Nelson F. Salvidio: El “porro” uruguayo: entre la libertad y el estatismo

Nelson F. Salvidio: El “porro” uruguayo: entre la libertad y el estatismo

Uruguay aparece como un país de vanguardia. Lo fue en aquel inicio del siglo XX con leyes laborales que reconocían derechos de trabajadores, con la separación de la Iglesia del Estado y la libertad para todas las religiones, con el voto para la mujer, con la ley de divorcio.

Lo es en este tiempo, con la despenalización del aborto, con la ley de uniones concubinarias, la de matrimonio entre personas del mismo sexo y las flexibilización de adopción de hijos.

Y ahora con la ley que permite que se pueda plantar cannabis en el jardín de su casa, que se puedan constituir clubes para producir marihuana y fumarla, y que permite la creación de empresas dedicadas a este negocio, para hacerlo en forma masiva y vender al público a través de la red de farmacias.





Así, los consumidores de marihuana podrán comprarla en comercios y no quedar de rehenes del mercado negro que manejan los narcotraficantes.

El presidente del Uruguay, José Mujica, gana prestigio internacional por su condición de vida austera, la imagen de hombre ajeno a la corrupción y caracterizado por ser un hombre que se preocupa por el exceso de consumismo en la población. También por el impulso a estas leyes de reconocimientos de derechos.

El caso es que Mujica no fue quien impulsó la legalización del aborto, sino que la iniciativa fue de legisladores de la coalición de izquierda Frente Amplio.

Sobre la ley de “matrimonio igualitario” que permitió que dos hombres o dos mujeres se casen entre sí, Mujica se había disgustado con la bancada oficialista porque entendía que concentraban atención en un asunto que no sintonizaba con las demandas populares.

Y con esta ley de marihuana, el planteo que nació en el Poder Ejecutivo quedó muy alejado del votado anoche en el Senado del Uruguay, que tiene más sintonía con lo que impulsaban legisladores oficalistas y algunos opositores, en el sentido de reconocer el derecho de los consumidores de marihuana, a decidir libremente.

El planteo de Mujica había sido hecho en junio de 2012 ,en el marco de un paquete de medidas que era más de derecha que de izquierda. Un plan de 15 medidas para combatir la inseguridad pública, que desde fines de 2008 es el principal tema de preocupación de los uruguayos.

La de marihuana fue una idea de su hermano de lucha, el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, no para dar libertad a los fumadores, sino como forma de combatir al narcotráfico.

Aquella idea inicial, en la coincidieron los dos veteranos guerrilleros, tenía un componente fuertemente estatista. Los dos hombres del Movimiento Tupamaro habían pensando un monopolio estatal para la producción de cannabis y para la venta al público de la marihuana. Incluso hablaban de soldados del Ejército cultivando las plantas en terrenos militares.

Del 20 de junio a diciembre de 2012 pasaron muchos días, y en el medio se sucedieron propuestas en declaraciones públicas que generaron confusiones varias.

Mujica llegó a decir que iba a tener un registro de fumadores, que los consumidores deberían llevar la colilla para comprar un nuevo cigarrillo … y en todos los casos hablaba de una fuerte concentración del Estado en todo el proceso de la marihuana.

Y pasado todo ese tiempo, el presidente terminó enviando al Parlamento un proyecto de ley de un solo artículo que no decía nada relevante. Eso, según Mujica, fue para que el Poder Legislativo debatiera en búsqueda de fórmulas más claras.

Y así se hizo.

La bancada de legisladores de la izquierda fueron convirtiendo el proyecto en vías para aplicar lo que habían querido antes y el Ejecutivo había rechazado, como el reconocimiento del derecho del que quiere autocultivarse cannabis

La reforma legal adquirió un componente de ejercicio de libertad pero sin perder la marca a fuego del componente estatista. No sólo para la regulación, sino para la creación de otra empresa pública, que tendrá el particular nombre de “Instituto de Regulación y Control del Cannabis” (IRCCA).

La gente está desconforme con esto. Mujica no consiguió en todo este año y medio de debates, que el apoyo a la legalización de marihuana llegara al 30 por ciento. Un fracaso en su comunicación al público para convencer de los supuestos resultados.

Pero ahora hablarán los hechos.

No está claro si el plan será efectivo para mejorar la seguridad, para combatir al narcotráfico, pero parece dificil que en el corto y mediano plazo se pueda obtener resultados concretos en ese sentido.

Lo que sí estará a la vista el año próximo, en medio de la campaña electoral, los consumidores de marihuana fumando “fasos” sin riesgo de ser perseguidos.

La medida aparece como de izquierda, pero surgió en un plan de seguridad que tenìa un componente de derecha: mayor represión al delito, condiciones más severas para los adolescentes infractores y otras en ese sentido.

La reforma oscila entre la libertad a los fumadores y el estatismo empecinado de un gobierno que en cada caso, quiere crear un nuevo organismo estatal.

El presidente José Mujica manifiesta aversión al Estado y a la burocracia, pero generalmente alimenta o acompaña decisiones para reforzar el peso del Estado o de las regulaciones.

La veta anárquica del veterano tupamaro choca con un pensamiento dirigista basado en la voluntad de poder mandar en la economía. Lo que no puede dirigir es la voluntad popular, y hasta ahora, esa le dice no a la nueva ley.

 

Nelson F. Salvidio es Periodista uruguayo desde 1981, analista económico, docente de Periodismo. Corresponsal en Uruguay del Diario La Nación de Buenos Aires.

Publicado en Infolatam