Las confusiones de Maduro durante un año de mandato

Las confusiones de Maduro durante un año de mandato

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El 8 de diciembre, Hugo Chávez hizo su última alocución pública. Dijo a los venezolanos que, si algo no salía bien en la operación a la que debía someterse por el cáncer que padecía, su sucesor sería el vicepresidente Nicolás Maduro. Semana

La cara de todos los ministros a su alrededor era de congoja, pero ninguno se veía tan asustado como Maduro. Él mismo confesó, ante la Asamblea Nacional, que nunca había soñado llegar a ser presidente.

Ese fantasma que lo eligió también pesa sobre él, porque a muchos electores no los convenció que fuera ‘el hijo de Chávez’, y que este se le aparecía en forma de pajarito. Sus ataques insultantes, moralistas y homofóbicos contra su adversario Henrique Capriles los pusieron a dudar de su fama de tolerante y conciliador, supuestamente probada como líder sindical y canciller. Desconfiaron de su admiración por Cuba y los Castro y de sus capacidades para llevar las riendas del país. Y comparado con el talento natural y carismático del comandante, la simpatía de Maduro parecía fingida.





Tanto los chavistas como los opositores confiaban en que esas dudas se disiparían después. Pero Capriles dice que llamó a Maduro la misma noche de las elecciones, ante el apretado margen de votos, y que este aceptó hacer una auditoría. Horas después, sin embargo, tras consultar con su equipo, Maduro lo negó. Acusó a Capriles de desencadenar protestas para tumbarlo antes de la posesión y prohibió el derecho a marchar en Caracas. Para los chavistas, Maduro evitó una masacre, pero para los opositores, reveló su lado más déspota y radical, y la confrontación con sus adversarios, desde entonces, no ha menguado.