guarimba que viene invocándose desde hace casi 15 años.





Pero como la sensación de colapso sí se percibe por doquier porque existe por doquier, a Maduro le salió el tiro por la culata y ahora el tema se ha hecho tan cotidiano como los apagones, la escasez, el alto costo de la vida, la máxima inseguridad, y todas las distintas manifestaciones del verdadero colapso venezolano. Maduro no puede tapar el colapso con un dedo o con un discurso o con cadenas. Carece de las habilidades de Chávez para ello.

Y debemos insistir: estamos en colapso con el barril de petróleo por encima de los 100 dólares, cerca de 110; lo que lo hace absolutamente injustificable e incluso haría injustificable a una mera crisis de relativa magnitud. Por eso tan o más trágico que el colapso en sí, es la irresponsabilidad de su manejo por parte de sus autores principales. Y su manejo comienza por la obsesión de inculpar a todos los demás.

Y prosigue con la pretensión publicitaria de que no sólo no hay colapso –salvo en los planes del imperio–, sino que tampoco hay crisis. Ni crisis económica. Ni crisis social. Ni crisis política. Ni nada de crisis. Sólo un descaro de talante totalitario puede asumir y difundir un falseamiento tan sideral.

Sin embargo, un fenómeno asociado a la percepción de colapso, es el acostumbramiento al colapso. Y mucho de eso hay en Venezuela y en su población, porque el proceso de colapso no se inició hace poco sino que viene catalizándose en el siglo XXI. Sin pausa pero paso a paso. Lo que explica, entonces, que en medio de la bonanza petrolera más caudalosa y prolongada de la historia, estemos como estamos.

Por eso el colapso venezolano es al cubo, a la tercera potencia, multiplicado por tres. Colapso de la realidad política y socio-económica por causa de una hegemonía destructiva. Colapso de los derechos del ciudadano al ser bombardeado con una propaganda tan falseadora de los hechos. Y colapso de la capacidad de comprender y asimilar la realidad, por parte de importantes sectores de la población.

Es difícil imaginar un colapso más ruinoso. Pero no imposible…

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