¡Pero tenemos Patria!

¡Pero tenemos Patria!

Foto: Cortesía Gabriel S. Delgado C

Es difícil reconocer si en nuestro país hay o no libertad de expresión. Yo, de antemano, creo que sí. Aunque también es cierto que de alguna u otra manera, se nos han cerrado espacios a los venezolanos para decir lo que sentimos, lo que no nos gusta o lo que nos apetece; pero tengamos en cuenta que no lo podemos gritar a los cuatro vientos, eso no ha sucedido nunca y menos ahora.

Eduardo Salazar De Peñaranda/RNW

Situarnos en el medio de la calle pareciera una ofensa para uno u otro bando radical. Ambos sectores, oposición y gobierno, se parecen mucho en la forma de actuar, y aquí incluyo a una gran pila de ciudadanos de color rojo intenso o azul intenso. La conciliación se ve lastimosamente lejos, muy lejos para una nación que se desangra lentamente ante la indiferencia de quienes pisan sus tierras, carcomidos por lo inmoral y la corrupción, y motivados a respirar y aspirar todo lo que puedan según los intereses de sus bolsillos. Vulgar panorama.





Y cuando digo que sí hay libertad de expresión, no oculto que a un canal de TV de más de 50 años de trayectoria no le hayan renovado la concesión. Algunos aseguran que por “golpista” y otros por “capricho”, y así van los argumentos, sin una balanza real. Tanto es, que una de las caras más emblemáticas de Radio Caracas TV (RCTV), el animador Winston Vallenilla, ahora es el candidato del partido de Gobierno por la alcaldía del ayuntamiento capitalino, Baruta. Si retrocedemos algunos años lo podemos oír coreando canciones a favor del otrora Canal 2, y ahora lo observamos despotricando de los gerentes de esa televisora y adulando todo lo que tiene que ver con la Quinta República. Nadie es quién para criticar a otro, ni mucho menos para juzgar, esta frase también le cae muy bien a él. ¡No escupas hacia arriba!

Ahora bien, más allá de posturas, tendencias reversibles, cierre de concesiones, que si oligarcas o no, que si motivos capitalistas en detrimento de los empleados, bla, bla, bla, aquí lo que importa es entender que el venezolano goza de algo que no es común verlo en otra parte del mundo: el ingenio, la capacidad para re-inventarse, y además esa peculiar manera de afrontar la realidad, por más cruda que sea: a través de la sonrisa y la alegría. Quizás sean las aguas o los aires del Caribe.

El punto es que, por ejemplo, se le quitaron los espacios al Ateneo de Caracas (ahora sede de la Universidad del Arte, tremenda iniciativa por demás, en Bellas Artes), pero al quedar en la calle, la gerencia de este reconocido ente cultural, decidió montarse en una colina y desde esa trinchera siguen cultivando el teatro, la danza, la música, y demás manifestaciones artísticas para los capitalinos. La gente no se calla, la gente sigue impetuosa manifestándose. De pronto lo que hemos cambiado son las vías de comunicación.

Y es allí a donde quería llegar, en estos días conversaba con una reconocida periodista y amiga, quién me aseguró que “las redes sociales deben usarse para hacer país”, y coincidimos en que la tecnología nos insta a reconsiderar la manera de ejercer nuestro oficio, de una forma fresca, precisa y oportuna. Los venezolanos, particularmente, así como los mexicanos, chilenos y argentinos en América Latina, o los ingleses, italianos y franceses en Europa; hemos sabido usar los medios digitales para mostrar al planeta nuestra INDIGNACIÓN.

Cualquier cosa que ocurre en Venezuela, de una vez se comenta por Twitter, Facebook y hasta por Instagram; con fotos, memes y comentarios, algunos jocosos, que más que cambiar el status quo, forman parte de él, lo modifican, lo transforman…, y nos mantenemos conectados definiendo, sin saberlo, los caminos por los que andará la Patria en los próximos años.

Cuando decimos Patria, le damos tantas connotaciones aquí en este territorio suramericano que es difícil imaginar que fuera de nuestras fronteras, suele ser una palabra rígida, dura y decidida a invocársele sólo cuando el sentimiento nacionalista lo exige. Aquí da para todo. Hasta para el descontento, para exclamar lo que se cree no está bien, y desde una óptica bastante juvenil levantar la voz contra el sistema.

Sí, me refiero al weblog “Pero tenemos Patria”, conducido por Miguel Ángel Redondo, que tiene 5 capítulos y miles de visitas en Youtube. Esta iniciativa resume en no menos de 6 minutos la sociedad venezolana: dos tendencias, un poco de broma, y “como va viniendo, vamos viendo”. Incluso, dejan ver que hasta los opositores extrañan a Chávez debido a las políticas implementadas, actualmente, por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Por momentos, además, ridiculizan a la oposición liderada por Henrique Capriles, tildando a muchos de radicales, y con pocos argumentos para debatir.

Una vía que se ha abierto y que tiene muy buena aceptación por Facebook, que causa muchas carcajadas en las oficinas, y que para bien o para mal, nos identifica. Yo podría, como productor audiovisual, sentenciar que este grupo de chicos realiza estos videos “guerrilla” (por su manera de grabarlo y editarlo) para expresar una generalidad, una situación país, sin amaneramientos y con una dinámica atractiva para una gran parte de la población.

Pero, ¿deberían estas ventanas tener estas funciones?, ¿se quedarán estos weblogs, sólo en hacer reír? Yo creo que es justo que el venezolano se tome las cosas en serio – está demostrado que versiones anteriores a “Pero tenemos Patria” se han quedado en risas, y han provocado muy poca consciencia ciudadana-política. Sí, cabe la gracia, el humor y disfrutar con estos materiales irónicos un rato pero es imprescindible entender lo que nos ocurre, los porqués de aquello que nos está sucediendo. Si estamos en desacuerdo con algo, empleemos nuestras redes sociales para dejar por sentado el descontento, a quien le caiga: oposición u oficialismo. La consciencia es necesaria, las acciones pacíficas pero democráticas urgen, y la responsabilidad nacionalista no puede continuar soslayándose.

Por último, si no conocemos los porqués de la inflación, de la escasez, de la inseguridad, pues investiguemos, preguntemos y no dejemos que sea una cadena presidencial la que responda las dudas desde su perspectiva, o que partidos políticos verdes o blancos nos indiquen las causas como si ellos no tuvieran culpa en el asunto, vayamos tras ellos. Analicemos.

Y en adelante, aprovechemos la libertad de expresión para indagar, para despejar intrigas, para alcanzar la verdad, o nuestra verdad.Gocemos de este derecho humano universal, ahora que podemos.