Editorial La Nación (Costa Rica): Venezuela, rumbo al vacío

Editorial La Nación (Costa Rica): Venezuela, rumbo al vacío

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, lleva sobre sus hombros una pesada carga de problemas, un fardo cada día mayor. No logra demostrar que es un político tanto o más hábil que Hugo Chávez. Ese cometido lo conduce a utilizar un subidioma populista, siempre de corte e inspiración chavista. Pero, con cada intervención pública del mandatario, se confirma que le ha quedado grande la camisa.

Hablar con la garra populista de Chávez lo lleva a comunicarse en un argot muy peculiar, mediante el cual exhibe sus inmensas limitaciones. Tomemos el caso reciente, la semana pasada, cuando Maduro hizo gala de la metamorfosis de la economía en un trabalenguas carente de sentido.

El Banco Central de Venezuela confirmó que la inflación alcanzó el 56% en el 2013. Este nivel es el mayor del hemisferio y más allá, así como también de Venezuela desde 1996. Es indudable que el 56% de inflación es alarmante y confirma, una vez más, que la política económica adoptada por el régimen de Maduro ha generado una dolorosa tragedia.





El aviso del Banco Central y sus derivaciones en torno al enfoque económico de Maduro corrieron como fuego por el hemisferio y el mundo entero. Así, el mandatario no tuvo más remedio que enfrentar el huracán. En una conferencia de prensa, en la que solo permitió cinco preguntas, intentó evadir sus responsabilidades como conductor del Gobierno.

Precisamente, era esta una oportunidad dorada para que Maduro expusiera sus pensamientos sobre la economía venezolana. Una reseña del diario madrileño El País narra las increíbles dimensiones del enredo mental tejido por el alumno de Chávez. Para empezar, se sacudió la responsabilidad por la inflación calculada por el Banco Central. “Esa es la cifra correspondiente a la economía parasitaria especulativa. De no haber sido por la especulación, que empezamos apenas a combatir en noviembre, tendríamos una inflación de un solo dígito”.

Esta última afirmación apunta a “la ofensiva económica” adoptada el 6 de noviembre, mediante la cual el Gobierno se lanzó a ocupar centenares de comercios y confiscar sus inventarios. El objetivo principal eran negocios dedicados a la venta de electrodomésticos y textiles cuyas existencias el Gobierno vendió a precios muy bajos hasta agotar los inventarios.

No sobra señalar que Maduro llamó a estos saqueos “inspecciones” y exigió al Banco Central reflejar en sus cifras de inflación los precios más bajos obtenidos por el Gobierno de esa manera. En consecuencia, ordenó al Banco Central presentar números de la “inflación real”, diferentes de los de la “inflación inducida” resultante de una supuesta conspiración contra el régimen.

Cabe resaltar que un ingrediente clave de la así llamada economía parasitaria han sido pequeños puestos de arepas, comida típica de Venezuela, cuyos propietarios han osado preparar las arepas con harina que se vende al público. He ahí resumida la teoría de los grandes negocios de capitalistas codiciosos, en la vida real un suplicio impuesto a pequeños comerciantes cuyos humildes puestos de venta se transforman en grandes industrias de la noche a la mañana por imaginación del presidente.

Esta aberración, producto de los sueños populistas de Maduro y sus cohortes, no está limitada a arepas y automóviles. La sociedad como un todo es víctima de una escalada de violencia inédita que el Gobierno no reconoce.

El analista Daniel Lozano puntualiza la descomposición social generada por la inflación, la corruptela y, en general, la criminalidad confirmada por el número récord de homicidios. La delincuencia causó en el 2013 un total de 24.763 asesinatos.

En estos inicios del año 2014 formulamos votos por el bienestar de la ciudadanía venezolana, sometida a un régimen que cree en la arbitrariedad como eje de la transformación social.

 

Publicado originalmente en el diario La Nación (Costa Rica)