Tomar sol, debidamente protegidos, disminuye el riesgo de hipertensión

Nada mejor que unos buenos rayos de sol, eso sí, debidamente protegidos, para controlar la tensión arterial. Eso es lo que se deduce de una investigación realizada en las universidades de Southampton y Edimburgo, Gran Bretaña, que señala que la exposición de la piel a la luz solar puede ayudar a reducir la presión arterial y, por tanto, reducir el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

En concreto, la investigación que se publica en «Journal of Investigative Dermatology» demuestra que la luz solar altera los niveles de una molécula mensajera pequeña, el óxido nítrico (NO) en la piel y la sangre, y su consecuencia es que reduce la presión arterial.





«Sabemos que NO, junto con sus productos de degradación, son abundantes en la piel y que está implicado en la regulación de la presión arterial. Y cuando la piel se expone a la luz solar, pequeñas cantidades de NO se transfieren desde la piel hasta el torrente sanguíneo, y el efecto es que disminuye el tono de los vasos arteriarles; así, al reducir la presión arterial, también lo hace el riesgo de infarto y de ictus», explica Martin Feelisch, coordinador del trabajo.

Mientras algunos profesionales sanitarios advierten de los riesgos que tiene una exposición a los rayos del sol debido al incremento en el riesgo de cáncer de piel, los autores de este trabajo sugieren que si se minimiza la exposición solar, ello puede no ser especialmente beneficioso para una serie de patologías relacionadas con las enfermedades cardiovasculares que representan el 30 por ciento de las muertes anuales en todo el mundo.

Se sabe que la presión arterial y la enfermedad cardiovascular sigue un ciclo estacional y que también varían en función de la latitud. Así, los eventos son mayores en invierno y en los países más lejos de la línea ecuatorial , donde la radiación ultravioleta del sol es menor.
Rayos UV

En este trabajo los investigadores expusieron a 24 individuos sanos a rayos ultravioleta de lámparas de bronceado, con dos sesiones de 20 minutos cada uno. En una sesión, los voluntarios fueron expuestos tanto a los rayos UVA como el calor de las lámparas. En la segunda, los rayos UV fueron bloqueados y sólo recibieron el calor.

Los resultados sugieren que la exposición a rayos UV dilata los vasos sanguíneos, reduce significativamente la presión arterial y altera los niveles de NO de los metabolitos circulantes, sin cambiar los niveles de vitamina D.

Feelisch considera que estos datos reabren el debate acerca de los posibles beneficios para la salud de la luz solar y el papel de la vitamina D en este proceso. «Puede ser el momento oportuno para reevaluar los riesgos y beneficios de la luz solar para la salud humana y para tener un punto de vista diferente sobre la exposición al sol», apunta. Aun reconociendo que hay que evitar el exceso de exposición al sol para prevenir el cáncer de piel, Feelisch señala que «no estar expuesto a ella en absoluto, por miedo o como resultado de un cierto estilo de vida, podría aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular». Y, recuerda que con la excepción de la salud ósea, los efectos de la suplementación oral con vitamina D han sido decepcionantes.

Fuente: ABC