Las democracias no son solo elecciones

Las democracias no son solo elecciones

Decenas de procesos electorales después, 2014 es un año en el que finalmente no habrá ninguna elección en Venezuela. ¿Será el momento propicio de poner en práctica eso de que “las democracias no son solo elecciones”?

Por Pablo Hernández, RNW





El gobierno de Nicolás Maduro y la “revolución bolivariana” tienen todo a su favor: una Asamblea Nacional obediente y sumisa, a pesar de la oposición; un Presidente de la República con facultades habilitantes que le permiten decretar leyes sin el filtro del Parlamento; una mayoría en los gobiernos locales y regionales; y finalmente un año despejado para que Nicolás Maduro se concentre en sus tareas de funcionario y olvide el proselitismo.

La oposición sostiene que 2014 será un año “terrible” para Venezuela. Tal vez se trate de una postura egoísta, a la luz del desgaste que están sufriendo y el sabor amargo del resultado del 8D.

En todo caso, el próximo año podría ofrecer grandes oportunidades a los políticos. El mensaje de los comicios del pasado fin de semana arroja un mensaje claro: más de 40% de los electores no votaron. Se declararon contrarios a las opciones existentes. Es hora de que los partidos entiendan que ninguno tiene una mayoría, porque los “más” son los que no votaron.

¿Cómo conquistar esos votos abstencionistas? Con verdadero trabajo político y el cumplimiento de sus tareas como funcionarios públicos.

El fin de la nada, el principio del caminar
La eterna campaña electoral venezolana llegó a su fin. La hora de la “guerra politiquera” ha terminado. Es con lo que soñamos muchos venezolanos, a pesar de las pocas expectativas que pueden esperarse de nuestros dirigentes. Sin embargo, hay que entender que cuando esos dirigentes son funcionarios, podemos y debemos exigirles que cumplan con su trabajo.

No es de recibo continuar con el show mediático de los últimos años, alimentados por las eternas campañas electorales. Es inaceptable que se confunda al pueblo con información contradictoria e inexacta. Es un lavado de cerebro que debe terminar.

“La novela venezolana” es un término cada vez más común que encontramos en la prensa internacional. Algunos se sentirán ofendidos, pero a mi parecer, no escapa de la realidad real y mediática: Venezuela es una gran novela democrática que repite ciclos y funcionarios.

¿Cuándo tendrá un desenlace esta historia novelesca? Justamente nosotros, los venezolanos, somos responsables de que este “cuento” continúe. Está clara la escasez de inteligencia emocional política del venezolano. Nos dejamos llevar por pasiones, por campañas, por regalos y terminamos siendo participes y protagonistas de la “realidad mediática”, sea una (oficialista) u otra (opositora).

Estoy seguro de que muchos de nosotros estamos cansados de esta realidad de la que somos partícipes, aunque muchas veces no entendamos por qué lo estamos haciendo y nos preguntemos si realmente vale la pena. Es lo que yo llamaría “desgaste electoral”: escogemos funcionarios, pero nuestros problemas empeoran.

La hora del fin del conflicto político en Venezuela no está tan lejos como creemos; es una decisión que todos debemos tomar y asumir. Se trata y parte de un ajuste a la realidad existente: nuestros funcionarios son servidores públicos y no fichas de un partido político; nosotros somos ciudadanos y no votos para contar.