Elías Sayegh: Cuentos sin cuentas

La rendición de cuentas es uno de los preceptos más importantes de los sistemas democráticos. A diferencia de los sistema totalitarios en las democracias el mandato viene de abajo hacia arriba, es decir, desde el pueblo hacia los funcionarios que están en posiciones de poder. Por esta razón esos funcionarios deben reportar cómo han sido sus gestiones, cómo se han gastado los fondos públicos, si cumplieron o no sus metas, entre otras cosas. En otro tipo de sistemas, los que detentan el poder no rinden cuentas, ya que se creen dueños y señores del poder y sus recursos.

El pasado 15 de diciembre se había anunciado que Nicolás Maduro presentaría su memoria y cuenta al país. Ya el difunto Presidente Chávez había acostumbrado a la nación a largos discursos y grandes recuentos históricos durante su “rendición de cuentas”, sin dar nunca oportunidad de interpelar, investigar o debatir sobre las materias que él mencionaba. Sólo interrumpido en una oportunidad por la Diputada Maria Corina Machado cuando le dijo “Expropiar es robar”. Mucho menos se pudo pedir cuentas de su gestión en materias importantes, como la inseguridad, que siempre fue ignorada en sus reportes de “memoria y cuenta”.





La verdad es que el Presidente Chávez nunca rindió cuentas, así como no lo hizo Maduro el pasado miércoles. Lo que ha habido son meros shows politiqueros. Actos en donde el Jefe del Estado habla a su antojo de cualquier cosa, exalta los logros de la “revolución”, hacen algunos anuncios para desviar la atención y omite lo que no les interesa decir. Eso no es rendir cuentas.

Si se quisiera rendir cuentas se explicaran casos como el de Pudreval; el resultado de los 21 planes de seguridad que han dejado un saldo de más de 230.000 muertes violentas en los últimos 15 años; la red nacional de trenes que se iba a construir y que se ha pagado varios veces; la nueva autopista Caracas / La Guaira que iba a estar terminada en 2012 y ahora es dicen que la van a empezar; la humanización del sistema penitenciario; la diversificación de nuestra economía; la pérdida de más de 30.000 millones de dólares entregados a empresas de maletín; y así muchos otros casos de cuentas que no cuadran.

En Venezuela se está ejerciendo el poder de forma omnipotente. Sin instituciones de control, sin funcionarios autónomos, sin medios de comunicación suficientes, sin una oposición contundente, y sin una sociedad civil fuerte. Pocas veces en nuestra historia el poder había estado concentrado en tan pocas manos. Todo lo que pase en el país, bueno o malo, es responsabilidad del Alto Gobierno y de su cabeza el señor Maduro, quien ni rinde cuentas, ni piensa que tenga a quién rendírselas.