Los bachaqueros arrasan con productos regulados en Táchira

 

Son los primeros en hacer cola: ya saben cuándo, dónde y qué va a llegar. La mercancía desaparece de los anaqueles en cuestión de horas. Y es que tal cual depredadores al acecho, saltan de un supermercado a otro en búsqueda de los productos regulados –usualmente los que escasean-. Se distinguen del común porque no hacen mercado, solo toman dos o tres productos, pagan y se van a seguir su rutina, publica La Nación.





Se trata de los “bachaqueros”, personas que se dedican a comprar productos que se encuentran escasos, para luego pasarlos de contrabando a Colombia, con un mecanismo particular que les permite vaciar los anaqueles de los supermercados; mientras a la gente le sale raíces buscando esos productos, que brillan por su ausencia, pero que sí se consiguen en los lugares donde actúan los bachaqueros.

El problema, que comenzó a inicios de año con la escasez de alimentos causada por el desvío de productos a Colombia, debido a la condición fronteriza del estado Táchira, se concentra ahora en una práctica frenética, que termina al final de cada día, cuando los anaqueles ya no tienen un solo producto regulado. Esa práctica no es ajena ni para las autoridades ni para los propios consumidores.

—Es un fenómeno a voz pópuli. Estas personas se enteran que en determinado sitio llegó la crema de dientes, papel o leche, y en cuestión de minutos está abarrotado el comercio de ellos haciendo cola. Lo peor es que no les pueden negar la venta, porque tienen cédula. Uno los distingue porque cada uno lleva en la mano: un desodorante en aerosol, un champú Head & Shoulders, una Colgate y una fórmula láctea—dijo una señora en un conocida cadena de mercado y medicinas.

Asimismo, en las cadenas privadas de supermercados se reconocen porque van en grupos de familia y cada uno lleva una harina pan, mantequilla, mayonesa, azúcar, aceite, detergente en polvo, crema de dientes, papel, lo que consigan. Y si ven que alguien no lleva determinado producto, le ofrecen pagarle para que lo pase por la caja, sin que le pongan peros por llevar demás. A la salida se reparten el “botín”.

En efecto, son grupos organizados que tienen varios modus operandi; en la mayoría de los casos acuden varias personas, generalmente pertenecen al mismo núcleo familiar, hermanos, padres, madres e incluso hijos. Manejan una red de información en cuanto a la llegada de alimentos, o simplemente van recorriendo la ciudad.

“¿Da o no?, Claro que da”

¿Cómo es que el contrabando de alimentos regulados llegó a convertirse en un cáncer social? La respuesta es sencilla y numérica, comentó de manera anónima un “bachaquero” de profesión, que se redondea 1000 bolívares cada día que baja al vecino país a dejar su mercancía y, además, al vender la gasolina.

—Un paquete de detergente en polvo (Ace o Ariel) de cinco kilos se compra aquí en bs 97 y en la frontera llega a cotizarse en bs 450 mil. La bolsa de 900 gramos la pagan en dos mil pesos, cerca de 60 bolívares. La harina de maíz se compra a 7 bolívares y en la frontera pagan 1300 pesos. Las ganancias se van incrementando según sea el producto. Un kilo de leche está regulado en Bs 36,44 pero en el comercio informal puede pasar de los bs 100—.

De acuerdo con el bachaquero, los productos que más solicitan en la frontera son las fórmulas lácteas y el “Ensure”, por el que pagan el doble, artículos de perfumería (crema de dientes, espuma de afeitar, champú, enjuague para la zona íntima, enjuague bucal, detergente, suavizante, etc.) y productos de la cesta básica regulados.

—¿Da o no da? Claro que da, por eso todo el mundo lo hace. Y el que está en la jugada sabe que le debe pagar al GN cada vez que baje a la frontera. Obviamente de forma disimulada el GN se acerca a uno y pregunta qué hay, y entre los dedos está el billete doblado. Aquí come todo el mundo, claro ellos más. Donde yo dejo han llegado guardias de civil a descargar fardos de leche, incluso cavas full de alimentos—.

Y es que para nadie es un secreto esta situación, incluso los diputados de la Asamblea Nacional por la oposición han hecho denuncias al respecto. Y aunque el gobernador del estado ha tomado cartas en el asunto, la fuga de alimentos se mantiene, así como la escasez.

—Tantas medidas con las que generalizan al pueblo, ahora todos somos bachaqueros, pero nada que se soluciona. Los productos no se consiguen, pero vaya a La Parada de Cúcuta, allá están todos y de diferentes marcas. Qué vagabundería de este gobierno—sentenció Ana Martínez, ama de casa, que se lo pasa de “cacería” buscando leche en polvo para alimentar a su hijo, de tres años.

Lo más triste es que los mismos consumidores están conscientes de la situación, pero no pueden hacer nada al respecto por temor a ser agredidos. Mucho menos los empleados de los comercios que solo se conforman con pedir la cédula de identidad. Y las autoridades continúan atacando a los pequeños grupos, pero los “peces gordos” siguen haciendo de las suyas en la frontera, favorecidos por el diferencial cambiario.

Calculadora en mano

-Un paquete de detergente en polvo (Ace o Ariel) de cinco kilos se compra aquí en bs 97, y en la frontera llega a cotizarse en bs 450 mil. La bolsa de 900 gramos la pagan en dos mil pesos, cerca de 60 bolívares. La harina de maíz se compra a 7 bolívares y en la frontera pagan 1300 pesos. Las ganancias se van incrementando, según sea el producto. Un kilo de leche está regulado en Bs 36,44, pero en el comercio informal puede pasar de los bs 100.

 “Señora si no lleva crema,  me puede pasar esta a mí”

Quizás la mayoría de personas, cuando han ido a un supermercado o a una tienda donde venden artículos de higiene personal, han escuchado que casi al llegar a la caja a cancelar los productos se le acerca una persona, luego de analizar lo que lleva en la cesta, y le dice:

__Señora o señor, usted no lleva desodorante – y ante la respuesta negativa dice– cancele este, que es uno que él lleva,  y afuera le pago.

Efectivamente, al salir de la caja, en la parte de afuera del negocio la persona cancela el costo del producto a quien lo ayudó a trasgredir la norma, de que sólo se vende un determinado artículo por consumidor.

Hay quienes dicen que esta práctica se hace durante todo el día y en varios locales, por lo que la persona al final de la tarde ya tiene varios productos en su inventario, muchos de los cuales luego los pasan por la frontera y allí obtienen buenas ganancias por el diferencial cambiario. (OL)

Mariana Contreras