Ignacio Gainzarain: Por la vida: ¡Empecemos por una tarde al mes!

Ignacio Gainzarain: Por la vida: ¡Empecemos por una tarde al mes!

Antes que nada, quiero destacar la tristeza que me produjo ver la imagen de la portada de El Nacional  de hoy (* 1), en la que veo a un distinguido y querido profesor de la Universidad Simón Bolívar, caminando con pertenencias de su hijo recién asesinado. Estamos hablando de un profesor que adoptó a Venezuela, sencillo en su proceder, que se dedicó de cuerpo y alma a enseñar matemáticas. Mis palabras de condolencia para el Profesor Berry, su familia, y la de Mónica Spear.

La muerte violenta en Venezuela enluta los hogares de amigos y conocidos. Lo que hasta hace quince años era un hecho básicamente popular, es decir de los sectores más pobres, ahora se ha convertido en un drama de todos. En otras palabras, la mal llamada revolución, en lugar de poner fin a ese drama de los barrios, simplemente creó las condiciones para que esa tragedia, ahora, se haya apoderado de todos los rincones del país.

 

Lo realmente preocupante, es que esto es parte de un cálculo maquiavélico: que el toque de queda lo asuma la propia gente.

 





Cuando un conocido relata lo sucedido a cualquiera en la noche o madrugada, la afirmación más común que surge es: ¡ qué hacía fulano en la calle a esas horas !

 

No hay conversación con amigos y conocidos que no pase por ese minuto del dolor eterno.

 

Hoy, todos reportamos algo en esa ruleta fúnebre llamada “socialismo siglo 21”.

Pero este cuadro tiene un culpable claro: el Régimen.

 

Y también un cómplice político, caracterizado por sus tibio micrófono y sospechosas acciones: la MUD.

 

La MUD se ha erigido en la gran muleta del régimen. 

En su etapa “electorera” contribuyó a legitimar al malandraje en el poder, llamando a la oposición a votar en condiciones que violan los más elementales derechos de los electores.

Ellos nos llevaron a una calle ciega. Y cuando llevas a un pueblo a una calle ciega, creas las condiciones para una explosión social, que si no tiene un norte claro, conducirá a la sociedad a las puertas de lo peor de lo peor: la SUMISIÓN.

Ahora, la MUD está inaugurando la llamada etapa del “diálogo”.

¿Quién los autorizó?: lo desconozco.

El Sr. Capriles que no fue al “dialogotorio” de diciembre pasado, con todo y que le pidió eso al Papa, apenas conoció el trágico suceso de la familia Berry-Spear, saltó al ruedo: yo también quiero estar allí.

Al difunto Chávez lo protegieron la MUD y Capriles. Días antes del 7 de octubre, los señores Ramos Allup, Borges y Eduardo Fernández se reunieron, por separado, con el coma andante eterno.

Negociaron no oponerse a las condiciones electorales vejatorias para una sociedad digna, y a reconocer rápidamente el triunfo del dueño sentimental de las mayorías.

En vez de exigir condiciones, a sabiendas que el señor estaba de partida, le dieron su respaldo.

Y luego vino el 14 de abril. La gente deseosa de sentir que hay una esperanza de cambio, al estilo de la 4ta República, salió a votar masivamente. Hasta el candidato cantó fraude. Pero el 16 de abril, con la excusa de que habrían muchos muertos, éste le dijo a la gente había que suspender la marcha al CNE en Caracas, y que los demócratas se quedaran en sus casas escuchando “mentira fresca” de Willie Colón, que a la postre debería tener otro titulo y letra: “fraude fresco”.

Pero la cruda y terca realidad es que, desde ese 16 de abril a la fecha de hoy, el país ha registrado cerca de 18 mil homicidios. ¿Será que estos homicidios no cuentan para la gente de la MUD?

Hoy asistimos vergonzosamente a una escena montada nuevamente sobre la base del apoyo soterrado al Régimen. La MUD pretende que pasemos de la etapa de elecciones sin condiciones, a la de diálogo sin condiciones.

Mónica, Thomas, y su pequeña y hermosa hija, son tan visibles, que su tragedia es imposible taparla. El caso de Simonovis habla tan claro de la crueldad del Régimen, que cuesta creer que los alcaldes de la oposición sean tan descarados como para sentarse, así no más, con el dueño de la violencia institucional.

Ojalá despierten nuestros corazones y demos un gran salto para llamar a las cosas por su nombre, para paso seguido, trabajar colectivamente en la dirección correcta: no más colaboración con un Régimen Militar y entreguista de la soberanía nacional, al que no le importa la vida de los venezolanos, al que no le tiembla el pulso para reprimir, y al que no le faltan agallas para hipotecar hasta el futuro de las próximas generaciones.

Un primer paso podría ser la convocatoria a un paro nacional de 4 horas.

Por la vida: ¡ empecemos por una tarde al mes !

Iñaki Gainzarain  –  @igaztelu