La ropa anti-ondas, armaduras de la era moderna

La ropa anti-ondas, armaduras de la era moderna

Calzas anti-radiaciones, pijama “pantalla” o fajas de “protección” para embarazadas: en un mundo saturado de ondas, los más inquietos acuden cada vez más a prendas tejidas con metal, armaduras de la era moderna.

Claire SNEGAROFF/EFE

Este fenómeno es “muy reciente: dos o tres años”, explica Vincent Joly, fundador de E.P.E., recién llegado en el mercado antiondas que cuenta una decena de distribuidores en Francia, pero que se desarrolló sobre todo en el norte de Europa.





Es un “nicho”, precisa el presidente de E.P.E, que comercializa desde 2009 un detector de ondas para todo público. La demanda “es cada vez más importante”, a pesar de los precios elevados.

Las telas especiales que contienen cierto porcentaje de fibras metálicas rodeadas de algodón u otras fibras, cuestan caras.

Las de E.P.E provienen de Alemania, país que está a la vanguardia en este campo, al igual que Suiza. La tecnología utilizada asegura bloquear hasta 99% de las ondas pero eleva el costo del pijama infantil a más de 120 euros.

Los clientes son por lo general “gente sensible a cuestiones ambientales, otros que tienen problemas de salud, familias con niños que buscan protegerse”.

Los artículos estrella son la ropa interior –bragas y remeras– “porque pueden ser cubiertas por otra ropa”, los pijamas “porque la gente prefiere protegerse durante el sueño reparador” y los baldaquines para cubrir la cama.

Al igual que otros fabricantes, E.P.E. proclama el carácter “científico” de su producto, con telas controladas por el profesor P Pauli de la Universidad de Munich.

“Demostramos que hay un efecto de pantalla, pero evitamos entrar en el terreno médico. No hemos demostrado que la gente evita tener leucemias u otros tipos de cáncer” con esta ropa, precisa Joly.

El impacto de las ondas electromagnéticas (celulares, wi-fi…) sobre la salud está lejos de generar un consenso en la comunidad científica. En un informe publicado este martes, la agencia sanitaria francesa descartó cualquier “efecto” sanitario “comprobado”.

Sin embargo, reconoce que hay casos de modificaciones biológicas sobre el sentido de la orientación, el sueño o la fertilidad masculina.

Evelyne Rouquier dice ser “hipersensible” a las ondas. Padece síntomas (dolores de cabeza, problemas de concentración, zumbido en los oídos) que la comunidad científica intenta explicar y que la condujeron a utilizar estas telas ultramodernas.

Además de pintar las paredes con carbono, puso cortinas antiondas en su apartamento de París. “Funciona perfecto. Cuando se abren las cortinas, el contador hace ruido. Cuando las cierro, ya no hace más ruido. ¡Impresionante!”, comenta.

A pesar de todo, prefiere no llevar esas telas directamente sobre la piel, al igual que Manuel Hervouet, portavoz de la asociación de electrosensibles de Francia, que “no las soporta”.

Aunque algunas gorras “disminuyeron los síntomas”, las camisas provocaron “hormigueos”. Otros se quejan de sentir cosquilleos, explica.

¿La eficacia de estas prendas? “Todo depende de la sensibilidad de las personas”, asegura. “El problema de las ondas, es que entran a todas partes”, agrega. Y los “electrosensibles” tienen que rodearse por completo de velos antiondas, aunque terminen pareciendo extraterrestres.

“No hubo nunca una evaluación científica”, deplora Christine Campagnac, responsable de un proyecto de la Asociación para la investigación terapéutica anticancerosa (Artac), presidida por el profesor Dominique Belpomme.

“Algunas personas consideran que les hacen bien, otras menos”, constata. La Artac se dispone a probar algunos productos y aseguró que presentará sus conclusiones en un sitio internet que ayudará a la gente a elegir sus propios métodos de protección”.