La masa laboral venezolana protagoniza el 40% de los conflictos que se producen en el país. La radicalización de los reclamos tiene relación directa con la forma en que las autoridades actúan
Si hay algo que ha caracterizado a Venezuela en la última década y media es el afianzamiento del centralismo como modelo político. Esto ha permitido una inmensa concentración de poder en el Gobierno que lo ha utilizado para ir, más allá de la centralización política, tomando control de amplios sectores productivos y de servicios con una gran voracidad. Tenemos un Estado que monopoliza amplios sectores de la economía y tiene además mucha presencia en prácticamente en el resto de los sectores.
Así pues, nuestro Estado, además de administrarse a sí mismo y a las industrias básicas y petrolera, opera el sistema de electrificación nacional, la CANTV, administra todos los puertos, diversos bancos, posee un sinnúmero de industrias agroalimentarias, agropecuarias, de manufactura, de distribución de alimentos y de pasajeros terrestres, aéreos y acuáticos, grandes y pequeños espacios de ventas al detal de productos alimenticios, electrodomésticos, etc.
Obviamente, todas estas industrias y empresas son operadas por un muy variado y numeroso grupo de empleados, profesionales, técnicos y obreros. El Gobierno es por lo tanto, el patrón de una inmensa cantidad de empleados y obreros.
MALTRATAN A LOS TRABAJADORES
Los trabajadores venezolanos protagonizan el 40% de los conflictos que se producen en el país. Este porcentaje refleja las pésimas relaciones laborales que existen entre la masa trabajadora y su principal empleador, el Estado.
Las constantes protestas laborales que observamos tienen diversas causas. Una de las principales es la falta de respuestas efectivas y oportunas a las demandas relacionadas básicamente con la discusión de contratos colectivos, pago de deudas, dotación de equipos y mejores condiciones de trabajo.
Otro elemento que incide en el aumento de la conflictividad laboral es la forma como las autoridades han abordado los conflictos, sobre todo en la fase inicial, principalmente con acciones de intimidación, amedrentamiento y criminalización hacia quienes exigen reivindicaciones. Últimamente vemos con mayor frecuencia el uso de la fuerza militar para intervenir en los conflictos laborales.
SE RADICALIZA LA PROTESTA
La radicalización de los conflictos tiene una relación directa con la forma en que las autoridades responden a quienes exigen derechos -no solo con los trabajadores, es extensivo a todos los ciudadanos que deciden expresar su descontento y ampararse en la Constitución-. Las huelgas de hambre, con algunas excepciones, son el ejemplo de ello. En la mayoría de los casos los manifestantes radicalizan su protesta luego de discursos o ataques mediáticos hechos por las autoridades.
PROTESTAN EN LA CANCILLERÍA
Recientemente circuló un video en las redes sociales donde se dejó al descubierto cómo es el trato que se les da a los trabajadores de la Cancillería venezolana. En ese video, la directora de personal se burla y amedrenta a los trabajadores que en asamblea exigen aumento de sueldo. Con expresiones como “todo el que no esté en su lugar de trabajo, hay consecuencias…” o “un ultimátum, si en 10 minutos no bajan, hay consecuencias”. Este comportamiento irrespetuoso de la funcionaria ocasionó el aumento de las tensiones, y la protesta salió de las oficinas ministeriales a la calle. Los trabajadores cerraron de manera pacífica la avenida Urdaneta, una de las principales avenidas de la capital y a pocas cuadras del palacio presidencial, para llamar la atención de otras autoridades, de medios de comunicación y de los ciudadanos en general.
La designación de funcionarios con pocas competencias o aptitudes para la negociación y transformación de los conflictos, se traduce en un aumento inmediato de las tensiones.
TRATARON DE IMPEDIR EL DERECHO A LA PROTESTA
La semana pasada vimos cómo con cortes de vías bajo la figura de protestas -o contra protestas- en carreteras y autopistas de entrada a Caracas, se trató de impedir una manifestación de trabajadores de la gobernación de Miranda, convocada en la capital y que tenía como objetivo llegar a la Vicepresidencia de la República a entregar un documento donde expresaban su preocupación por la no llegada de los recursos para el pago de beneficios. Otro ejemplo donde el inmenso poder que concentra el Gobierno se pone de manifiesto por partida doble: por una parte, no baja los recursos para pagar a los trabajadores por interés político -la gobernación de Miranda está en manos de opositores-, y por la otra usa su poder para tratar de impedir la manifestación.
En todo caso, los trabajadores se las arreglaron, muchos viven en Caracas y otros pernoctaron en la ciudad previendo probablemente las acciones de sabotaje, y la marcha se llevó a cabo, hasta donde el Gobierno lo permitió, pero lograron entregar el documento.
EMPRESAS BÁSICAS: EL CICLO DE LA CONFLICTIVIDAD
Tal y como hemos venido diciendo desde esta página, el Gobierno es el responsable de la gran conflictividad que se vive en las empresas básicas de Guayana. Existe un ciclo perverso que se repite constantemente.
Los trabajadores exigen el cumplimiento de compromisos adquiridos por el patrón Estado, el Gobierno los ignora. Tras ejercer diferentes tipos de protestas, los trabajadores logran que el Ejecutivo se siente en la mesa de negociación. Se llegan a acuerdos y compromisos que a los pocos días se incumplen, y vuelven las protestas. Eso es lo que vimos la semana pasada en Ciudad Guayana, quizás con un nuevo ingrediente y es que sin previo aviso, los trabajadores decidieron radicalizar su protesta y trancaron vías que son vitales para la región, lejos de los portones donde habían ejercido en días anteriores su protesta.
@MarcoAPonce y @mlhccs
ConflictoVe Fuente: TalCual, 4 de Noviembre de 2013, pág 6
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Pueden consultar nuestros anteriores análisis semanales publicados en TalCual:
http://www.conflictove.org.ve/
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