CNE por @felixseijasr

CNE por @felixseijasr

Algunos se refieren a él como el “árbitro” de los procesos electorales en el país; otros prefieren llamarlo el “administrador” de este tipo de comicios. Lo cierto es que el Consejo Nacional Electoral (CNE) es, por razones obvias, el referente más importante en la construcción que toda persona hace de la condición democrática de nuestra nación.

La Universidad Católica Andrés Bello realizó durante los pasados meses de junio y julio, un estudio sobre la imagen que el venezolano tiene de esta institución electoral. El estudio constó de dos componentes en lo que respecta a la observación de datos: uno cualitativo (grupos focales) y otro cuantitativo (encuesta de hogares). El momento de su ejecución luce bastante apropiado, pues se alejó prudentemente tanto del 14 de abril, lo que le permitía captar de manera “serena” el efecto que las pasadas elecciones presidenciales ejercieron sobre la matriz de opinión, como del 8 de diciembre, lo que evitaba la “contaminación” que el calor de los próximos comicios municipales pudiesen producir.

Las reacciones que se generaron ante la presentación pública de los resultados de esta investigación, son en sí mismos un reflejo de sus principales hallazgos: un país cuyo grado de polarización produce un nivel de ruido tal, que hace pasar desapercibida a una importante masa de personas que en su fuero interno sienten crecer las dudas en su sistema democrático y en los actores que lo lideran.





Algunos representantes del oficialismo de inmediato descalificaron el estudio tildándolo de sesgado y tendencioso, sugiriendo además que formaba parte de un plan para desacreditar al ente electoral. Por su parte, algunas personas de oposición interpretaron los resultados como una prueba contundente de la pésima imagen que los venezolanos tenemos del CNE. Ambas posiciones “ignoran” lo que verdaderamente enseña un análisis objetivo de esta investigación.

Si bien es cierto que Venezuela “padece” de una importante polarización en lo político, también es cierto que en esos polos existen fracciones moderadas cuya “fidelidad” a cada opción no parece ser del todo robusta. Estas personas, que representan alrededor de la mitad de la población electoral, tienden a ser bastante críticos, atentos y preocupados por lo que ocurre en el ámbito social, político y económico del país. Del análisis de estos grupos se desprenden interesantes fotografías que trataré de resumir a continuación.

Este sector del electorado separa muy bien sus apreciaciones en lo que respecta al desempeño técnico del CNE y al desempeño político de sus dirigentes. Por un lado, en estos grupos encontramos personas que reconocen y valoran el avance que, en materia tecnológica y organizativa, perciben ha realizado el ente comicial. Ellos consideran que el proceso actual simplifica el acto de votación y, aun cuando está presente  la sensación de que dicho proceso hace más vulnerable el secreto del voto, la misma no es absoluta. Por otra parte, en lo que respecta al desempeño de este organismo en lo político, los “moderados” se muestran críticos al señalar que sí existe un sesgo en su actuación que lo hace favorecer al oficialismo; es decir, el CNE no es percibido como un ente imparcial en su comportamiento político.

Encontramos entonces a un CNE al que una parte no desdeñable de estas fracciones moderadas -tanto oficialistas como opositoras-, aprueban en materia técnica pero desaprueban en lo que respecta a su actuación política.

Ahora bien, si nos referimos a los polos no moderados o extremos, las posiciones, como es de esperarse, se radicalizan a favor y en contra del ente electoral. No obstante, la lectura del estudio también nos indica que, en términos generales, la mayoría de la población electoral venezolana considera que el voto aun representa una herramienta fundamental de expresión democrática, a través de la cual se pueden conquistar cosas.

Sin embargo, ninguna fracción puede perder de vista los peligros latentes. Nos encontramos en un país en el que en la actualidad, el mercado electoral cautivo se encuentra repartido en partes aproximadamente iguales, y el mercado aún no conquistado se caracteriza por su alto grado de desconfianza. Por lo tanto, el hecho de encontrar la existencia de un grupo de oficialistas que cada vez cuestiona más las actuaciones de sus líderes, llegando incluso a reconocer que desde su dirigencia se limita la independencia de un Poder como el Electoral, y la existencia de opositores que sienten que sus dirigentes no les garantizan hacer respetar el voto, constituye un factor que debe llamar la atención de ambas fracciones, ya que, quien no maneje esta realidad de la manera adecuada, se expone a enfrentar un importante costo político.

 

Félix L. Seijas Rodríguez