Nunca sabremos -de nuevo-, cuáles fueron los verdaderos resultados de las elecciones del 8D, así como de las anteriores elecciones. Es decir, cual realmente llego a ser la verdadera voluntad popular en cada región del país. Maquinas descompuestas, violencia de motorizados oficialistas, desastre en los centros de mayor proporción opositora dan fe que esas elecciones fueron otro capítulo más de la dictadura electoral que se nos quiere imponer. Entrar en las mismas consideraciones del 7-O y 14A, concurriendo a la justicia del régimen no tiene ningún sentido con este CNE, como bien ya lo pudieron percibir los venezolanos con las decisiones de esos procesos. Y ahora aun menos con una oposición oficial que salió satisfecha con esos resultados.
El gran éxito del gobierno no fue sacar más Alcaldías apabullantemente. No. Fue callar a la oposición. Ahora no hay moral para cantar fraude si la oposición “ganó” las principales Alcaldías. No se pasean por la posibilidad de que eso haya también sido arreglado con la bendición cubana precisamente para atornillar al CNE y terminar de legitimar plebiscitariamente al Ilegitimo, que por obra y gracia del espíritu santo electoral también se convirtió finalmente en venezolano porque todo el mundo se calló la boca. ¡Juego de triple banda!
Entonces ¿qué nos queda ahora de este lado? Pues civilmente la vía Constituyente, que muchos indicamos y que fue rechazada porque “había que esperar el 8D”. Pues ya el 8D llegó y pasó lo que dijimos que pasaría. Y aunque había sido rechazada por los actores políticos y al margen de que con anterioridad algunos venezolanos insistiéramos que en lugar de pedir votos para una elección amañada era preferible solicitar firmas para la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, convocada por la sociedad venezolana, ahora sí parece que les está empezando a caer la locha que esta vía podría ser una alternativa.
Un destacado grupo de políticos venezolanos agrupados bajo el nombre Vente Venezuela publicaron en las redes y periódicos de circulación nacional, y el día antes de las elecciones regionales, un comunicado titulado “Venezuela debe convocar a una Constituyente” (verhttp://www.ventevenezuela.org/
Luego de indicar que Venezuela está en manos de un gobierno “antidemocrático, ineficiente y corrupto” el comunicado concluye que es necesaria la convocatoria constituyente “para recomponer el acuerdo social de la República” y “Con nuevos funcionarios a la cabeza de los poderes públicos”.
Ciertamente una Constituyente nos brinda esas consecuencias. Sin embargo, debo insistir muy responsablemente que aunque estemos muy de acuerdo en que la Constituyente es la única salida civilista que le queda a la Republica después de todo lo que ha ocurrido en lo electoral, la convocatoria tiene que darse para cambiar el modelo del país, no para cambiar un gobierno. Si se plantea en los términos equivocados repetiremos el error de la Constituyente de 1999, solo que con nuevos actores.
Muchos dirán que un solo cambio en la conducción bastaría y tendrían razón en parte. El desastre al que nos ha conducido este “socialismo” castro-comunista es la respuesta de los invasores y sus títeres venezolanos para la cristalización de un proyecto continental con raíces muy profundas. Y destituir a quienes lo manejan sería, de acuerdo a ese razonamiento, más que suficiente para resolver el problema. Esa es la visión simplista y superficial del tema que nos ocupa. Venezuela llegó a donde estamos precisamente porque no se resolvió lo que había que resolver.
Nuestro país arrastra desde hace muchos siglos un modelo construido sobre la base de un poder que descansa en pocas manos y eso se ha reflejado en todas sus constituciones. Al decir del Proyecto País Venezuela: “Ha fracasado el modelo de Estado Federal Centralizado (EFC) colonial que nos legó la corona española”. Con lo cual se requiere de una discusión muy a fondo de un nuevo modelo para el país que lo aleje de ser un botín para las manos de los vencedores del poder.
La Constituyente es una herramienta demasiado poderosa como para usarla solo como exterminadora de malos gobiernos. Podemos convertir a Venezuela en Noruega o en Zimbabwe (ya de hecho somos lo segundo en manos de un Mugabe tropical e ilegítimo). Es por eso vital que el llamado a una ANC conlleve una reingeniería institucional del país, se repiense su modelo centralizado, balanceando las cargas del poder en manos del Presidente, evitando llamarla por las razones equivocadas (ver Constituyente por las razones equivocadas
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Es muy fácil caer en la premura, comprensible por lo demás, de sacar inmediatamente a estos delincuentes que nos desgobiernan. Y eso se lograría de poderse llamar al soberano para la convocatoria a una ANC. Lo que sería MUY malo es que cualquiera que tenga el poder de convocarla, llámese como se llame, incurra en la tentación del poder para agavillar Constituyentes y garantizarse poderes que profundizarían nuestros males en lugar de aliviarlos.
Esto se puede perfectamente lograr con unas Bases Constituyentes arregladas por los interesados y sin un proyecto Constitucional que proponerle al país. Esa fue la experiencia que tuvimos con Chávez en 1999 y que nos heredó “la mejor Constitución del mundo”. No sería deseable caer en esa trampa de nuevo, por muy bien intencionadas que luzcan las razones de sus proponentes.
No objeto de ninguna manera el llamado del 7D del grupo de Vente Venezuela. Es necesario y ha sido la opinión de muchos compatriotas, quienes como este escribidor han indicado desde hace mucho tiempo que debemos ir en ese sentido. Los convocantes de esta oportunidad lucen tener la organización, los recursos, la cobertura y el empuje político necesario para tener éxito.
Pero debe haber antes un Proyecto País desarrollado y expuesto que respalde ese llamado, no el simple “quítate tú para ponerme yo”, un nuevo proyecto constitucional que podamos evaluar, planteándole al país una nueva Constitución para la consideración de los venezolanos, y finalmente unas Bases Constituyentes publicadas que nos garanticen representación proporcional y que incluyan una propuesta de Elecciones Auténticas para elegir a esos Constituyentes. Solo entonces ese llamado sería histórico, no para cambiar un gobierno, sino para cambiar al país.
Caracas, 11 de Diciembre de 2013
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