Angel Rangel: Discapacitados en caso de desastres, una prioridad

El pasado 13 de octubre, por iniciativa de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR, por sus siglas en ingles), se conmemoró el Día Internacional para la Reducción de Desastres bajo el lema “Viviendo con Discapacidades y Desastres”, con el objeto de llamar la atención del mundo sobre las condiciones de vulnerabilidad y de alta exposición al riesgo, en que se encuentra un importante sector de la población (15% de  la población del mundo), constituido por personas que presentan algún tipo de discapacidad (y si se quiere desventaja en comparación a otros),  bajo  las condiciones particularmente adversas que se presentan durante y después de situaciones de emergencias y desastres.

Si en la vida cotidiana, todos somos testigos de las inmensas dificultades y obstáculos que deben sortear las personas con alguna limitación para oír, ver, sentir, movilizarse,  comunicarse, o para seguir instrucciones, cuando deben dirigirse a sus centros de trabajo o estudio, al hacer uso de medios de transporte público, o de instalaciones de salud, de servicios sanitarios, de áreas recreativas, o simplemente para desplazarse de un lugar a otro en nuestras ciudades en situaciones normales; entonces pensemos sólo por un momento en la suerte que pudieran correr estos ciudadanos durante eventos de fuertes precipitaciones, inundaciones, terremotos, incendios, situaciones de conmoción social, o cualquier otra emergencia en la cual se requiera realizar una rápida evacuación de emergencia.

Una estadística publicada con posterioridad al terremoto y tsunami ocurrido en Japón en el 2011, muestra que el porcentaje de fallecidos en personas con discapacidades fue de 2.06%, mientras que en las personas de la población general fue de 1.03%.





Más recientemente, una encuesta mundial que realizó  la UNISDR con motivo del 13 de octubre, revela que, como lo expresó la Jefe de la Oficina, Margareta Wahlstrom: “sólo el 17% de los encuestados tenía noticia de que existiera un plan de gestión de desastres en su ciudad, pueblo o comunidad y tan sólo el 14% afirmó haber sido consultado al respecto. Al mismo tiempo, el 50% de los encuestados expresó su deseo de participar en la gestión comunitaria de desastres, mientras que otro 21% no estaba seguro, y el 24% dijo que no”.

Definitivamente, no podemos seguir esperando para actuar después, cuando lo verdaderamente prioritario es planificar hoy, para no lamentar mañana.

@Angelrangels