Y quién ganó el 8-D por @felixseijasr

Y quién ganó el 8-D por @felixseijasr

Tal como podía esperarse, el 8-D dejó resultados que pueden ser leídos e interpretados desde diferentes ángulos y “ánimos”. Quién ganó es un tema de percepciones, pero siempre con base en hechos. Cada candidato que resultó electo ya triunfó en su batalla personal. Ahora bien, hace dos días escribíamos sobre tres factores que influirían en la imagen que cada persona podría formarse sobre cuál fracción política salió favorecida en este proceso electoral.

El primero era el número de alcaldías conquistadas. Como esperábamos, el oficialismo dominó en este rubro, basado principalmente en alcaldías con poca población; más sin embargo, la oposición experimentó un crecimiento cuantitativo si se compara con lo logrado en 2008, cuando apenas superó las 50 alcaldías.

El segundo factor consistía en el tipo de alcaldía o la cualidad de éstas. Aquí la victoria se la lleva la oposición, quien logró repetir en grandes capitales como en el Distrito Metropolitano de Caracas (donde también retuvo los municipios Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo), Maracaibo, San Cristobal y Mérida y se anexó otras como Valencia, Barquisimeto y Maturín. Adicionalmente, la fracción opositora obtuvo la victoria en Barinas, de importancia simbólica al tratarse de la capital del Estado natal del fundador del movimiento que ocupa hoy el gobierno, Hugo Chávez.





El último punto tiene que ver con el total del voto global y su interpretación como un medidor del balance de fuerzas y liderazgos de las fracciones políticas en el contexto nacional, o peor aún, su interpretación plebiscitaria. Comentábamos en el artículo anterior que éste era un factor al cual se le asignaba una importancia mayor a la que por derecho merece, dadas las diferencias que existen entre una elección municipal y una elección presidencial, las cuales condicionan la interpretación que se puede hacer de un total como el aquí expuesto. El oficialismo, si lo entendemos como el PSUV y sus partidos aliados, ganó en número de votos a nivel nacional, aventajando a la MUD y sus partidos aliados en poco más de 6,0% -según el primer boletín oficial del CNE-.

En lo personal, consideraba que una derrota de la oposición en este rubro podría traducirse en un golpe moral en sus filas y en el fortalecimiento del ánimo oficialista. Sin embargo, las diferentes cifras que circulan –por ejemplo votos MUD, votos MUD con aliados- unido al tipo de alcaldías conquistadas por la oposición, parece haberle restado la importancia simbólica que se le estaba asignando al total nacional. En las redes sociales, por ejemplo, al menos en las primeras horas de haberse anunciado el primer boletín, pareciera que ninguna de las dos fracciones políticas siente haber sufrido una gran derrota y es precisamente aquí donde la oposición ha salido favorecida.

Ahora bien, haciendo un balance general debemos decir que, tomando en cuenta un hecho notorio como lo es el –históricamente- limitado acceso que tuvo la oposición a los medios de comunicación, entre otros aspectos que marcaron un claro desbalance de “oportunidades” antes y durante la campaña electoral, la oposición alcanzó un resultado que no puede verse sino como favorable.

El oficialismo también logró un importante resultado para su causa: evadir lo que hubiese significado el haber sufrido una derrota en el número de votos. Si bien no alcanzaron importantes objetivos tales como la victoria en municipios emblemáticos, tuvieron éxito al sortear un hecho que hubiese representado un duro golpe simbólico y que anuló uno de los objetivos que la oposición se había propuesto como meta. Haciendo un análisis de los estudios de opinión de los últimos tres meses, no tengo duda alguna de que el efecto “Daka” le evitó al oficialismo el haber amanecido hoy, lunes 9 de diciembre, en lo que hubiese sido un escenario devastador para su causa.

Allí quedan cuestiones que cada fracción debe analizar. La oposición tiene el reto de imprimir a su propuesta el atractivo necesario para hacerla más permeable entre esa población que se desprende o empieza a albergar dudas con respecto al ala oficialista, pero que aun no ve en ellos una opción valedera. No se puede obviar el hecho de que el 8% de los votos del día de ayer, fueron a agrupaciones que no respaldaron ni al Polo Patriótico ni a la Unidad.

El oficialismo por su parte debe reflexionar sobre el por qué, habiendo tomado acciones con fines electorales, como por ejemplo la llamada “guerra económica”, y logrando el haber “desaparecido” a su principal rival de los medios de comunicación masiva, sólo alcanzó a separarse poco más del 5% en el voto nacional y lo que es más importante aún, sigue perdiendo terreno en los principales municipios del país.

 

Félix L. Seijas Rodríguez